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Los dilemas del Madrid se trasladan a la táctica

Zidane defiende el juego de su equipo, pero la secuencia de resultados abre un debate interno sobre el cambio de dibujo

Zidane en el partido frente al Tottenham.
Zidane en el partido frente al Tottenham.ANDY RAIN (EFE)

Asegura Zinedine Zidane una y otra vez que el Madrid puede adaptarse y jugar en un amplio número de esquemas a lo largo de un partido. Defiende el técnico que la versatilidad de sus muchachos le permite variar el sistema en función de cómo se desarrolle el juego. Del 4-1-4-1 puede pasar al 4-3-3, 4-2-3-1 o 4-4-2. Todos los trabaja un Madrid más atascado que nunca en la pizarra. En el vestuario existe también división de opiniones entre los que consideran que es mejor jugar con un planteamiento más equilibrado y de toque y los que creen que el equipo es más efectivo con menos volantes y más jugadores de ataque. Gareth Bale, por ejemplo, siempre solicitó lo segundo; Isco, en cambio, es de los que se siente más cómodo en lo primero, la idea que también convence más a Zidane.

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El técnico francés, ante la eclosión definitiva del malagueño, habituado ya no solo a la continuidad sino también al liderazgo, instauró como su dibujo principal el 4-4-2 y pobló el campo de volantes. El cambio llegó a finales de la temporada pasada, cuando le ayudó a Zidane el no contar con su tridente de ataque al completo para asentar una idea que compactaría a su equipo a cambio de restarle verticalidad. Buscaba el cuerpo técnico alcanzar la armonía en el juego. Resultó exitoso en resultados hasta el mes de septiembre. Después, el conjunto blanco comenzó a estrellarse ante las pobladas defensas rivales, casi siempre de cinco piezas, con tres centrales y dos carrileros. Isco solo se muestra insuficiente para hacer rodar a un Madrid que se ahoga por el centro y se muestra inoperante por las bandas, capitales en los resultados del curso pasado. El elenco de centrocampistas ha pasado de combinar con equilibrio y desborde a ser una suma de individualidades desenfocadas.

La idea funcionaba a partir del talento de los volantes, la imaginación de Benzema, el gol de Cristiano y la profundidad que le aportaban al equipo dos laterales con las cualidades de Carvajal y Marcelo. Ninguno de los cuatro aspectos funciona desde la Supercopas y el Madrid, sea en el esquema que sea, enseña su lado más inoperante, con problemas más allá del dibujo. Zidane no encuentra la tecla. "No estamos jugando mal al fútbol. Alguna vez a ratos, quizá. No creo que sea problema de fútbol, no jugamos mal todos los partidos ni tampoco un partido completo. Algo pasa. ¿Que podemos jugar mejor? Sí, pero ese no es el problema", argumentó ayer el técnico en la conferencia previa al partido frente a Las Palmas (20.45, Movistar Partidazo).

Lo que no puede negar Zidane es que el Madrid actual es el más estéril desde su llegada. Dispara mucho, el que más de la Liga con 150 remates totales, pero apenas anota (es el décimo equipo en la tabla de efectividad) y genera fútbol con menos fluidez de lo habitual. La base del atasco está en las bandas. Con Carvajal fuera de combate a causa de una pericarditis y Marcelo bajo de forma, el Madrid ha perdido su factor más desequilibrante. Sin extremos, el equipo sorprendía y basaba una parte importante de su juego en los laterales. El curso pasado Carvajal, Marcelo y Danilo participaron en 32 goles. A estas alturas lo habían hecho en ocho, el doble de la cifra que suman este año entre los dos titulares más sus nuevos recambios, Theo Hernández y Achraf.

La escasa pujanza de los laterales en el plano ofensivo, sumado al momento disperso que atraviesan Asensio y Lucas, los dos atacantes capaces de abrir el campo, anestesia al Madrid menos vertical y obliga a Zidane a rebuscar en la pizarra y repasar la táctica.

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