La Real Sociedad hunde al Eibar bajo la lluvia
El conjunto donostiarra liquida el partido en tres cuartos de hora con un gran Januzaj
Llover, llovía como tanto se necesitaba, pero en el fútbol de hoy en día la lluvia se la traga la hierba con la misma facilidad que la Real se tragó al Eibar: como si fuera saliva. El equipo de Mendilibar murió en media hora, ajusticiado por sus propios errores. Si a los fracasos posicionales se suman los aciertos colectivos e individuales de la Real, el equipo armero malgastó otra jornada para encontrarse en el espejo donde otros años tan guapo se veía. La Real ganó por tierra, mar y aire. A ras de hierba construyó un gol bellísimo, el tercero, con un pase interior de Ilarramendi que imagino a la perfección la diagonal de Oyarzabal para enfrentarlo al portero Dmitrovic. Cuando más llovía, como si fuera un mar vertical consiguió un gol, el segundo, en un tiralíneas entre Xabi Prieto y Januzaj. Y por el aire abrió el marcador con un cabezazo de Williamn José gracias a un poderoso salto que empequeñeció el tamaño de Lombán. Pero en todos los goles hubo una constante: la espalda de los tres centrales estuvo tan al descubierto que la defensa del Eibar se gripó. Muchos defensas para un solo delantero y pocos centrocampistas para tantos rivales. El triángulo Januzaj-Prieto-Odriozola fue una tormenta durante toda la primera mitad, una tormenta de triángulos, regates, centros y remates más poderosa que la lluvia, tan estéticas ambas en los partidos del invierno. Apenas resistía el Eibar por el ímpetu de Capa contabilizando tres disparos lejanos que midieron a Rulli antes de olvidarse de él.
Demasiadas bajas en el Eibar como para intimidad a una Real que, sin embargo adolece de victorias en Anoeta, con demasiadas concesiones defensivas. Una Real que maneja mejor el pincel que a excavadora. Pero al Eibar le sobra actitud como le falta creatividad y remate. Kike García, otrora goleador, está demasiado lejos de la portería y Enrich no ha recobrado la puntería. A cambio, la Real ha engranado al belga Januzaj que firmó quizás su mejor partido como blanquiazul: de su zurda nacieron genialidades varias (quizás la menos bella fue la del gol), manejándola con una solvencia similar a la que destila Xabi Prieto con la derecha. Januzaj hizo un gol, en un doble remate desde el suelo, y malgastó otro en un mano a mano con Dmitrovic, tras error de Lombán: su afán por golpear con la zurda le cerró el ángulo que se le abría con a derecha. Nada que objetar a un zurdo.
A la fiesta se sumó en cuanto pudo Odriozola, un futbolista que transmite una alegría peculiar al juego. Destaca por su velocidad continua, ero en lo que hace se antoja la sonrisa permanente de un juvenil. En la segunda mitad su poderío físico se hizo aún más notable. Y Oyarzabal, sin invitación en la primera mitad, accedió en la segunda marcando un minutos después de la reanudación. Su vena goleadora no reclama una presencia permanente. Los goles le llueven como llovía en Anoeta, como tanto se necesitaba. La Real, y no la lluvia, se llevó por delante al Eibar, que mejoró en el tramo final, se ordenó mejor con una defensa de cuatro, y marcó un gol en un magnifico disparo de Jordán. El gol del honor que el Eibar por su actitud siempre se merece.
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