El Madrid del volver a empezar
Es importante acordarse de jugar bien, como hicieron los blancos en la primera parte contra el Valencia, pero no hay que olvidar que el rival, si no sufre, debe bostezar
Una de las ventajas de mirarse a través de la cámara del móvil es que, al acabar, puedes abrir otras aplicaciones. Incluso recordarte a ti mismo cuando eras más joven, no tan pesado, salías bien en las fotos y siempre tenías a mano una frase de mierda con la que hacer reír a alguien. La memoria no es mala, pero cada vez hay que hacer más scroll. En Tokyo ya no nos quiere Ray Loriga dice que los mejores lugares para beber son los bares de los hoteles, los aviones y los aeropuertos: sitios sin memoria. En España no hay lugar mejor para beber que Mestalla, un estadio tan olvidadizo que sería la envidia del Bernabéu, si el Bernabéu se acordase de algo que no sea un pase malo de Benzema. Y por esas razones estrafalarias, el Madrid recuperó la memoria de medio año atrás y olvidó lo que ocurrió media semana antes. Aunque ya no estén de moda, dice Loriga, aún me gustan las canciones.
No escribas nada que puedas callarte fue la frase sobre la que el poeta Uxío Novoneyra fundó sus Elexías. Luego, dice, no fue tan riguroso. Porque lo que se calla no se dice, pero tampoco se olvida. Así que en los mejores minutos del Valencia, cuando el Madrid empezaba a ahogarse con la misma paciencia con que se ahoga este año, con una obstinación tan suicida que el primer impulso es apagar la tele, recuperó la pelota. Todo lo que no dijo este año empezó a tartamudearlo en la unidad de vigilancia de Mestalla. A la manera exacta con que lo hizo en el peor momento de la temporada pasada, cuando el Atlético estuvo a punto de hacerle pagar todas las deudas acumuladas en Champions levantándole un 3-0. No reaccionó, ni entonces ni ahora, con la heroica, defendiéndose a contragolpes o poniéndose vendas en la cabeza. Cogió el balón, en el momento más crítico, e hizo pasar al Valencia de la electricidad al aburrimiento. Es importante acordarse de jugar bien, como hizo el Madrid en la primera parte, pero no hay que olvidar que el rival, si no sufre, debe bostezar.
Si yo fuese Xavi y estuviese en Qatar asombrado por el amor que hay allí a la familia real, tanto que espero que ningún súbdito bese a un príncipe en los morros, pensaría que el Madrid ha abrazado la religión. Pero al Madrid no le duran los abrazos medio partido. Juega a lo que le conviene y contra lo que le conviene, y ante el Valencia recuperó eso: su capacidad para enguantarse al contrario y ejecutarlo cuando el contrario menos lo espera. Cuando ha olvidado quién es su rival en el momento en que su rival ha recordado quién es.
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