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Ni la mitad de Dembélé

Sin Messi sobre el tapete, el extremo francés no dio un paso al frente porque ni desbordó en ataque ni supo contener a Escudero en defensa

Rafael Pineda
Dembélé, cabizbajo en el duelo ante el Sevilla.
Dembélé, cabizbajo en el duelo ante el Sevilla.JON NAZCA (REUTERS)

Quizás es porque tenga solo 20 años. Del mismo modo, porque no debe ser fácil para un futbolista de esa edad jugar con una autoridad incuestionable y en un equipo como el Barcelona. Y más, también, cuando uno se encuentra en un estadio complicado huérfano de la ayuda de Lionel Messi. Sin el rey sobre el césped del Sánchez Pizjuán, los llamados a la sucesión, si ésta pudiera producirse realmente, no acabaron de mostrar su mejor versión. Es lo que le ocurrió a Ousmane Dembélé, pegado a la banda derecha, en un diseño algo novedoso en este Barcelona con el francés y Coutinho de extremos.

Desde el principio, a Dembélé se le vio algo aislado, sin capacidad para conectar con Sergi Roberto, ahogado por un Escudero que casi siempre se le anticipó. Despegado del juego, con un centro del campo dominado por el triángulo compuesto por N’Zonzi, Banega y Vázquez, la primera aparición de Dembélé llegó en el minuto 33, con un pase al hueco de escasa calidad que no llegó a Sergi Roberto. El extremo, en un arrebato de rabia, robó el balón en la siguiente jugada y disparó sobre la meta de Rico. Un disparo tímido, como sus movimientos, como su escasa capacidad para encarar a Escudero. Dembélé apenas provocó una falta a Escudero, muy cómodo durante todo el encuentro con un jugador falto de frescura e iniciativa. Hasta se llevó alguna bronca de Piqué por su falta de compromiso en la presión ante la salida del balón del Sevilla.

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Algo más activo se mostró Coutinho, otro de los jugadores destinados a recoger el testigo durante la ausencia de Messi. También en la ausencia de futbolistas como Iniesta, muy bien tapado por N’Zonzi. El brasileño, al menos, disparó en un par de ocasiones a la meta de Rico, poniendo también en apuros a Mercado. El lateral argentino tuvo que pararlo con una amarilla y eso le costó ser sustituido al descanso por Layún. Dembélé, triste y abatido, ni tocó el balón en el segundo tiempo. Apenas un pase sencillo, muy poco para aspirar a la sucesión del mejor jugador del mundo, de un rey al que le cedió el testigo en el minuto 57 de partido. Había sido el fin de su triste paso por el Sánchez Pizjuán, donde apenas dejó rastro de su calidad y velocidad, cualidades que le hicieron fichar este verano por el Barcelona a cambio de 105 millones de euros procedente del Dortmund.

Coutinho, por dentro

Sí mejoró Coutinho en la segunda mitad, actuando más centrado y con cierta libertad para moverse. Sin estar tan metido en la banda, el brasileño realizó acciones de mucho mérito, como ese pase a Luis Suárez que no remató de milagro gracias a una gran intervención de Kjaer. Coutinho acabó de interior zurdo. Perdonaba el Sevilla en sus contragolpes, algunos en clara ventaja, con Dembélé viéndolo todo desde la banda. Su encaje en una maquinaria tan precisa como la del Barcelona requerirá tiempo y paciencia, el que necesita un futbolista lleno de talento, pero demasiado joven. En este curso, y después de lesionarse de gravedad, apenas ha disputado 14 partidos en todas las competiciones que ha jugado el Barcelona. Pero tiene tiempo para reivindicarse, incluso contra el Sevilla en la próxima final de la Copa en el Wanda.

Media hora de Messi

Pocos minutos después de que arrancara la segunda parte, Valverde mandó calentar en la banda a Leo Messi, que tenía unas ligeras molestias musculares que, por ejemplo, le hicieron perderse los duelos amistosos con Argentina. Pero el partido de los cuartos de la Champions ante la Roma está a la vuelta de la esquina y el argentino, tras dos semanas sin competir, necesitaba unos minutos para coger la forma.

Le necesitaba el Barcelona —perdía por 2 a 0 en el momento en el que ingresó al césped— y el 10 respondió como siempre. Ya en la primera jugada demostró su talento al descontar a dos rivales para que Coutinho centrara y por poco Suárez no embocara. Y, aunque se vio una versión reducida de Leo porque no tenía la chispa habitual, se animó con un disparo desde fuera del área, que se marchó desviado. También con un remate que Rico atajó. Pero a la tercera, con un chut desde la frontal, hizo diana y logró empatar un encuentro que a falta de cinco minutos daban por perdido. “Eso es Leo”, dijo Suárez; “sigue demostrando cada día”.

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