El baloncesto nuestro de cada día
La verdad, la leyenda, la intrahistoria y el encanto del deporte de la canasta en 366 episodios fascinantes
Si este domingo era 1 de abril, se cumplieron 52 años desde que Bill Bradley, luego senador y precandidato a la presidencia de Estados Unidos, fue el héroe del Simmenthal de Milán que ganó la Copa de Europa. Si este martes es día 3, habrán transcurrido 32 años desde que dos de los mejores jugadores europeos de la historia, Arvydas Sabonis y Drazen Petrovic, dirimieron otra tensa final de la Copa de Europa, a tortazo limpio, en la que el Cibona de Zagreb se impuso al Zalgiris de Kaunas.
El día a día de un año bisiesto marca la cadencia de este libro caleidoscópico. Son 366 historias, en pequeñas dosis, para disfrutar del baloncesto y de sus protagonistas. Se puede leer perfectamente eligiendo cualquiera de los días, páginas o temas al azar. Podría abordarse desde muy diversos ángulos: las tragedias (el cabezazo fatal a una canasta de Jankovic, que se quedó tetrapléjico en 1993 y falleció en 2006, el suicidio de Mel Turpin), las rivalidades (el polémico URSS-EEUU de 1972), las luchas raciales (Don Haskins, el blanco que ganó con siete negros; Earl Lloyd el primer jugador negro en la NBA en 1950), la reivindicación femenina (el debut de la selección en 1963, Nacy Libermann jugando a los 50 años), las polémicas (repetición del AEK-Tau en 2001, incomparecencia de Drazen Petrovic y el Sibenka en la final de la Liga contra el Bosna en 1983, el tapón ilegal de Vrankovic a Montero en la final de la Copa de Europa en 1996, el día más triste de Piculín Ortiz positivo por cocaína en pleno juicio por posesión de marihuana en 2012, las bofetadas en el clásico en el segundo partido y la incomparecencia del Barça en el tercero de la final de la Liga en 1984, las tijeras con las que Grbovic pretendía defenderse de Meneghin en el Italia-Yugoslavia de 1983), estilos (Luiseti, el primer tirador a una mano; Glouchkov, el primer europeo en la NBA; Arizin, impulsor del tiro en suspensión, Pittis, de diestro a zurdo).
Más: fallecimientos prematuros (Joaquín Hernández, Liliana Ronchetti, Radivoj Korac, Fernando Martín, Drazen Petrovic, Ignacio Pinedo, Ángel Almeida, Sergei y Aleksandr Belov, Joan Fílbà, Josean Gasca), récords (37-0 en un cuarto de Orleans a Estrasburgo, la racha de 33 victorias de los Lakers, las 88 victorias de UCLA en 1974, los 54 puntos de Epi al Joventut en 1984, los 100 de Wilt Chamberlain en 1962 los 55 puntos de Oscar en un partido olímpico contra España en 1988), política (la URSS pierde el Mundial de 1959 por no jugar contra Formosa, el primer partido en la Croacia independiente en 1992, un Cibona-Joventut, el Europeo que ganó Egipto en 1949, Zdovc abandona la selección yugoslava a petición del gobierno de Eslovenia que acababa de proclamar la independencia en 1991), curiosidades (Pamela McGee, oro olímpico en 1984, una de las mejores extranjeras que han jugado en España y la madre del jugador de la NBA, JaVale McGee, que afirmó: “Los Kennedy hacen política, los MgGee hacemos baloncesto”, Raymond Lewis, una leyenda del streetball y la estrella que no pudo entrar en la NBA) y hasta cambio de sexo (Maria Torremadé era Jordi).
El estilo directo, preciso y vivaz del periodista de La Vanguardia Juan Antonio Casanova y la capacidad para destilar su pasión y su profundo conocimiento por este deporte espolvorean las 366 historias trufadas de perlas. Una de ellas, la frase de Antonio Serra a Josep Lluís Núñez cuando decidió desvincularse del Barcelona: “Aquí quieren hacer una comedia y yo soy actor dramático”.
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