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LaLiga Santander jornada 36
Celta
Celta
Maxi Gómez 12'
1 1
Finalizado
Deportivo
Deportivo
Lucas Pérez 90'

Lucas Pérez convierte Europa en una quimera para el Celta

Un gol postrero del delantero del Deportivo rescata un punto para su descendido equipo en el campo de su eterno rival y acalló la fiesta en Balaídos

Lobotka, del Celta, disputa la pelota a Emre Çolak, del Deportivo.
Lobotka, del Celta, disputa la pelota a Emre Çolak, del Deportivo.Salvador Sas (EFE)

Un gol sobre la hora rescató un empate para el Deportivo en Balaídos y dañó al Celta, que con el triunfo mantenía una ilusión por llegar a competición europea que ahora es una quimera. Hasta 52 puntos podría llegar el equipo que dirige Juan Carlos Unzué si gana en el Bernabéu al Madrid y en el cierre como locales ante el Levante. Un triunfo este domingo del Getafe en Las Palmas acabaría con cualquier esperanza y convertiría esas dos últimas jornadas en un trámite. En esa nada anda el Deportivo, que pasó el mal trago de visitar con el descenso en la mochila el feudo de su eterno rival.

El tanto encajado resumió uno de los grandes quebrantos del Deportivo durante los últimos meses, el de la inconsistencia en su portería. Ahí, casi siempre que ha estado disponible, se ha alineado Rubén Martínez, un portero de buenas condiciones, pero con querencia al error, grave problema para una demarcación que no admite irregularidades, en la que de nada vale alternar intervenciones de mérito y fallos de bulto. Rubén ha estado desafortunado esta temporada, pero no ha engañado a nadie. Va a cumplir 34 años, no es un desconocido. La cuestión es que seguramente debió asumir un rol que jamás tuvo que corresponderle. Hace casi dos años llegó al Deportivo como tercer portero y como tal salió poco meses después hacia el Anderlecht, donde disputó varios partidos europeos y se quedó en el banquillo en los de liga. Esta campaña al final del verano desde los despachos del club, los mismos desde los que se aconsejó firmar tres años al improductivo Tyton, le invistieron con la titularidad mientras Pepe Mel clamaba por refuerzos en la meta. Cuatro porteros tuvieron la oportunidad de desbancarle, todos confirmaron que Rubén debía ser, entre ellos, el titular.

Rubén se comió el gol del Celta en un nuevo fallo grosero que le retrató como un portero incapaz de imponer su cuerpo y la longitud de sus brazos ante un delantero, fuerte sí como el charrúa Maxi Gómez, que estaba de espaldas a la portería y convirtió sus dorsales en una muralla para el guardameta. Ocurrió a los doce minutos de partido mientras todo el Deportivo, no solo Rubén zozobraba sobre el césped de Balaídos. El Celta, que no está para alardes, les superó de inicio por orgullo, por fe, por fuerza. Podría haberlo hecho también por fútbol, pero quizás pensaron que les iba a bastar unas pinceladas, por ejemplo unos brochazos de Brais Méndez, que ha aprovechado la ausencia de Iago Aspas para mostrar un talento que aún debe medrar porque su la altura de su vuelo dependerá en gran parte de su ambición más que de sus condiciones.

El testarazo de Maxi Gómez ante la dimisión de Rubén deprimió al Deportivo aún más de lo que pareció exhibir desde que empezó a rodar la pelota. El Celta, aún en un tono bajo, le sometió, le cerró la puerta de tal modo que impidió disparos hacia su meta durante los primeros 35 minutos de partido y pudo aumentar la ventaja en un mano a mano en el que, entonces sí, Rubén se impuso a Maxi Gómez.

Antes de la media hora de partido, Seedorf levantó del banquillo a Valverde y Borja Valle como dando a entender a sus chicos que aquel no era el camino. Seedorf, que ha cantado victoria en dos de los catorce partidos en que ha dirigido por ahora al Deportivo, es muy de gestos. Casualidad o no el equipo se activó. Tampoco fue Brasil del setenta. El Celta, que no es un equipo especialmente fiero cuando se cierra atrás, se juntó y le bastó para parecer infranqueable. Sergio respondió a una volea desde la frontal de Guilherme y Lucas Pérez pidió un penalti por mano de Cabral que seguramente ni el VAR hubiese concedido.

Así, bajo la intensa solana del mayo vigués el partido avanzó sin mayor chicha, carente de ritmo. Cada acelerón del Celta dejaba al Deportivo muy atrás, pero nadie acabó de concretar para los locales. Un gol de Wass murió en fuera de juego bien visto por el linier y el partido llegó vivo a los últimos minutos. Todo acababa entre el cachondeo y la algarabía de la parroquia celeste, que disfrutó del desplome deportivista, de recibirlo en Primera como equipo de Segunda. Pero ya en los cinco minutos de prolongación sobre los noventa de reloj, en la única conexión productiva de toda la temporada entre Andone y Lucas Pérez, el delantero coruñés empató el partido y frustró las últimas ilusiones del Celta por llegar a Europa. "¡Lucas selección!", se mofaba el graderío de Balaídos del mejor futbolista de su rival. Hasta que seleccionó una bala del cañón de su zurda. “Lo teníamos controlado”, lamentó al final Maxi Gómez. Lo parecía, pero no era así.

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