Lucas Vázquez, el que mejor aprovecha los minutos
El gallego, uno de los jugadores preferidos de Zidane por su flexibilidad táctica, es el máximo asistente del Madrid y nunca había marcado tanto
“Y Lucas, Lucas también”, es la coletilla que se le ha escuchado a Zidane en las últimas semanas cada vez que se le ha preguntado por el buen hacer de Cristiano, Bale, Asensio o Isco. “Lucas también ha hecho un buen trabajo y me alegro por él”. No es el nombre propio por el que se le suele preguntar a Zidane y, sin embargo, Lucas Vázquez es uno de los jugadores preferidos del técnico francés. “Por su flexibilidad tanto táctica como humana. Es de esos que nunca pone mala cara”, apuntan desde Valdebebas. Lucas tiene 26 años, ingresó en las categorías inferiores del Madrid en 2007 y tras un año cedido en el Espanyol (2014-15) regresó en verano de 2015. Siempre ha asumido su papel de secundario. “Intento ayudar al equipo trabajando y corriendo. Se te va a valorar por eso, es necesario correr detrás de la pelota y hay que ponerse el mono a veces”, suele decir.
En lo que va de temporada es el jugador número 14 de la plantilla por minutos (1753 minutos) y el que mejor los ha aprovechado. Es el máximo asistente del equipo con ocho pases de gol (siete en Liga). Lleva, además, siete goles. Nunca había marcado tanto. En su primera temporada terminó con cuatro dianas, las mismas que el curso pasado. Ahora, con tres meses de competición por delante, ya ha batido sus mejores registros.
Su peso en el vestuario se ha hecho más fuerte a medida que Sergio Ramos lo ha ido adoptando. Abrazados vieron el lanzamiento de penaltis de los jugadores del Atlético en la final de la Champions en San Siro. Son inseparables y son los últimos a los que los empleados de la Ciudad Deportiva ven salir para irse a casa después de pasar por el gimnasio, la piscina y las camillas de los fisios.
“Lucas habla por los codos y es uno de los principales animadores del grupo, especialmente cuando el equipo pasa por momentos malos”, destacan desde Valdebebas al mismo tiempo que recuerdan lo valiosas que han sido sus arengas durante la crisis de resultados. Si hay una palabra que le define en la caseta es dicharachero. Tanto que no se puso nervioso ni en la tanda de penaltis de la final de la Champions en San Siro contra el Atlético. Pidió lanzar el primero, porque, “quería hacer algo importante” y enfiló el camino hacia el circulito de la pena máxima haciendo rodar la pelotita encima de un dedo. Como si estuviera en el jardín de casa.
Esta temporada Lucas ha jugado 37 partidos y sólo 17 de titular (en Liga 9 de 22). Ha jugado en banda derecha en el 4-3-3 y de externo en el 4-4-2. “Lo importante es sentir que tu papel es importante en el equipo. ¿Si los que no juegan contra el PSG pueden pensar que no son importantes porque no juegan partidos grandes? Pueden pensarlo, sí, pero se equivocarían porque para mí no hay partidos grandes o pequeños sino situaciones que requieren determinado tipo de equipo y dibujo”, explicaba ayer Zidane cuando le recordaron que Morata se marchó pese a jugar 40 partidos porque sentía que no contaban con él en los importantes. Lucas siempre ha dicho estar contentos con los minutos que le ha dado el técnico.
Crecido en una familia gallega (de Curtis) de madridistas, su padre fue quien un día de 2007, cuando Lucas, a sus 16 años, venía de jugar con los amigos, le dijo que había llamado Míchel [por aquel entonces director de la cantera] para preguntarle si quería hacer las pruebas para el Juvenil. Su primera vez en el Bernabéu fue un Madrid-Villarreal en el que Guti marcó un hat-trick. Lucas, que empezó jugando al fútbol sala con los amigos del pueblo, aterrizó en Valdebebas hace ya once años.
Cuando puede, vuelve al pueblo de 4.000 habitantes donde se crio y donde su tío regenta un restaurante de comida tradicional fundado por los abuelos. En el comedor del restaurante es donde empezó a dar patadas a un balón. “Era un campo de fútbol de Primera. Siempre estábamos mi hermano y yo jugando el uno contra el otro y mi primo Jacobo de portero. Cada dos por tres rompíamos algo. Las luces rotas las barríamos y las metíamos en una bolsa y las tirábamos en el tejado de la casa del vecino”, contó en un documental en Real Madrid TV.
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