El Real Madrid de Laso, un campeón infinito
Los blancos logran su 34ª Liga, el 15º título de una era memorable, tras superar a un orgulloso Baskonia en su enésimo ejercicio de superación del curso. Rudy, con 27 puntos y 6 triples, MVP de la final
El Real Madrid ganó el tercer asalto consecutivo de una final bárbara y se proclamó campeón ante un Baskonia conmovedor en su resistencia. En Vitoria cazaron los blancos su 34ª Liga, el 87º título de la sección en 87 años de historia, el 15º en siete temporadas con Laso —5 Copas, 4 Ligas, 3 Supercopas, 2 Euroligas y 1 Intercontinental—, a una media gloriosa que emparenta sin discusión con las célebres etapas de Pedro Ferrándiz (27 trofeos en 13 campañas) y Lolo Sainz (22 conquistas en 14 cursos).
Triunfó el mejor equipo de la competición, con solo cinco derrotas en 43 partidos, la cifra más baja en los siete cursos de Laso en el banquillo. Completó con éxito el Madrid la temporada más larga de su historia con 83 partidos (64 victorias y 19 derrotas), a ritmo NBA. Acabó en lo más alto del podio un grupo indestructible que se levantó de todas las adversidades para acabar conquistando un doblete histórico de Liga y Copa de Europa, algo que solo ha logrado siete veces el club (cuatro en la década de 1964 a 1974; una más en 1980; y dos con el técnico vitoriano al frente, 2015 y 2018). Otro hito para un Madrid memorable que lo tuvo todo para desistir, pero apostó fuerte por prolongar su dinastía. Un rodillo competitivo que sobrevivió a todo con talento y carácter, sin excusas contra la desdicha. Con Rudy como MVP de la final, con 27 puntos y 6 triples; con un gran Campazzo y un notable Ayón; con Doncic dejando un triple providencial en su despedida de blanco; con mil recursos y una voluntad pétrea, y con otra oda al espíritu de equipo y la fuerza gremial, el Madrid se apuntó el tercer asalto consecutivo de una final sin tregua a pesar del contundente 3-1.
El Baskonia confundió de inicio el vértigo con las prisas y se presentó en el cuarto asalto con un 1 de 6 en tiros de campo en los primeros cuatro minutos de partido. Pero, con cinco puntos consecutivos de Shengelia, los de Pedro Martínez desatascaron rápido el aro rival y correspondieron al sísmico apoyo de su emotiva hinchada. Subieron los decibelios en la grada y en la pista y el Madrid se agarró a dos de sus principales baluartes en la final: Tavares y, sobre todo, Carroll. El escolta de Wyoming comenzó a producir a buen ritmo para contener la embestida baskonista (21-14, m. 8) y, con su acierto y el claro dominio bajo los aros (5-12 en rebotes en ese tramo), los madridistas ajustaron el pulso.
Pedro Martínez confió en el doble motor Vildoza-Beaubois para agitar y exigir a la defensa madridista pero, con ocho puntos de Rudy y el primer triple de Thompkins, los blancos tomaron la iniciativa tras un parcial de 2-15 (23-29, m. 13). El relevo que dio Granger en la sala de máquinas baskonista destempló ligeramente a los suyos mientras Rudy siguió incrementando el roto al otro lado de la pista con un flamante 4 de 4 en triples en seis minutos. Se reenganchó a duras penas el conjunto vitoriano con otra versión rutilante de Janning, pero el impacto de la sacudida de Rudy dejó atronado a los locales y marcó tendencia antes del viaje a los vestuarios.
Indetectable para los radares vitorianos, el alero mallorquín firmó un segundo cuarto sublime con 17 puntos, 2 asistencias, 2 recuperaciones y 21 de valoración que, sin embargo, no se tradujeron en un excesivo despegue madridista (38-42, m. 20). Minimizó el demarraje el Baskonia endureciéndose en la faceta reboteadora y calcando el acierto de los de Laso desde el 6,75 (con 5 de 13 en triples al descanso).
La final más anotadora desde 1990 (a casi 90 puntos de media por equipo); la más igualada desde 2010 (por lo ajustado de los marcadores); la que marcó el nuevo récord de asistencia a un partido de playoff (los 15.512 espectadores del tercer partido) y la más espectacular en mucho tiempo volvía a deparar otro potente episodio cargado de intensidad, talento y resistencia.
Lo confirmó Shengelia inaugurando la segunda mitad con su segundo triple de la noche y protagonizando una refriega en la pelea por un rebote que hizo saltar toda la tensión acumulada. Se calentó como nunca el partido, cayeron objetos a la pista, perdió los estribos Tavares buscando ajustar cuentas con el pívot georgiano y salió espoleado el Baskonia en busca del empate en la final. Pero Campazzo sofocó la caldera vitoriana con un triple providencial para los suyos y una dirección iluminada en los minutos más ásperos (45-52, m. 24).
No desistió el Baskonia, de nuevo con Shengelia como ariete. Pero, cuando Toko había acercado a los suyos a un punto del Madrid, Rudy retomó la faena en el mismo punto de acierto febril en el que lo había dejado. Llegó el quinto triple del menorquín para hilvanar otro colchón de puntos favorable al Madrid (54-61, m. 27). El parcial enseñó las costuras del umbral agonístico del Baskonia que, a pesar de un triple de Marcelinho, entró en la recta de meta con el pie cambiado. Hizo la corbata el lanzamiento de Thompkins que hubiera colocado a los de Laso 11 arriba y se salió la bandeja de Janning que habría acercado a 6 a los de Pedro Martínez (57-65, m. 30).
A cada coletazo de orgullo del Baskonia respondió el Madrid a golpe de martillo, el último con el sexto triple de Rudy que tuvo tintes de puntilla para el león vitoriano (64-75, m. 34). Quedaban aún rugidos en el Buesa Arena y Beaubois los desató todos con otro bingo desde el 6,75 que resucitó la fe azulgrana (71-75, m. 35). La extenuación hizo temblar la concentración y el pulso. Y, con el Baskonia en la nuca, llegó la segunda canasta de Doncic en el partido, un triple a una pierna que acabó siendo el póster de su despedida rumbo a la NBA. Deja un Madrid histórico. Un campeón infinito que conquistó una Liga monumental.
Un triple de locura, una canasta para la historia: @luka7doncic, a una pierna, a una mano y en un momento decisivo.#PlayoffLigaEndesa pic.twitter.com/W0efZ3Uwth
— Liga Endesa (@ACBCOM) June 20, 2018
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