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Francia gana con el VAR a Australia

El colegiado uruguayo Cunha señala el primer penalti en un Mundial con la ayuda de la tecnologia.

Ladislao J. Moñino
Griezmann lanza el penalti.
Griezmann lanza el penalti.JOHN SIBLEY (REUTERS)

Y al quinto partido, el VAR influyó en el resultado de un partido celebrado en un Mundial. Francia fue la beneficiada de una decisión histórica tomada por el colegiado uruguayo Andrés Acunha en el minuto 54. Había caído Griezmann en el área tras una entrada del defensor australiano Ridge. Cunha no apreció la infracción y el juego continuó hasta que el asistente de vídeorbitraje, el argentino Mauro Vigliano, reclamó la presencia del árbitro. El parón generó esa frialdad y ese silencio expectante que conlleva la tecnología que ha entrado a formar parte del juego. Cunha consultó las imágenes y decidió señalar los once metros. La repetición mostraba un contacto de Ridge con el pie de atrás de Griezmann. Los aficionados australianos más cercanos a la ubicación del set del asistente de video trataron de disuadirle antes de decidir. Con la mano trataban de decirle que no había sido penalti. En el aire queda si el francés hubiera llegado a la pelota porque el control se le había ido un poco largo. Griezmann no perdonó, pero en su celebración hubo algo de esa frialdad que transmite el invento. El segundo gol francés también fue dado por bueno gracias al VAR. La parábola de Pogba, nacida de un rebote, pegó en el larguero y boto un par de centímetros por detrás de la línea. A Cunha le vibró el reloj, que es el chivato con el que los asistentes del VAR le transmiten a los colegiados que la pelota ha entrado. La tecnología del gol fue clave para que la correosa Australia doblara la rodilla.

La selección de Didier Deshamps tuvo que destripar un partido recio y pegajoso. Frente al poder intimidatorio del tridente Griezmann, Mbappe, Démbéle, Australia se desplegó dispuesta a librar una batalla física en propio su campo. Van Marwijck jugó a hacer pensar a una Francia más diseñada para atacar al galope que trote. Cuando se asentó tras diez primeros minutos de acoso, fue una roca. Cerró los espacios comandada por el incombustible Aaron Mooy. Nadie como el mediocentro del Huddersfield representó el espíritu combativo “aussie”. Tienen los mundiales un efecto revitalizante en las selecciones menores. Estas suelen tomarse los partidos como una cuestión de orgullo. Se trata de no ser ridiculizados y de competir con el cuchillo entre los dientes. Y eso trasmitió Mooy a los suyos, que crecieron alrededor de él. Allí donde Francia trataba de progresar, allí se encontraba Francia con la brega del volante australiano.

Dejaron los franceses la sensación de que tiene más jugadores que juego. El perfil granítico de sus tres mediocentros, Kanté, Pogba y Tollisso, le obliga a acortar el trámite en el centro del campo. Sin laterales que percutan de verdad, ni Lucas ni Pavard arriesgaron en exceso, echó en falta un creador para conectar con su amenazante ataque. Griezmann rotó con Mbappe en el eje del ataque, pero ejerció poco de diez. Démbéle lo intentó por la izquierda y por la derecha, pero apenas encontró su punto de desborde. La carga ofensiva de Australia, bien adiestrada en la pizarra por el zorro Van Marwicjk, se redujo a las jugadas a balón parado. Ejecutó cada córner y cada falta lateral como si fueran su última bala. Tollisso desvió hacia la puerta de Lloris una de ellas y obligó al meta galo a una exhibición de reflejos.

La grosera mano de Umtiti que generó el penalti vino de un centro lateral. Jedinak lo transformó con la calma suficiente para esperar a que Lloris se venciera a su derecha y superarle con un golpeo manso al otro palo. Restaban 20 minutos y Deschamps tomó una decisión que alimentará la polémica en Francia. Sentó a Grioezmann, que se sorprendió de ser el elegido, para dar entrada a Giroud. Al poco castigó a Démbéle para meter al fino Fekir. Con esa carga final, Francia metió a Australia en su área y allí, Pogba tuvo la fortuna de encontrarse con ese reboto que voló ppor encima del portero australiano, botó por detrás de la línea y la tecnología del gol validó.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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