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El Madrid hace agua

Los blancos se han convertido en un equipo frágil que pierde más balones en el centro del campo y sufre más remates y ocasiones en contra

Eleonora Giovio
Kroos (I) y Cristiano Ronaldo cabizbajo en Wembley donde el Madrid perdió 3-1.
Kroos (I) y Cristiano Ronaldo cabizbajo en Wembley donde el Madrid perdió 3-1. FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)
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El lunes por la tarde, con el estadio de Wembley sumido en un religioso silencio, los jugadores del Real Madrid se reunieron en círculo alrededor de Zinedine Zidane para escuchar la charla del técnico francés. Los blancos buscaban contra el Tottenham el liderato de su grupo de la Champions y alejar la apatía y las malas sensaciones que se vieron en Montilivi contra el Girona (2-1) en el último partido de la Liga. En ese círculo destacó la veteranía de Sergio Ramos, Luka Modric y Cristiano Ronaldo. Pero ese círculo dejó también otra imagen. La de un Zidane rodeado de muchos cachorros.

La media de edad del grupo que estuvo sentado en el banquillo de Wembley era de 20,8 años. En el lateral derecho jugó Achraf, de 18. “Los nuevos tienen un gran futuro, pero Pepe, Morata y James nos hacían mejores. También nos hacen falta Bale y Carvajal. Esta plantilla no es peor que la del año pasado, pero sí más inexperta”, reflexionaba Cristiano Ronaldo al mismo tiempo que invitaba a todo aquel que le preguntara por su falta de puntería a ir a poner en Google su nombre para buscar sus goles. Ese grupo, esa nueva camada de jóvenes con la que el club pretendía y pretende abrir un ciclo, es del que tiene que sacar provecho Zidane porque el Madrid no tiene ahora previsto fichar en el mercado de invierno. El batacazo que sufrió el conjunto blanco en Wembley (3-1) no pone en peligro la clasificación para octavos, pero dejó claro que el equipo necesita cambiar para revertir la dinámica negativa en la que anda metido. Zidane hablaba el miércoles por la noche de recuperar el gol porque, decía, es lo que le falta últimamente al equipo: “A veces con menos ocasiones marcamos más y a veces no entra”. Al Madrid, sin embargo, le faltan muchas más cosas y necesita recuperar también el balón y el desborde, además del gol y de los lesionados.

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Atrás se ha convertido en un equipo frágil y lento al que le llegan con mucha facilidad: por dentro, por fuera y a la contra. En los últimos dos partidos ha encajado cinco goles. Si se comparan las cifras con las de los 16 encuentros anteriores —desde que empezó la temporada en Macedonia contra el Manchester United en la Supercopa de Europa—, el Madrid ha recibido cuatro remates más por partido y los rivales le han creado una media de tres ocasiones más por encuentro. De esas ocasiones, las que han venido de jugadas se han duplicado: han pasado de 5,6 a 9,5.

Además de esa debilidad en la retaguardia, el equipo ha perdido la capacidad de desborde: solo lo intenta Isco a la espera de que vuelva a aparecer Marcelo, que en Wembley acumuló 29 pérdidas de balón. Sin capacidad de desborde, si el equipo no es capaz de mover rápido el balón, se vuelve gris y descubre sus debilidades. Y este Madrid, que empezó la temporada como un tiro, se ha estancado.

Datos alarmantes

La medular favorita de Zidane, el trío Modric-Casemiro-Kroos, se marchó de Girona con 40 balones perdidos. En Wembley fueron 37. Los tres han jugado juntos nueve partidos en lo que va de temporada. Contra el Tottenham y el Girona promediaron 38,5 pérdidas, mientras que en los otros siete no habían pasado de 30. Un dato alarmante porque el centro del campo es lo que mide el pulso de un equipo. Con tanta pérdida de balón, el Madrid se descontrola, sufre atrás y no consigue llegar con claridad arriba. Es un equipo que no muerde.

Contra el Tottenham y el Girona más de uno echó de menos a Mateo Kovacic, capaz de jugar más en vertical y saltarse las líneas cuando las segundas partes lo requieren. El croata, con una rotura muscular, lleva de baja desde mediados de septiembre y no regresará hasta enero. Los laterales, otro motor del juego de Zidane, también andan gripados. Marcelo está lejos de su mejor nivel y Carvajal lleva un mes fuera del equipo por una pericarditis. Se le espera para el derbi del 18 de noviembre frente al Atlético.

El “cambio de chip” al que apeló Zidane el miércoles en Wembley pasa por recuperar el gol, pero también el balón. El vestuario, aseguran desde Valdebebas, está dolido pero captó algo positivo después de la derrota contra el Tottenham. Se agarra, además del empate del Borussia Dortmund contra el Apoel que dejó a ambos con dos puntos, al gol de Cristiano y al intento de reacción en los últimos 10 minutos para empezar a salir del túnel.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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