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Marcos Senna: “Tarde o temprano España tenía que ganar”

Hace 10 años un gol de Fernando Torres en la final de Viena contra Alemania abrió un ciclo histórico de la Roja. Un Mundial y otra Eurocopa prolongaron la dinastía

Senna pugna con Ballack.
Senna pugna con Ballack.Alejandro Ruesga

Cuando España acabó el Mundial de Alemania 2006, eliminada en octavos de final por la Francia de Zidane, había cierta sorna en torno a la selección. El deporte patrio triunfaba en casi todas las disciplinas, pero el fútbol era, a la vez, el acaparador de la atención y el patito feo. El pueblo se había acostumbrado a ver estrellarse a la Roja siempre que llegaba el momento de la verdad y en el verano de 2008 se sentaba delante de la televisión esperando un poco de lo mismo. Pero lo que se vio fue un equipo virtuoso y ganador que culminó en aquella final ante Alemania de la que hoy se cumplen 10 años.

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El seleccionador Luis Aragonés llegaba desgastado a esa Eurocopa de Austria y Suiza, y como él mismo decía, con “fecha de caducidad”. El periplo de dos años hasta la fase final fue un calvario con derrotas inesperadas, polémicas entre prensa y entrenador, dudas sobre el estilo… Tras perder en septiembre de 2006 en Belfast, Aragonés dejó fuera a Raúl, tótem de la selección en la última década, con todo lo que eso suponía.

El veterano técnico dio los mandos del carro a un grupo de jugadores que entraban en su madurez. Era el momento para que los Casillas, Xavi, Puyol, Villa y Torres se reivindicasen con la ayuda de los jóvenes Iniesta, Ramos, Silva… Junto a ellos estaba un brasileño nacionalizado que hacía años que controlaba el centro del campo del Villarreal. “Siempre le agradeceré a Luis que contase conmigo”, rememora Marcos Senna, que se ganó el puesto por delante de Xabi Alonso.

Senna fue una figura esencial en aquel equipo de bajitos jugones. Su Eurocopa fue impecable en el apartado defensivo, pero el pivote se ensambló perfectamente en el engranaje tejido por el Sabio de Hortaleza. “Fue un lujo jugar con gente de tanta calidad. Cuando tocábamos el balón nos sentíamos muy a gusto sobre el campo”, cuenta Senna, que era el único medio de contención de esa España. “Se habla mucho de si ahora Busquets debe tener más ayuda en defensa, pero se corre el riesgo de perder presencia en ataque”, analiza el exjugador sobre la selección actual.

La victoria final en ese 29 de junio vienés de hace una década se fraguó meses antes, en los últimos partidos de la fase de clasificación. Ahí Aragonés encontró un modelo dominado por los centrocampistas dejando atrás décadas de debates y alusiones a la furia. España se presentó en Austria con las ideas claras: para ganar había que hacer rodar el balón. “Ahí se comprobó que en el fútbol no prevalece la fuerza, sino la velocidad para pensar y hacer la jugada”, comenta Senna.

Al margen de la batería de gente en el medio que dispuso Luis, David Villa y Fernando Torres eran dos aviones con el gol entre los ojos. Los primeros triunfos (Rusia, Suecia y Grecia) llegaron con relativa facilidad gracias a la puntería de los delanteros. “Estaban en un momento maravilloso. Villa marcó goles muy rápidos en el primer partido y eso nos dio tranquilidad ya desde el principio. Luego ya sabemos lo que hizo Fernando [Torres]”.

Todo iba viento en popa, pero esperaba Italia. Se juntaban dos traumas, el de los cuartos y el de una selección hueso. “No fuimos superiores a Italia”, reconoce Senna; “fue un partido muy equilibrado. Parecía una final, con pocas ocasiones y mucha tensión”. Ese 22 de junio la selección entró en la mayoría de edad. Había caído el ogro y en la tanda de penaltis. Un partido rocoso que demostró que esos bajitos también sabían pelear.

Derribado el muro, la Roja se liberó. Sin ese peso en la mochila se realizó una obra de arte contra Rusia en semifinales, un rondo eterno que acabó en goleada (3-0). “Fue el mejor partido de aquel equipo. Estábamos disfrutando tanto que no queríamos que se acabase. En días así, te sientes realizado como futbolista”, comenta Senna.

El final de 44 años de abstinencia de títulos estaba cerca, aunque en la final esperaba otro coco, Alemania. Faltaba el último examen, comprobar que esta generación estaba preparada para ganar. “Nos ayudó mucho la tranquilidad que transmitía Luis. No nos dio la lata con la táctica, nos decía que saliésemos a jugar”. El partido no fue el baile de Rusia pero España lo controló casi en todo momento. “Nos costó un poco al principio porque apretaron, pero luego impusimos nuestro juego y sufrimos bastante poco”. Aquella noche se espantaron todos los miedos y complejos de España. “Faltaba ese plus”, remata Senna; “España estaba destinada a ganar. Tarde o temprano España tenía que ganar porque esa generación tenía una calidad enorme. Me alegro de haber estado allí”.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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