El Espanyol y el Alavés aburren en Cornellà
El cuadro blanquiazul y el equipo vasco empatan a cero en un partido sin fútbol ni emociones
La Liga es un tobogán hacia la nada para el Espanyol y el Alavés. Los muchachos de Abelardo ya regatearon la pesadilla del descenso; los de Quique Sánchez Flores, el sueño de Europa. Entonces, sin nada por lo que pelear, se aburrieron y aburrieron en el RCDE Stadium. Un cero a cero rotundo, sin más emociones que una carambola de Aarón que se estrelló en el travesaño y la reacción de la hinchada blanquiazul con Pau López, que dejará el club a final de temporada. De la indiferencia a los silbidos, pasando por los aplausos, el canterano sufrió todos los estados de ánimo de una afición sin más ilusión que esperar el final de una temporada para el olvido.
Al Alavés, en cambio, no le incomoda estar atrapado en la zona de nadie. Todo lo contrario, ya sufrió suficiente. Después de un amanecer de Liga convulso, Abelardo trajo paz a Mendizorroza, puntos para la clasificación. Con la satisfacción del trabajo terminando, el Alavés puede ver cómo se apaga la Liga sin más problemas que resolver la situación de Manu García. El capitán del cuadro vasco todavía no ha acordado su nuevo contrato. Y, por las dudas, ayer Abelardo lo dejó en el banquillo. Fue la única sorpresa en el once del técnico asturiano en Cornellà. Al Espanyol sí que le aprieta su lugar en la tabla. El siempre carismático Sánchez Flores ya no sabe cómo renovar su discurso para encender a la hinchada ni cómo acomodar a un equipo sin alma ni fútbol.
Después de 30 jornadas, Sánchez Flores todavía no ha encontrado su equipo ideal. Domingo a domingo, el técnico mete mano en el equipo, cuando no lo hace en el entretiempo. De arranque, ante el Alavés, Quique buscó el control del juego con Jurado y Granero en las bandas. La estrategia, en principio, le salió bien. El Espanyol se adueñó del cuero. Sin embargo, no encontró la manera de romper líneas ni de conectar con Sergio García y Gerard Moreno. El Alavés no se desesperaba, aguardaba sin prisa que la inocua posesión del cuadro blanquiazul se perdiera en alguna de las dos orillas del campo.
Más vértigo
Tras el paso por los vestuarios, Sánchez Flores cambió de sintonía: de la pausa al vértigo. Fuera Jurado y Granero; dentro Piatti y Melendo. Abelardo también apostó por la velocidad de Wakaso y Hernán Pérez. “Era importante quien marcara el primer gol, pero no sucedió. En el segundo tiempo, había que cambiar la velocidad física, los dos equipos buscaron el gol, pero se impusieron las defensas a las delanteras”, apuntó Sánchez Flores. “Las defensas han estado muy bien sobre todo en las anticipaciones y en los centros laterales”, sumó Abelardo. El partido cambió de ritmo, sí, pero no había manera de romper el cero en el marcador. Parecía que ya estaba escrito que no habría trabajo para Pau López ni Pacheco, más espectadores que porteros en un partido somnífero, sin fútbol ni emoción.
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