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La metamorfosis de Lorenzo

La adaptación a la Ducati no está siendo fácil para el español, que pone el acento en mejorar su resistencia y su fuerza

La adaptación a la Ducati no está siendo fácil para el español, que pone el acento en mejorar su resistencia y su fuerza.Vídeo: Gianluca Battista
Nadia Tronchoni

Habitualmente de negro, ya sea vestido de calle o con ropa deportiva, ataviado en esta ocasión con ropa térmica, guantes y el cuello bien protegido, Jorge Lorenzo se calza las zapatillas, se pone el casco y se sube a la bicicleta. Sale de La Massana, en Andorra, donde pasa largas temporadas, dirección a la estación de esquí Ordino Arcalís, unos 20 kilómetros de ruta. El destino es lo de menos. Lo que le ocupa es el pedaleo. Es 5 de marzo y la sesión que le ha programado Iván López, su preparador físico, es de las tranquilas. Necesariamente. Acaba de volver de Qatar, donde se han celebrado los últimos entrenamientos de pretemporada: cientos de vueltas al circuito de Losail. Y en una semana debía volver al emirato para el primer gran premio de la temporada.

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El invierno que ha pasado, como las vacaciones de Semana Santa, no ha sido sino una prolongación de jornadas como esta. Para pilotar la Ducati ya advirtió el año pasado que debía mejorar su fuerza física. “Buscamos que tenga más fuerza en el tren superior”, explica López, con quien el deportista español trabaja desde hace poco más de un año. “Ya ha ganado músculo, ahora trabajaremos más en la resistencia. Esta moto, al frenar y al acelerar, le exige mucho; tira de la parte alta del pecho, del tríceps, así que hay que reforzar esa zona”.

Con más fuerza física, el piloto tendrá, también, más resistencia, y eso le ayudará a dominar y mover la moto, más pesada, más agresiva y con unas inercias distintas de las de la Yamaha, a la que estaba acostumbrado desde que en 2008 debutó en el Mundial de MotoGP.

El cambio no está resultando fácil para el tres veces campeón del mundo de MotoGP, que el año pasado, el de su debut con Ducati, fue el primero que pasó en blanco, sin una sola victoria, desde que se estrenó en la categoría reina. El 2018 lo arrancó en Qatar con un cero después de que un fallo en los frenos de su moto —reconocido el error por Brembo— le obligara a tirarse al suelo en plena carrera para evitar una caída. A su llegada a Argentina, donde se celebra este domingo la segunda prueba del año, asegura tajante que lo hace “muy fuerte físicamente”. Esas fueron sus primeras palabras. Pura reivindicación.

Ducati se estrena con victoria

La carrera más apretada. El GP de Qatar, la primera prueba del año, el 18 de marzo en Losail, terminó con Andrea Dovizioso en primer lugar. En el 15º cruzó la meta Abraham solo 23,287 segundos después, la distancia entre los 15 primeros más ajustada de la historia.

Duopolio Ducati-Honda. Las dos fábricas que se disputaron el Mundial 2017 son las únicas que han peleado por las victorias últimamente, han ganado los últimos 11 grandes premios. También fue así en la primera cita del año. De esas 11 pruebas, cinco carreras las ha ganado Dovizioso (Ducati), otras cinco Márquez (Honda) y una Pedrosa (Honda). Ninguna Lorenzo, que rozó el triunfo en Misano o Malasia, pero aún no ha ganado desde que fichó por la casa italiana.

Dovizioso supera a Lorenzo. El italiano, el primer piloto Ducati que gana la primera carrera del año desde Stoner en 2009, superó así a su compañero en una clasificación histórica, la de los pilotos que llevan más años ganando en MotoGP: el récord es de Rossi (16 años y 351 días desde el primer triunfo en 2000 hasta el último, el año pasado); Dovi (8 años y 235 días) es séptimo, por delante de Lorenzo, que no gana desde Valencia, 2016.

Estar obsesionado

Domar la GP18 se ha convertido en su obsesión. Pues, como advierte en el libro Lo que aprendí hasta los 30 —a camino entre una autobiografía y un libro de autoayuda— que publica este martes 10 de abril, “está muy bien estar motivado, pero es muy probable que haya miles de personas que estén tan motivadas como tú. Cada vez hay más competencia (...), solo un 1 o 2 por ciento dan el paso siguiente: estar obsesionados”. Él ha decidido darlo. Para comprobarlo, basta con seguirlo en una jornada de entrenamiento en los Pirineos.

Cuando Lorenzo dobla una curva cerrada que le da la bienvenida a Llorts, una menuda y coqueta localidad andorrana, sabe que ya solo le queda la mitad del camino. Pasan unos minutos de las once. Lo que no espera entonces es que se ponga a nevar. Empieza a hacerlo discretamente hasta que, a mediodía, los copos, enormes ya, dejan una postal para el recuerdo. Y algunas dudas en el equipo de avituallamiento, que no puede creer que Jorge e Iván estén aguantando el temporal sin rechistar. Pero lo hacen.

El mallorquín nunca hace ascensos solo. Siempre le acompaña Iván, al lado, o por delante, para tirar de él, en otra bici, que para algo es especialista en carreras de ultradistancia. Y detrás de ambos, como coche escoba y a modo de protección, algún miembro de su equipo al volante de un Seat León. El automóvil, además, servirá para evitar que los deportistas corran peligro en el descenso: las bicis en la vaca y ellos dentro del coche. Eso será después de subir el puerto de Arcalís. Ese por el que pasa el Tour de Francia, a más de 2.200 metros y con 1.200 de desnivel en total.

Dieta estricta

El día se completará con una comida ligera. Y, pese a que la compañía disfrutará de una buena selección de sushi en el restaurante de unos amigos, el también piloto Aleix Espargaró y el representante de ambos, Albert Valera, Lorenzo tendrá que regirse por su estricta dieta: pollo y verduras a la plancha y un poco de arroz blanco. Se relame al contemplar semejante exposición de comida. Pero lo tiene claro. “Si un día no entrenas o te saltas la dieta, puede que solo represente un 0,001% de pérdida de rendimiento, pero muchos 0,001% se acaban transformando en esa décima fatídica y determinante que separa el éxito del fracaso”, señala en su libro.

López y Lorenzo, en Andorra.
López y Lorenzo, en Andorra.

Cada día, siempre que no tenga competición, Lorenzo combina ejercicios cardiovasculares por la mañana —normalmente con la bicicleta, aunque ocasionalmente también ha practicado esquí de montaña— con los de musculación por la tarde: trabaja con máquinas de remo, con la elíptica y con pesas; y también con aparatos que le fabrica Iván, pues los ejercicios que debe hacer son muy específicos. Los detalles, eso sí, se los ahorran, tanto él como su entrenador. Como indica en un capítulo del libro que está a punto de sacar a la venta: “al enemigo, ni agua”. Que aunque esté todo inventado, es mejor no dar pistas.

Y una vez a la semana, para completar el entrenamiento, toca moto: dirt track, motocross (sin saltos, para evitar riesgos) o supermotard. En esas ocasiones, a menudo, cambia los bellos paisajes de montaña por la neblina habitual en el circuito de Alcarràs (Lleida).

“Pasamos entre cinco y siete horas trabajando, entre mañana y tarde”, apunta el corredor de Ducati, que busca recuperar con trabajo físico la distancia que todavía hoy le aleja de la victoria con su GP18, una moto difícil de manejar, especialmente en las curvas, y que no se pensó para paladares exquisitos como el suyo, de pilotaje fino. La metamorfosis es lenta. Y empieza por un Lorenzo más musculado.

“Dovi siempre ha intentado minarme un poco la moral”

Quienes mejor le conocen afirman que Jorge Lorenzo siempre resurge, cual ave fénix, por complicadas que se le pongan las cosas. Nunca pensó, al decidir cambiar Yamaha por Ducati, que le costaría tanto ganar con la moto italiana. Y el objetivo no es solo la victoria, sino el título. Ambicioso, el español tampoco esperaba que su compañero de equipo, Andrea Dovizioso, fuera uno de los aspirantes al título en 2017, el único capaz de plantarle cara a Márquez, y el ganador también de la primera cita de este 2018. Al terminar la carrera, al italiano le preguntaron por la adaptación de su compañero a la moto. “Sé lo que le pasa a Jorge, pero no sería correcto decirlo”, comentó.

“Dovi es muy inteligente, prácticamente lo sabe todo. Durante toda mi carrera siempre ha intentado minarme un poco la moral en ese sentido, y lo sigue haciendo”, decía el español en una entrevista que emitirá hoy Movistar MotoGP, en respuesta a aquellas palabras en Qatar.

Cordiales en el trato, rivales desde niños, nunca fueron amigos Lorenzo y Dovizioso, el agua y el aceite. Menos ahora, que compiten por mandar en un box en el que también se juegan su continuidad. Ni uno ni otro ha firmado todavía su renovación. Pero los resultados de los últimos meses, de momento, le han dado un giro a esta relación de fuerzas en la que siempre mandó Lorenzo. Su primer día en el ciruito de Termas de Río Hondo, con poco agarre y malas sensaciones, no fue muy bien, último el italiano, 17º el español, demasiado lejos del más rápido, Márquez. Este sábado los dos tendrán que mejorar sus tiempos si quieren ir directos a la QP2.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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