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El Madrid calienta para Europa

El equipo de Zidane vapulea a una Real Sociedad de plastilina con un gran primer tiempo coral y luego solo tramita el duelo con vistas a la llegada del PSG

FOTO: Cristiano Ronaldo celebra uno de los goles. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: GONZALO ARROYO MORENO (GETTY IMAGES) / atlas
José Sámano

Con el PSG en la sala de embarque nada mejor para el Real Madrid que un ensayo previo ante un equipo de monaguillos. La Real fue una secuela más de la histórica Real del Bernabéu, donde ha ganado en tres de sus 71 visitas, muchas de ellas cerradas con goleadas estruendosas como esta última. Al Madrid le bastó aplicarse en la presión gremial en campo ajeno para colonizar a su adversario y dejarle en tanga.

En esta Real todos tienen cara de buenos chicos, no hay quien se rebele y cada cual cumple a rajatabla con el guion, cueste lo que cueste. En Chamartín, el Madrid le sacudió de lo lindo sin quitarse el chándal. Con la complacencia donostiarra, para los de Zinedine Zidane fue un calentamiento previo a la inminente cita del miércoles con el PSG. Los muchachos de Eusebio Sacristán aceptaron su papel de sparring sin decir ni mu.

Antes del minuto el Madrid ya había convertido a su rival en un equipo de plastilina. A los 50 segundos, Lucas cabeceó de maravilla un centro de Cristiano. Lucas es a la delantera lo que Nacho a la defensa, dos futbolistas tan fiables como titulares como desde la suplencia. Con Casemiro en el banquillo, lo mismo que Bale, todos los madridistas fueron casemiros. Sin renuncias y escaqueos, cada cual puso de lo suyo para atornillar a la Real en su rancho. A los realistas les gusta domesticar la pelota desde Rulli, pero en el Bernabéu el dictado fue un espanto. El Madrid le acosó y le acosó sin remedio para los visitantes. O bien se vencían ante cualquier contrario o su portero largaba un zapatazo a cualquier anfiteatro. Durante el primer tiempo, cruzar el medio campo se convirtió en una gesta alpina para cualquier jugador de la Real Sociedad.

La zurra se veía venir y llegó sin que se alterara la pizarra de Eusebio. Y llegó el baile. Antes del descanso el Madrid ya contabilizaba cuatro goles, dos remates al poste, un posible penalti de De la Bella a CR y dos oportunidades muy claras en los pies de Benzema y Asensio. El mallorquín sobresalió entre el notable alto del colectivo. Más que ejercer de Bale hizo de Isco. Asensio transitó por distintos sectores del campo, siempre al auxilio, siempre con soluciones individuales y corales. Una estupenda maniobra suya derivó en una aventura de Marcelo que cerró CR con su primer tanto de la noche. Antes de su triunfal cabezazo para el segundo, Kroos marcó el gol de Kroos. No hay autoría como la del alemán para embocar desde el balcón del área con remates con el interior del pie derecho. Una suerte que perita con la precisión de un cirujano. A la Real, encapsulada, le caían palos por tierra y aire. Tan solo Odriozola, que es un tiro, daba con alguna tecla. Sin Willian José y con Agirretxe con solo 53 minutos en Liga, Eusebio tuvo que enhebrar un ataque ortopédico. Pero sí contaba con su nómina de centrocampistas titulares, todos graduados en el fútbol, y ninguno fue capaz de dar cuerpo al equipo.

Hasta el segundo acto, cuando el Madrid ya había pasado página, el grupo de Eusebio no tuvo tertulia alguna con el balón. Es más, en todo el primer tramo, el único periodo en el que hubo un simulacro de partido, no hubo visitante que dejara una migaja más o menos cercana a Keylor.

Salvo en el caso de Modric, retirado antes del final, lejos de dar descanso a los pretorianos con vistas al reto con el PSG, Zidane acabó por hilar a la BBC cuando el duelo ya era una faena de aliño. Para entonces, el Madrid ya no tenía el mismo colmillo. Y menos con la presencia de Bale, tan ajeno al tajo defensivo que defendió a Bautista con las cejas en el gol del primer alivio para la Real. Ya se sabe que el galés tiene más ida que vuelta. Como prueba, en su primera descarga en la vanguardia provocó un error de Rulli, que despejó con manos arrugadas un disparo del británico. El rechace le llegó manso a CR, de nuevo con flechazo goleador cuando más lo va a necesitar el Madrid.

El partido decreció hasta el final. Los objetivos eran diametralmente opuestos. Los locales ya solo tenían ojos, piernas y espíritu para el PSG. Los visitantes, encantados con el maquillaje —como con el 5-2 de Illarra— y con que su rival ya no hiciera ni guantes. El PSG no será la Real. Como recuerdo, al término del choque, con la gente abroncando a Benzema por un fallo, por la megafonía sonó el himno de la Champions.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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