Getafe y Girona, una guerra por Europa
Empate en el Coliseum en un partido tosco, feo, lleno de interrupciones, marcado por la expulsión de Damián al borde del descanso
Alcanzar una plaza europea, para dos equipos que al comienzo del camino no consideraban mayor gloria que cerrar la permanencia sin sufrimientos innecesarios, bien vale una guerra. Getafe y Girona, candidatos a la séptima plaza que otorga un billete para la Europa League tras la derrota del Sevilla en la Copa, se emplearon con entusiasmo y dureza (en muchos momentos) con el objetivo de lograr lo que sería para ambos una gesta. Aunque más cerca de lograrlo pareció verse el Girona con la expulsión de Damián Suárez al borde del descanso (resolvió su forcejeo con Stuani con un puñetazo), el Getafe es una de esas presas difíciles de cazar. Con un jugador menos durante toda la segunda parte resistió al conjunto de Machín, y bien pudo llevarse algo más que el empate si Jorge Molina no se hubiera topado por dos veces con los postes.
Aunque ambos equipos luchan por lograr el billete a Europa, el punto de partida no podría ser más opuesto. Mientras que el Getafe genera cemento y solo permite abandonar la hormigonera a unos pocos elegidos, el Girona es proclive al pincel fino. Juega más liberado el equipo de Machín, aunque la única manera para que el planteamiento funcione dependa demasiado de la posesión del balón. Y en eso el Getafe es un traga-almas. Los azulones viven de la intensidad, de su capacidad para no perder el norte y de la fe y las piernas de muchos futbolistas. Solo Portillo juega con el cinturón suelto en el centro del campo. Una zona en la que atrapar la pelota es una función principal.
Con Fajr como eje y Flamini a su espalda, el Getafe se entregó a la velocidad de Ángel y Amath y al cuerpeo de Jorge Molina. En una jugada entre los dos primeros llegó el tanto del senegalés. Libre de marca enfiló la portería Ángel, remató al cuerpo de un defensor pero cazó el rechazo y tras llegar a línea de fondo puso un centro raso (sorprendente la pasividad de Granell) que Amath envió a la red. El gol iluminó al Getafe, trabado en la posesión y con la defensa precipitada. Le sentó mal el tanto al Girona, que con Timor y Granell en el centro no conseguía aprovechar los desmarques de Portu y la siempre intimidante presencia de Stuani.
Pero el delantero uruguayo juega al fútbol en todas sus versiones y logró sacar del partido a Damián en una jugada en la que el lateral de Getafe quedó sin alegato posible. En un forcejeo dentro del área y con el balón todavía en juego golpeó con el brazo a su compatriota y el árbitro lo expulsó con roja directa y señaló el punto de penalti. Stuani convirtió el lanzamiento y colocó a su equipo con 45 minutos por delante de superioridad. Pero no supo hacerlo.
Reubicado Portillo como lateral y Getafe mutó en su versión más característica. Reforzó el cemento y dejó migas en ataque para no tener que vivir dentro de la cueva. Y pudo cerrarla con pestillo cuando Bernardo agarró a Jorge Molina dentro del área y el colegiado señaló la pena máxima. Pero el Getafe arrastra una maldición esta temporada desde los once metros. Molina lanzó al poste (sexto penalti azulón marrado esta temporada) y todas las ilusiones de victoria desaparecieron. El Girona, con el susto en el cuerpo, se volcó en ataque pero el catálogo de faltas tácticas (y no tácticas) y el vaivén de tarjetas convirtió el partido en un suplicio. Se jugó a lo que quiso el Geta, a nada, y el Girona no supo como salir de ese arenal. De hecho, Molina, esta vez con un cabezazo, envió el balón al poste en el último suspiro del partido.
Con el empate el Getafe accede a la séptima plaza y el Girona queda empatado con el Sevilla en la octava. La lucha por llegar a Europa vivió una guerra en el Coliseum, aunque el resultado no resuelve todavía el desenlace final.
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