De la natalidad a las rebajas: un Mundial lo cambia todo
La fiebre futbolera alcanza su punto álgido cada cuatro años y afecta a las vidas de los aficionados y a un amplio abanico de sectores
“Es un mes cada cuatro años. Y ese mes, tenés que tener cuidado de no casarte. ¡No te cases ese mes, porque ese mes es el Mundial!”. Un aficionado argentino intenta explicarle a su novia que no va a poder ir a la boda de su primo porque ese día, 23 de junio (el pasado sábado), juegan México contra Corea del Sur y Alemania contra Suecia. La novia no da crédito: ni siquiera juega Argentina. El vídeo no es real, forma parte de una serie que acumula más de cuatro millones de visitas en YouTube y que termina con la pareja en la boda del primo. Pero la situación sí es auténtica. El Mundial no solo es capaz de cambiar las fechas de las bodas. Influye de manera directa en la vida de los aficionados durante ese mes. Afecta a las empresas, a la cultura, al ocio. Afecta incluso a la política y la natalidad. Un Mundial puede cambiarlo todo.
Román y Anna se casaron el pasado 2 de junio en Xàtiva, Valencia. La ceremonia fue un éxito, con una gran cena amenizada por una charanga como es costumbre en la tierra. Todos los invitados disfrutaron. La historia podría haber sido muy distinta de haberse producido dos semanas después, en la primera fecha que tenían apalabrada. Ese día jugaban, entre otras, Argentina, Francia y Dinamarca. “Y el día antes debutaba España. Así que seguro que mucha gente que vino desde el viernes se hubiese quedado en su casa a verlo”, comenta Román, ingeniero de 30 años. “Nos ofrecieron poner pantallas para los invitados, pero la boda no hubiera sido lo mismo”. También han tenido suerte con la luna de miel. Recorrerán la costa oeste de Estados Unidos y luego irán a Hawái. “Volvemos justo antes de las semifinales, así que si a España le va bien podremos ver la final aquí y celebrarlo en casa si ganamos”.
La alegría desbordada de ganar el Mundial se manifiesta de muchas maneras. La más evidente es la fiesta que se monta en las calles. Las celebraciones por la victoria del Mundial de 2010 dejaron 95 toneladas de basura en Madrid. En una noche. En comparación, diez días de celebraciones del Orgullo Gay Mundial, que se disfrutó en la capital el año pasado, dejaron 469 toneladas de residuos. Pero esa euforia tiene efectos que tardan en comprobarse, por lo menos, unos nueve meses. Anna Ortiz, la mujer de Andrés Iniesta, dio a luz a su primera hija, Valeria, ocho meses y 22 días después de que su marido marcase el mítico gol que hizo a España campeona.
No fueron los únicos en ser padres por esas fechas. Aunque la estadística de nacimientos del INE no refleja un impacto en la natalidad nacional atribuible a aquella victoria (11 de julio de 2010, con lo cual los hijos de aquella felicidad desatada deberían haber nacido entre marzo y mayo de 2011), sí podría ser la causa de la anomalía ocurrida en Albacete, la tierra natal de Iniesta. En 2010 nacieron 959 bebés en ese intervalo en la provincia. La tasa de nacimientos llevaba descendiendo desde el inicio de la crisis en 2008. Pero en Albacete la tendencia se corrigió curiosamente en 2011 con 982 partos. Un espejismo, porque al año siguiente volvió a bajar hasta los 885 entre marzo y mayo, tendencia que ha seguido siendo así hasta 2016. Lo de 2011 pudo ser un baby boom de pequeña escala.
El fútbol puede tener incluso efectos políticos, como se ha podido ver en Colombia. El pasado domingo 17 de junio, con el Mundial ya arrancado, se celebraba la segunda vuelta de las elecciones en el país americano. El izquierdista Gustavo Petro aspiraba a una remontada contra el conservador Iván Duque que pasaba por una alta participación. El Mundial era un obstáculo para que esa circunstancia se diese: se enfrentaban Alemania y México, dirigida por el colombiano Juan Carlos Osorio. “Si gana México es que va a ganar Petro en Colombia”, llegó a declarar el propio candidato. Las fuerzas políticas animaron a ir a votar en los intervalos de los partidos. La participación fue de un 53,9%, menor que en la primera vuelta. México ganó contra todo pronóstico, pero Petro perdió.
El impacto también se deja sentir en el ocio y la cultura. El Mundial arrasa con todo. El cine vivió del 15 al 17 de junio el peor fin de semana del año. Una recaudación de 4,7 millones de euros, menos de la mitad que el fin de semana anterior, según los datos del Ministerio de Cultura. Y suerte que estaba Jurassic World: El reino caído, que consiguió casi 3 millones del total. Salvo esa película, todas las grandes producciones han evitado estrenarse durante estas fechas.
Hay sectores a los que, sin embargo, el Mundial les viene de perlas. Las apuestas, evidentemente, es uno de ellos. Fuentes de la casa Sportium, con casi 3.000 puntos de venta en toda España calculan que el incremento en el volumen y la cantidad de apuestas es un “50 o 60 por ciento superior al habitual”. “Es un evento muy esperado por todos nosotros. Trabajamos desde hace meses en un plan específico para esta competición que engloba tanto nuestras tiendas físicas como el canal online en el que se tiene en cuenta desde promociones especiales, medios, servicios adicionales, u operativos para atender en condiciones óptimas el aumento esperado de la demanda”. La afluencia a los locales, que son básicamente espacios con buenas pantallas en los que se puede tomar algo y (a diferencia de los bares) apostar, aumenta un 40% durante los partidos de la Selección en el Mundial, aunque contra todo lo esperable no es la que más reclamo genera: Portugal está suponiendo un incremento del 50% en la clientela, según Sportium. La subida es del 30% en encuentros de los grandes equipos como Argentina o Brasil. Y de un 20% en el resto.
Los bares experimentan unos incrementos similares. Al menos, los que tienen pantalla. “Lo estamos llenando desde la una de la tarde y prácticamente se queda así hasta las 10. En muchos partidos no nos podemos ni mover a poner las cañas”, explica Carlos Jorge, dueño de La Cervecería Deportiva, cerca de la madrileña Plaza del Callao. Ha aumentado su personal para cubrir los turnos. En otras espacios de trabajo menos bulliciosos el efecto es el contrario. Lo dice el novio argentino en la serie de YouTube: “Claro que trabajo menos, todo el mundo trabaja menos durante el Mundial”. Puede que no convenga generalizar, pero desde luego no es algo raro. “Claro que trabajo menos. Todo el mundo en la empresa lo hace. Y ven o escuchan los partidos. Puedes saber que ha habido un gol por los gritos en el despacho de al lado”, confirma Javier (que no quiere dar su apellido), ingeniero en una multinacional española especializada en construcción de infraestructuras para el sector del petróleo y del gas. “No podemos cerrar antes, pero evidentemente se reduce la intensidad y pasamos más rato en la trastienda, entre otras cosas porque nadie viene a comprar medicamentos mientras hay partido”, sostiene Alberto, responsable de una farmacia en el barrio de Chamartín.
Las grandes superficies y comercios online también aprovechan el Mundial. Con rebajas. La inmensa mayoría de los grandes nombres del sector han lanzado campañas en las que bajaban sus precios en indumentaria deportiva, televisores, proyectores o juguetes, videojuegos o consolas vinculadas a la competición. También las empresas y apps de comida a domicilio se han subido al carro mundialista.
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