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Aliou Cissé rompe con los estereotipos

El seleccionador de Senegal, el único de raza negra en el Mundial y también el peor pagado, trata de conducir al equipo a la cota que alcanzó en 2002 con él como capitán sobre el campo

Aliou Cissé dirige a Senegal durante el partido contra Polonia en Moscú.
Aliou Cissé dirige a Senegal durante el partido contra Polonia en Moscú.FRANCISCO LEONG (AFP)

A Bruno Metsu le llamaban el “león blanco”. Futbolista de discreta trayectoria en Francia, a su retirada mediados los ochenta se desenvolvió con similar atonía hasta que recién iniciado el presente milenio atendió una llamada de la selección de Guinea. Nada extraño, otro seleccionador galo al frente de un país subsahariano francófono. A aquellas alturas Camerún ya había impactado al mundo en cuatro participaciones en los Mundiales; Nigeria ya no era un paria tras superar la fase de grupos en sus dos presencias y colgarse incluso una medalla de oro en los Juegos Olímpicos y también Sudáfrica también se había mostrado más allá de aquel iniciático y desdichado estreno de Zaire en terreno alemán en 1974. En todas esas experiencias jamás a una selección subsahariana la había dirigido un nativo, todos sus técnicos fueron europeos. Como Metsu, que apenas estuvo seis meses en Guinea antes de atender la llamada de Senegal.

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Menos de dos años le bastaron para edificar un mito. En una céntrica plaza de Dakar, la capital senegalesa, un mural con el rostro de Metsu acompaña al de africanos ilustres. En 2013 murió el entrenador que pilotó la clasificación y el estreno de Senegal en un Mundial. Fue once años antes cuando dejaron atrás a Francia, que llegaba como campeona, y Uruguay para acceder a octavos de final. Allí superaron a Suecia con un gol de oro en la prórroga antes de que Turquía les cerrase el camino a la semifinal en idéntica suerte. El mediocentro, líder y capitán de aquel equipo, el hombre de máxima confianza para Metsu es ahora, la segunda vez que Senegal se asoma al gran escaparate futbolístico, el seleccionador. Aliou Cissé, de 42 años, es el entrenador más joven del Mundial, también el único de raza negra y el que tiene el peor sueldo, apenas 200.000 euros anuales.

En 24 participaciones de selecciones subsaharianas apenas en cinco oportunidades los seleccionadores nacieron en el país al que representaban. El resto eran europeos. En este mismo campeonato Nigeria se ha presentado con el alemán Gernot Rohr al frente. Él encarna un repetido estereotipo, el del técnico que transita por varios destinos del continente negro: antes de llegar a su banquillo actual había pasado por los de Burkina Faso, Níger y Gabón. “Soy el único entrenador negro del Mundial, pero la verdad es que estos debates me molestan”, explicó Cissé al poco de llegar a Rusia. Y completó: “El fútbol es un deporte universal y el color de piel poco tiene que ver. Solo espero que se sumen más compañeros en un futuro y puedan dar el paso que he dado porque ya se ven muchos futbolistas africanos en las mejores ligas”. Él lleva tres años al frente de Senegal tras relevar al mítico excentrocampista francés Alain Giresse. En Rusia está acompañado por tres excompañeros en aquella epopeya de 2002, Tony Silva, Lamine Diatta y Omar Daf.

“Hay menos entrenadores negros porque creen que somos estúpidos”, clamó en su día alguien que fue campeón del mundo como zaguero, Liliam Thuram. “Cuando era joven había gente que pensaba que los negros no podíamos ser defensas o porteros porque éramos fuertes y ágiles, pero no teníamos capacidad para concentrarnos”, denunció. Si se atiende a las cinco grandes ligas europeas, tan solo tres equipos de un total de 98 acabaron con entrenadores de esa raza al mando: el holandés Clarence Seedorf en el Deportivo, el inglés nacionalizado irlandés Chris Hughton en el Brighton y el caledonio de pasaporte francés Antoine Kombouaré en el Guingamp.

Bruno Metsu da instrucciones a sus jugadores durante el Mundial de 2002.
Bruno Metsu da instrucciones a sus jugadores durante el Mundial de 2002.REUTERS

Cissé llegó con apenas 16 años a Francia. Pronto se integró en las categorías inferiores del Lille y allí conoció a Metsu. Más tarde coincidieron ya como técnico y jugador en el Sedán antes de volver a verse en la selección. Dice que de él aprendió el rigor y al tiempo la cercanía con los futbolistas. “Creo que estoy muy preparado tácticamente y trato de entender que detrás de un futbolista hay siempre una persona”, se define. Y al tiempo explica también cual es la mentalidad de su equipo. “Somos africanos, queremos vivir bien juntos, sentir el placer de disfrutar de todo lo que hacemos. Esa es nuestra historia y nuestra cultura”.

Este domingo, contra Japón (17 horas, Cuatro), Cissé puede conducir a su equipo a los octavos de final y convertirse tras el nigeriano Stephen Keshi en el segundo entrenador africano en acceder a unos octavos de final del Mundial. “Pero pocas cosas serán como en el 2002”, sugirió con un deje de nostalgia tras superar a Polonia el pasado martes. Metsu estaría satisfecho. Falleció víctima de un cáncer sin haber cumplido los sesenta años de edad en Coudekerque, su localidad natal, una villa limítrofe con Bélgica, tierra de gente austera. Pero antes pidió que su cuerpo fuese trasladado a Dakar. Se había casado con una senegalesa y convertido al islam. “Cuando le conocí supe que yo algún día sería entrenador”, concluye Cissé. En África hace fortuna una leyenda: “Los leones no mueren, duermen”.

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