Un ‘hooligan’ en el palco del Panathinaikos
Tras una larga colección de escándalos, el dueño del club griego, Dimitris Giannakopoulos, remite a los medios las denuncias contra la Euroliga y sus árbitros
La manía persecutoria del dueño del Panathinaikos, Dimitris Giannakopoulos, no tiene fin. Después de unos meses de ruido y furia en los que ha clamado contra los arbitrajes “sufridos” por su equipo en la Euroliga, el forofo dirigente traspasó ayer fronteras con una denuncia surrealista.
Dispuesto a acreditar el trato de favor hacia varios de sus competidores directos, Giannakopoulos envió por paquetería urgente a varios medios europeos un sobre con una carta, un PowerPoint encuadernado a modo de dossier informativo, y un cd complementario en los que detalla los perjuicios que considera ha padecido su equipo, con Fenerbahçe, Olympiacos y Real Madrid como principales beneficiados. “Fenerbahçe y Olympiacos son los dos mejores equipos defensivos de la competición porque, con la ayuda de los árbitros, juegan entre la delgada línea entre lo que se considera falta y lo que no”, explica en un escrito en el que fiscaliza también a varios colegiados del torneo e incluso el diseño del calendario. Una irreverente campaña que viene de lejos y se recrudeció hace unos meses.
Embestidas también contra los suyos
El amplio expediente del histriónico dueño del Panathinaikos también presenta embestidas contra los suyos. La pasada temporada, después de la eliminación de su equipo en el playoff de cuartos de final ante el Fenerbahçe (0-3), castigó a los suyos con un regreso en autobús desde Estambul a Atenas. Una tortura de 1.100 kilómetros y 12 horas de duración que se negaron a cumplir varios miembros de la plantilla que se pagaron de su bolsillo el billete de avión. En una de sus célebres ventoleras, Giannakopoulos pasó en aquellos días de prometer una prima de 250.000 euros en caso de remontar la eliminatoria ante los de Obradovic a anular el vuelo de regreso.
En 2017 distribuyó a los medios griegos material de audio y video que grabó durante una reunión privada con el ex entrenador del equipo, sin que él supiera de que estaba siendo grabado.
“El mejor equipo en la historia de la Euroliga por unanimidad [—el suyo, según él—] es tratado cada semana por los árbitros como si fuéramos su mayor enemigo o un equipo de la liga juvenil. Qué vergüenza y desgracia para el baloncesto europeo. PD: el respeto al deporte y la paciencia tienen sus límites”, anunció Giannakopoulos el pasado diciembre a través de Instagram. Semanas después, el dirigente cargó de nuevo contra el colectivo arbitral tras caer en Estambul ante el Fenerbahçe (67-62), aportando capturas en las que rearbitraba el partido con imágenes de las jugadas en las que se sentía agraviado. La cuestión derivó en un cruce de comentarios amenazantes con aficionados turcos a través de las redes sociales —“odio eterno a Obradovic. Voy a follarme a todos los hinchas turcos hasta que sangren”, llegó a escribir—. La Euroliga tomó medidas y sancionó al presidente del Panathinaikos con 12 meses de suspensión en los que se le prohibía acceder a cualquier pabellón donde se disputaran partidos europeos. “Sus declaraciones públicas ponen en peligro las relaciones armoniosas entre clubes y perjudican el deporte del baloncesto de acuerdo con el Artículo 24.1 .g) del código disciplinario”, rezaba el comunicado sancionador de Euroliga.
Al conocer la resolución, Giannakopoulos amenazó con convocar un referéndum entre sus socios para votar la salida del club de la máxima competición europea —aún no ha llevado a cabo la idea—. Apeló y su castigo se redujo a seis meses y una multa de 50.000 euros, pero incapaz de contener su forofismo se presentó en el palco en el derbi europeo ante Olympiacos y la Euroliga le sancionó con 60.000 euros adicionales.
Hasta estos episodios, las apariciones de Giannakopoulos eran tan estruendosas como guadianescas. En 2013 bajó a los vestuarios del Palau Blaugrana para pedir explicaciones a los árbitros después de que su equipo cayera derrotado contra el Barça de Xavi Pascual, su actual entrenador. “Esto ha ido demasiado lejos. Aquí pasan cosas muy raras. Desafío a la Euroliga a que revise las cuentas corrientes de los comisarios arbitrales y en especial las del señor Costas Rigas [máximo responsable arbitral del torneo]”, soltó el presidente del Panathinaikos, que activó de inmediato una campaña contra la competición en los medios de su propiedad con titulares poco sutiles como “Euroliga CSKA: el dinero mueve el mundo” o, directamente, “Puta Euroliga” a página completa.
En 2015, el Juez de Disciplina de la Euroliga sancionó al Panathinaikos con una multa de 150.000 euros por las “amenazas verbales extremas” que profirió el dirigente mientras asaltaba el vestuario de los árbitros insultándoles a ellos y sus familias tras un partido ante el CSKA. En esa ocasión, ni la victoria calmó a Giannakopoulos, que también tuvo que asumir multas a su club por el encendido de bengalas, el uso de punteros láser o el lanzamiento de objetos a la pista.
Lejos de enmendarse, apenas un mes después creció la ira del personaje. Tras la victoria de Olympiacos en el OAKA en el clásico de la Liga Griega, un grupo de hinchas locales asaltó el banquillo visitante y el dueño del Panathinaikos cogió a Spanoulis como centro de su furia.Giannakopoulos pasó factura a la estrella del Pireo en las galerías del pabellón. “Te mataré a ti y a tu familia, me follaré a tu madre. Mandaré a tu esposa y tus hijos a la tumba. Jodido bastardo”, bramó ante el estupor de los medios locales. Un hooligan anda suelto en el palco del Panathinaikos.
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