Un desfile militar precede a los Juegos Olímpicos más políticos
Cerca de 3.000 atletas participan en estos Juegos
Todo está servido para los Juegos Olímpicos más politizados desde la guerra fría. Corea del Norte, la gran protagonista tras aceptar contra todo pronóstico participar en el evento que organiza Corea del Sur, afirma que no quiere convertir la competición en una tribuna política. Pero este jueves, a 24 horas de la ceremonia inauguración en el condado de Pyeongchang, enviaba un doble mensaje: en su capital, celebraba un desfile para exhibir sus misiles intercontinentales, en una advertencia sobre la fragilidad del incipiente deshielo entre los dos países. En el sur, en cambio, la delegación norcoreana participaba en gestos de hermandad.
Ninguna tribuna será más política que el palco del Estadio Olímpico de Pyeongchang este viernes, cuando las dos Coreas marchen unidas en el desfile inaugural gracias al súbito deshielo en sus relaciones desde la celebración de conversaciones este enero.
Allí estará presente la delegación norcoreana de mayor nivel que jamás haya pisado suelo del Sur desde el final de la guerra (1950-1953), encabezada por el jefe de Estado Kim Yong-nam -una figura nominal- pero también por la “hermanísima” del líder Kim Jong-un, Kim Yo-Jong. Esta delegación, que llegará al sur en un avión privado este viernes a las 13.30, coincidirá no solo con el presidente del Sur, Moon Jae-in, partidario de un acercamiento con el país vecino. También estará allí el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, que este jueves advertía al llegar al país que “todas las opciones siguen abiertas”.
Corea del Norte ha indicado, por boca de un alto funcionario de su Ministerio de Exteriores, Cho Yong-sam, que su país “no tiene intención” de reunirse con Estados Unidos: “nunca hemos suplicado la celebración de un diálogo y no lo haremos jamás”.
Pero ni él, ni Pence, han descartado que vaya a tener lugar algún tipo de comunicación, bien en el palco o en la antesala, entre los dos países que han protagonizado un constante aumento de la tensión entre amenazas e insultos sobre el programa nuclear de Pyongyang a lo largo del último año. El vicepresidente estadounidense ha declarado que “puede haber una oportunidad para algún tipo de encuentro con los norcoreanos… tenemos que esperar y ver cómo se desarrolla”.
Sí se reunirán en un almuerzo este sábado en Seúl, para intensificar el acercamiento, los altos representantes norcoreanos y el presidente Moon, según ha anunciado la presidencia surcoreana. Será el encuentro de mayor nivel entre líderes de las dos Coreas jamás celebrada en suelo del sur, y los medios en Seúl no descartan que Kim Yo-jong pueda entregar un mensaje personal de su hermano.
Más de 3.000 atletas de 93 equipos participarán a lo largo de dos semanas de esta competición, que se clausurará el día 25, para disputarse 103 medallas en 15 disciplinas. Les asisten 17.300 voluntarios a ellos, los medios y los miles de espectadores que se desplazarán a esta ciudad costera para presenciar alguna de las competiciones. La ceremonia inaugural es el evento más cotizado, con entradas en torno a los 1.500 euros; las entradas más económicas, para disciplinas menos populares, rondan los 40 euros.
Los 22 atletas norcoreanos, rodeados de una fuerte seguridad, participarán en cinco disciplinas -patinaje artístico, patinaje de velocidad, esquí alpino, esquí de fondo y hockey femenino sobre hielo, en esta última en un equipo conjunto con Corea del Sur. En el bloque residencial que ocupan en la Villa Olímpica de Gangneung ondea ya desde hace días una gigantesca bandera de su país, en un gesto que en cualquier otro momento, en cualquier otro punto del Sur, está estrictamente prohibido; pero que aquí permite el Comité Olímpico Internacional.
Corea del Norte ha enviado, además, más de 200 animadoras y un equipo de luchadores de taekwondo que participarán en cuatro exhibiciones. Una orquesta femenina, Samjiyon, ofreció este jueves un concierto de hermanamiento en el Centro de las Artes de Gangneung, entre división de opiniones.
“He venido porque creo que las dos Coreas somos solo una y debemos reunificarnos. Hablamos el mismo idioma, compartimos la misma historia y la misma sangre. Tenemos que acercarnos”, declaraba en la cola de entrada Kim Joung-gu, un directivo de 42 años y uno de los 560 afortunados que había conseguido un boleto, de los casi 40.000 que introdujeron su nombre en una lotería de selección.
En el otro extremo de la calle, un centenar de personas con banderas surcoreanas y estadounidenses protestaba contra cualquier concesión a Corea del Norte. “Ellos no son sinceros; se acercan cuando les conviene, y este concierto de hoy es un ejemplo más, les duelen las sanciones y quieren conseguir algo; pero en el fondo siempre quieren destruirnos”, sostenía Benedict Lee, un jubilado de 73 años.
En la Villa Olímpica de Gangneung, donde los primeros atletas ya debutaron este jueves en las primeras disciplinas -curling y salto de esquí-, las animadoras y los atletas norcoreanos participaban tímidamente en una ceremonia de bienvenida. Pocos contestaban a las preguntas. “Es complicado. Es complicado”, se limitaba a replicar una deportista.
El gran temor en Gangneung y Pyeongchang, las dos villas olímpicas, no es Corea del Norte. Sí se ve como una amenaza mucho más seria una cepa de norovirus especialmente contagioso y que ha infectado ya a 128 voluntarios. Los organizadores surcoreanos tratan denodadamente de evitar que el virus, que causa fuertes vómitos y diarrea, pueda contagiarse a los atletas, algo que supondría un grave contratiempo para los Juegos.
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