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El sueño roto del sprinter Juan José Lobato

El Lotto-Jumbo holandés estudia rescindir el contrato del ciclista gaditano en una decisión que saca a la luz el problema del abuso de somníferos y tranquilizantes en el pelotón

Juan José Lobato.
Juan José Lobato.LottoNL-Jumbo

El martes por la noche, el segundo día de la concentración del equipo holandés en un hotel de Sant Feliu de Guixols (Girona), los ciclistas del Lotto-Jumbo organizaron una fiesta espontánea. Stilnox, Snus, Noctamid, alcohol en el menú. A las tres de la mañana, Antwan Tolhoek y Pascal Eenkhoorn, un par de corredores jóvenes holandeses, aparecieron por el vestíbulo del hotel desorientados, sin saber lo que hacían, absurdos, incoherentes. A Merijn Zeeman, el director del equipo que se despertó alarmado por el barullo le dijeron que habían tomado pastillas para dormir (Stilnox y Noctamid), alcohol y unas gotas que les había dado su compañero Juanjo Lobato, un sprinter de Trebujena (Cádiz). Lobato estaba entonces en la cama, profundamente dormido, tan dormido que no lograron despertarlo cuando lo intentaron. El médico llamó a una ambulancia para trasladarlo a un hospital. Lobato se despertó antes de que llegara, pero acabó en el hospital, igual que los dos compañeros holandeses. Los tres recibieron el alta rápidamente. A las cinco de la mañana regresaron al hotel.

La noche del miércoles, el mánager del Lotto-Jumbo, Richard Plugge, anunció en un comunicado público su expulsión de la concentración por posesión de medicamentos sin consultar al médico del equipo. “Estarán apartados de forma indefinida”, dijo. El indefinido, pocas horas después, se convirtió en permanente para Lobato, de 28 años, a quien el equipo, que parece que acaba de descubrir uno de los más graves problemas del ciclismo, quiere rescindir el contrato.

“Sí, nos han dicho eso, que hay un problema con los Stilnox y las pastillas para dormir y el tabaco de masticar, y que hay que cortar”, dice Juan Campos, representante de Lobato, cuya carrera está en peligro. “Pero por lo que me ha dicho el corredor, quieren castigarle solo a él porque no es holandés. Él mantiene, y yo le creo, que él no les dio las pastillas, solo las gotas, y que él no participó en la fiesta, sino que tomó el somnífero para dormir sin más…”. Los responsables del equipo aseguraron que el Snus y el Stilnox los tenían un su poder los holandeses y que tambien barajan despedir a Tolhoek.

Hace ya años, desde los tiempos de las fiestas salvajes del Cofidis de los fallecidos Philippe Gaumont y Frank Vandenbroucke, que saltó la alerta sobre el abuso de fármacos por parte de gran parte del pelotón ciclista, chavales jóvenes y muy fuertes, y sometidos al stress de rendir cada día y a la rutina de una vida casi permanente en hoteles impersonales y anónimos plena de horas libres, y sin la familia. No fuman mucho, porque limita el rendimiento, pero se colocan bolas de Snus (tabaco para mascar) debajo del labio superior, que les adormece y engancha a la nicotina; antes de salir a entrenar y a correr, toman el analgésico Tramadol, previniendo el dolor de piernas que van a padecer; obligados a acostarse pronto, toman somníferos como Stilnox para lograr ocho horas seguidas de sueño, y descubren que pulverizado lo pueden esnifar, y que mezclado con alcohol produce un estado de inconsciencia que les libera y engancha. Durante la carrera, muchos van adormilados en medio del pelotón y crece el número de colegas que les acusa de provocar las caídas tan frecuentes.

“El Stilnox es un problema grave del pelotón”, reconoce el médico de un equipo que, alarmado por algunos casos incontrolables, decidió prohibir su uso para frenar la adicción y controla que los corredores no lleven pastillas en su equipaje. Todos los equipos estipulan en sus contratos que los corredores solo podrán tomar lo que les recete el médico.

Ningún equipo había hecho públicas sus preocupaciones ni la necesidad de luchar contra el problema hasta que el Lotto-Jumbo, llevado por una necesidad de transparencia que acabe con las prácticas oscurantistas del paso, decidió escarmentar públicamente a Lobato, un ciclista que tras pasar por el Andalucía, el Euskaltel y el Movistar, y alentar grandes expectativas después de quedar cuarto en una Milán-San Remo y ganar etapas en carreras como el Tour de Dubai, firmó el contrato de su vida con el Lotto-Jumbo. Una buena remuneración económica (unos 250.000 euros anuales) y la posibilidad de cumplir su sueño de convertirse en un gran clasicómano a lo Óscar Freire. Cerca de cumplir 29 años, lo que hará el 30 de diciembre, las pastillas del sueño le obligarán seguramente a comenzar todo de nuevo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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