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Contar hasta siete, la técnica de meditación de Jon Rahm que lo acercó al Masters

El golfista vasco controla mucho mejor su explosivo carácter y demuestra que está listo para ganar un grande

Juan Morenilla
Rahm, en el hoyo 15.
Rahm, en el hoyo 15.MIKE SEGAR (REUTERS)

Era todo o nada. El único objetivo en ese hoyo 15 era un eagle para dar el zarpazo final en la caza de Patrick Reed y de la chaqueta verde del Masters. Jon Rahm lo tenía clarísimo. Tan claro como lo hubiera tenido Seve Ballesteros. Había que jugársela para ser campeón. El vasco apuntó a bandera y… la bola se fue al agua. Al mismo lago en el que el jueves había naufragado cinco veces Sergio García para acabar el hoyo con 13 golpes, récord histórico del torneo. En el fondo acabaron las esperanzas de uno y de otro. Las de Rahm de suceder a García y conquistar con 23 años su primer grande.

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Rahm acabó cuarto con -11, a cuatro golpes de Patrick Reed, su mejor clasificación en un grande. Y siempre fiel a sí mismo, jugando con la misma valentía todos los días. Mismo corazón, pero más cabeza que otras veces. Rahm era un toro desatado el año pasado en los grandes. Quería ir a por todas y se pasó de ganas. Los resultados no le acompañaron en su primer curso completo como profesional —un 27º puesto en el Masters como mejor nota— y le dejaron un amargo sabor. Las expectativas eran muy altas y en algún momento le abrumaron. Así que ahora ha aprendido a tener más paciencia. En los momentos de más tensión, esos en los que no hace tanto era capaz de tirar el palo, agitarlo enérgicamente o golpear la bolsa, cuenta hasta siete y respira profundo. “Soy muy emotivo y son trucos de meditación para relajarme”, explicó el domingo tras la ronda.

Y ahora, a disputar el Open de España

Cuando todavía no era una estrella mundial, un amigo le pidió a Rahm que, si llegaba a la cima, no se olvidara de dónde venía. “Jamás, eso nunca”, prometió el de Barrika. Y eso intenta. Esta semana juega el Open de España, en el Centro Nacional, Madrid, pese al trajín que supone el largo viaje en su agenda. Rahm se formó en la escuela Blume entre 2010 y 2012 y así responde al apoyo de la federación española. Y quiere que esté con él su abuela paterna, el mejor lazo con sus raíces.

Es una de esas técnicas para tener más control de sí mismo y más seguridad que ha entrenado estos días por teléfono con Joseba del Carmen, su preparador mental. “La respiración es la clave”, explica el psicólogo; “la mejor forma de vivir el presente es tu propio cuerpo. Es ir a lo más sencillo. Sentir tu cuerpo. Eso es lo real. Si aceptas lo que sientes, lo dejas atrás. Si sientes miedo, atraerás más miedo. Pero si lo aceptas, automáticamente baja la tensión. Eso es entrenar el cuerpo. Solo con verlo, se va”.

Por primera vez en su carrera, Rahm ha vivido en este Masters la presión de competir en los últimos hoyos del domingo por un grande. La lección vale su peso en oro. “Me he dado opciones, que es lo que quería. Voy aprendiendo. Una cosa es ganar en el PGA y otra hacerlo en un grande. Me he sentido cómodo. Me he demostrado a mí mismo que aprendo rápido. Espero tener otra oportunidad este año”, comenta Rahm.

Para ganar a menudo hay que perder. “Es importante cómo ha gestionado las vueltas, empezando con 75 golpes. Ahora tiene más presencia en el campo y más constancia de lo que pasa para gestionarlo mejor. Empezamos a madurar más las cosas. El año pasado todo era nuevo y eso es más peligroso. Ahora tiene calma, aunque en el campo tenga las reacciones normales”, analiza Del Carmen. Su juego no ha cambiado, pero sí su manera de controlarlo. También Eduardo Celles, el entrenador que le moldeó desde los 13 años —ahora el vasco no trabaja con ningún técnico específico en EE UU—, destaca su “coco”, además de un drive “impresionante”: “No se ha despistado nada. Ganará el Masters. En este campo saca sus mejores galas”.

A Celles le aseguró Rahm cuando era niño que sería el número uno del mundo. Así lo piensa y así se comporta. A lo grande. Rahm ha batido récords de precocidad de Jordan Spieth y Rory McIlroy para llegar al número dos mundial (ahora es el cuatro), y siempre tiene a Tiger y a Seve en mente. En Augusta le ha acompañado su padre, Edorta, que mide con cuidado el equilibrio entre la cercanía con el hijo y la distancia con el jugador. Rahm es un diamante que brilla ya con luz propia.

Clasificación completa del Masters.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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