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ANÁLISIS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La NBA coge a Luka y no ve a Pablo y Zeljko

.Las franquicias reclutan a las figuras europeas cada vez más pronto y en cambio no se fijan en los entrenadores que forjan equipos como el Madrid o el Fenerbahçe

Robert Álvarez
Doncic tira a canasta ante Melli.
Doncic tira a canasta ante Melli.ANDREJ ISAKOVIC (AFP)

Luka Doncic, el MVP y campeón de la Euroliga con el Real Madrid y el jugador del año habida cuenta de que también fue determinante para que Eslovenia se alzara con el título en el Eurobasket disputado en septiembre, nació en febrero de 1999. Por entonces, un selecto ramillete de jugadores europeos ya competía en la NBA. Casi todos habían destacado previamente durante algunas temporadas en el viejo continente, caso de Petrovic, Sabonis, Marciulonis, Radja, Volkov o Danilovic. Debutaron en la NBA con una edad que rondaba los 25 años, excepto Sabonis que ya tenía 31, y algún caso excepcional, como los de Divac y Stojakovic, que aterrizaron en Estados Unidos con 21 años.

Por aquella época, de la lanzadera intercontinental salieron jovencísimos europeos que han marcado una época: Nowitzki, en Dallas con 20 años; Parker, en San Antonio, con 19; y Pau Gasol, en Memphis, con 21. El trío rompió todas las reglas no escritas. La NBA dejó de mirar por encima del hombro primero y de reojo después. Acabó poniendo sus microscopios sobre Europa. Desde entonces, son pocas las estrellas que rehúsan la aventura americana. Llull es una de las pocas excepciones. Porzingis debutó en los Knicks con 20 años, Antetokounmpo en los Bucks cuando todavía no había cumplido 19. Doncic, si nada cambia, debutará en la NBA con 19 años.

La regeneración del baloncesto europeo es obligada. Las grandes figuras se van cada vez más jóvenes. Los equipos de este lado del Atlántico no tienen manera de defenderse frente al poderío económico de las franquicias estadounidenses y el legítimo interés de los jugadores. El mundo entero disfruta de su juego en la NBA.

Los clubes europeos deben reinventarse año tras año. El Fenerbahçe fue campeón el año pasado y acto seguido perdió a dos de sus dos principales estrellas, Bogdan Bogdanovic (Sacramento Kings) y Udoh (Utah). Dos cuartos de lo mismo le sucede a la mayoría de grandes clubes europeos. Al fin y al cabo, uno de los muchos méritos del Real Madrid, ha estribado en conservar a Llull, una rara avis en el statu quo del baloncesto mundial, y en mantener el nivel que alcanzó con jugadores que se fueron a la NBA como Sergio Rodríguez, Mirotic o Willy Hernangómez.

La dinámica tiene su parte negativa, evidente, cuando jugadores de tal calibre abandonan un equipo. No se antoja sencillo detectar, desarrollar y ensamblar en la dinámica de un equipo a jugadores con el talento que requiere un club puntero en la Euroliga.  La regeneración, en cambio, conlleva aspectos que pueden ser positivos, como la asunción del liderazgo por nuevos jugadores y el obligado cambio de registro en el estilo del equipo. Se entiende que la NBA se lleve a Doncic. No se entiende que hasta la próxima temporada no vaya a debutar allí el primer entrenador europeo, el serbio Igor Kokoskov (Phoenix), y que no sepan apreciar el potencial de técnicos de una categoría tan contrastada como Zeljko Obradovic o Pablo Laso.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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