El Real Madrid vuelve a reinar
Los de Laso conquistan la 10ª Copa de Europa del club tras sobrevivir al Fenerbahçe de Obradovic, a un ambiente hostil y a un curso adverso gracias a su conmovedor espíritu de equipo (85-80)
En una oda al espíritu de superación y al esfuerzo colectivo, el Real Madrid alcanzó en Belgrado la 10ª Copa de Europa de su historia tras batir a un Fenerbahçe orgulloso en la derrota (85-80). Sobreviviendo a un partido durísimo, a la embestida final de los turcos, a un ambiente hostil y a una temporada endiablada, los de Laso recuperaron el trono continental tres años después. Con 17 puntos de Causeur y 15 del MVP Doncic, con un rebote providencial de Thompkins, con un Tavares inmenso y con el sacrificio conmovedor de todos los miembros de la plantilla, los blancos atajaron la mística de Zeljko Obradovic. Felipe y Llull alzaron la Euroliga de la resiliencia para un grupo que se levantó de todos los varapalos para tocar el cielo.
Cincuenta y cuatro años después de su primera conquista continental, el Madrid de Laso alzó la Décima, la segunda Euroliga en los siete años memorables del técnico vitoriano en el banquillo blanco. En Belgrado, el baloncesto madridista ganó la primera Copa de Europa fuera de España desde 1980, cuando el equipo de Corbalán, Brabender, Walter Szczerbiak, Rullán y Meister, entrenado por Lolo Sainz, se impuso en la Deustchland Halle de Berlín Occidental al mítico Maccabi de Aroesti, Berkowitz, Silver, Perry y Williams. Aquel día, un rebote de Szczerbiak en su último servicio a club sirvió para asegurar la Séptima, que tardó en encontrar relevo. En el póster de la siguiente conquista aparecían el gigante Sabonis, Arlauckas, García Coll, Santos, Antúnez, Lasa, Cargol Biriukov y Antonio Martín levantando el título en Zaragoza en la edición de 1995, con Obradovic al mando.
En los 15 años trascurridos entre ambos éxitos, tan solo una final, la de 1985 contra la Cibona de un Petrovic inabarcable. Y, desde aquel 1995, otra travesía del desierto con solo cinco trofeos en 16 temporadas hasta la llegada de Laso. En ese tiempo pasaron por el club más de un centenar de jugadores y 11 entrenadores con pocos paréntesis reseñables como la Recopa del 96, la Liga de Djordejevic y Scariolo en el Palau en 2000, la del triple de Herreros en Vitoria en 2005, con Maljkovic en el banquillo, y la Liga y la ULEB que ganó Joan Plaza en 2007. Con Laso al frente el Madrid ha conquistado 14 títulos en siete temporadas y ha disputado 20 finales sobre 28 posibles en todas las competiciones. La victoria de 2015 ante Olympiacos en Madrid, cimentada en la puntería de Carroll, la bravura de Llull, la inventiva del Chacho y el espíritu canchero del mvp Nocioni, ya tiene sucesores. Después de año y medio de sequía dentro de un ciclo prolífico, el lasismo sigue estirando su dinastía y reencontrándose con la historia.
La conquista llegó con sufrimiento y en un partido duro y enrevesado. Se enredó el Madrid en otro inicio destemplado similar al de la semifinal ante el CSKA, pero esta vez los de Laso lo corrigieron con mayor celeridad. Mientras encontraban los blancos la fórmula para detener al grandullón Amet Diverioglu (ocho puntos en los primeros seis minutos), Doncic se encargó de sostener la intendencia y los nervios. Los seis puntos de la estrella eslovena fueron la única noticia de los blancos en ataque hasta que encontraron la veta de los triples. Entonces aparecieron en la final a golpe de martillo. En apenas cuatro minutos, Causeur, Rudy, Llull y Randolph acertaron consecutivamente desde el 6,75 y, en un santiamén, se pasó de 6-11 al 21-17 con el que se cerró el primer cuarto.
Mientras el Fenerbahçe se tentaba la ropa, los blancos estiraron el impulso y el parcial hasta 25-17 gracias a su dominio del rebote y a los buenos minutos de Rudy. Pero se rearmaron los de Obradovic con la contundente aparición de Melli en el partido. El italiano anotó 11 puntos entre el minuto 12 y el 16 que solucionaron de inmediato la espesura ofensiva de su equipo y espolearon a las hordas turcas que abarrotaban las gradas del Stark Arena de Belgrado. La hinchada amarilla desplegaba orgullosa sus coros y danzas en mayoría absoluta, más de 12.000 sobre un aforo de 17.000, mientras en la pista se libraba una batalla sin tregua. Superó el Madrid el ambiente hostil, con reminiscencias incluso cromáticas con la final de Milán 2014, y a un rival de colmillo.
Tomó de nuevo la iniciativa el conjunto de Laso a la vuelta de vestuarios con un parcial de 7-0 que rebajó de nuevo Melli a dentelladas. La brega de Felipe y la puntería de Causeur reactivaron al Madrid en ese tramo mientras Obradovic seguía tocando teclas. Se agigantó el escolta francés con 12 puntos en el tercer cuarto que llevaron a los blancos a acumular una hucha significativa antes de entrar en la recta de meta (63-55, m. 30). Incapaces de fijar el foco ante las múltiples amenazas madridistas, los de Obradovic dieron varias vueltas de tuerca en su intensidad defensiva y reclutaron a Dixon casi como fetiche, después de su actuación febril en los últimos minutos de la semifinal ante el Zalgiris.
Dominaba el Madrid y tuvo Doncic una opción de dos más uno que podía haber llevado a los blancos hasta la frontera de los 10 de ventaja, pero la pelota se salió tras rondar el aro y además el esloveno falló uno de los tiros libres. Acto seguido llegó un triple, de nuevo de Melli, que rebajó el optimismo madridista a la mitad (66-61). Pero no titubearon los blancos, amparados en ese tramo por la intimidación de Tavares, el gobierno de Doncic y el pulso de Carroll. Un triple del escolta de Wyoming otorgó por fin la renta psicológica de la decena a los de Laso a seis minutos justos para la conclusión de la final (71-61).
El miedo barnizó a la grada turca mientras Tavares se convertía en un titán estilo Udoh, capaz de llegar a todos los balones y de obligar a modificar todos los tiros del rival para intentar sortear su infinita sombra. Siguió Melli manteniendo conectado al Fenerbahçe con un acierto sobresaliente, pero al Madrid le seguían funcionando mejor la cabeza, las manos y las piernas. La carga definitiva del cuadro turco consistió en reunir en pista a Dixon y Wanamaker para multiplicar la agitación en busca de alguna solución improvisada. Sin Llull primero y sin Doncic después, ambos eliminados por cinco faltas, gestionaron los de Laso la renta ante la fiereza desesperada de la defensa turca. Ganaban los blancos por nueve a 1m 23s del final después de dos tiros libres de Doncic (80-71). Pero cuatro puntos de Wanamaker y un triple de Dixon colocaron al Fenerbahçe a un palmo de la hazaña mientras el Madrid acumulaba pérdidas de balón y fallos desde el tiro libre (81-78). Erró dos más Causeur en plena efervescencia turca, pero Thompkins rescató un rebote providencial ante Melli para dar la vida y la Décima a un Real Madrid conmovedor.
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