Mal inicio de Giro para Froome, que cede 37s a Dumoulin en 10 kilómetros
El inglés sufrió una caída mientras calentaba horas antes de la contrarreloj en Jerusalén
La bici le patinó a Chris Froome sobre el asfalto ardiente de Jerusalén y el inglés dio con el anca en el suelo, se destrozó el culotte y se despellejó la piel. Horas después de sufrir de golpe la luz del presagio de que el Giro de Italia comenzaría cuesta arriba para él, la realidad lo confirmó triste. Por las calles del Jerusalén moderno, alrededor de la tan bíblica ciudad antigua y sus murallas, la contrarreloj de Froome y su final en cuesta empinadísima ante la puerta de Jaffa fue una subida al calvario textual. El inglés perdió 37s ante el inevitable Tom Dumoulin, el holandés que, como se esperaba, empieza de rosa, el color con el que terminó hace un año. La suya, vestido con el ajustado maillot de campeón del mundo de contrarreloj, fue la exhibición a lo Indurain de una locomotora, pistones y cilindros regulares y potentes, en un circuito de 9,7 kilómetros con más subidas que bajadas, calor de horno y velocidad media superior a los 48 kilómetros por hora.
El duelo entre el ciclista del presente que empieza a ser pasado, el Froome alicaído de las sospechas y la negación permanente, y el Sky que todo lo puede, y el ciclista que trae el futuro ya presente, el Dumoulin de la calma y la fuerza, comienza desigual. “Esto es todo lo que deseaba, la maglia rosa y un buen montón de tiempo respecto a los rivales”, dijo, obvio, Dumoulin, de 27 años. “Sabía que estaba preparado para el Giro, pero no estaba seguro de ganar. El circuito fue muy duro, ideal para mí”.
Solo se acercó a Dumoulin el especialista australiano Rohan Dennis, que eligió una salida temprana y se vio condenado por ello, y por su magnífica prestación (12m 4s, solo 2s más que el holandés) a pasarse largos minutos y horas en la llamada silla caliente, de la que solo le desalojó el último que salió, Dumoulin. El mejor de los 12 españoles fue Pello Bilbao, sexto, a 18s. Su buena forma, ya mostrada hace tres semanas con un triunfo de etapa en el Tour de los Alpes, hace prever un Giro lucido para el vasco del Astana y su punta de velocidad y astucia atacante.
Todos los designados para inmiscuirse en el duelo entre los dos ciclistas que han granado las tres últimas grandes vueltas, se ubicaron en el espacio temporal por ellos delimitados, salvo el triste Fabio Aru, el sardo que no encuentra su forma, quien cedió 50s. Thibaut Pinot perdió 33s y Simon Yates, 20s.
Como los reputados escaladores colombianos Esteban Chaves (a 46s) y Miguel Ángel López (56s, y también, como Froome, se cayó en el calentamiento), Aru, ganador de la Vuelta de 2015, se verá obligado a exhibir sus dotes trepadoras (tal como hizo el Tour pasado en la Planche des Belles Filles) tan pronto como en la primera llegada en alto, a los 1.736 metros del observatorio astrofísico del Etna el jueves próximo, que se anuncia terrible por una carretera estrecha recién asfaltada, insólita en una carrera ciclista, avisan los organizadores.
Antes de la caída del sol el viernes, el Giro abandonó Jerusalén y sus exigencias de Sabbat y descanso hacia el puerto de Haifa en el Mediterráneo. De allí parte el sábado la segunda etapa, costera y llana, 167 kilómetros hasta Tel Aviv.
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