Timo Werner, el caso del goleador aturdido
El prometedor delantero alemán del Leipzig lleva varias semanas de baja por hipersensibilidad auditiva
Timo Werner, el mejor delantero centro surgido en Alemania en los últimos años, se sentó este sábado en el banquillo del Westfalenstadion después de permanecer tres semanas de baja por hipersensibilidad auditiva. El himno del Borussia Dortmund, el estrepitoso Heja BVB, la marcha que sus aficionados cantan en un coro multitudinario antes de cada partido, nunca resultó tan intimidante. El nueve del Leipzig, máximo goleador de su equipo —cinco tantos en seis partidos de Bundesliga—, es menos vulnerable a los centrales que al ruido.
Werner pidió la sustitución en el minuto 32 del partido que disputaron el Besiktas y el Leipzig en la última jornada de la Liga de Campeones, el 26 de septiembre. Justificó que el ruido de las gradas del estadio de Estambul le aturdía. El Vodafone Park, junto al Bósforo, con capacidad para 37.000 espectadores, no es el campo más populoso de Europa. Pero, de acuerdo con las mediciones, el recinto concentra la hinchada más ruidosa. En 2007 registraron 132 decibelios, récord oficioso de la Champions. En el umbral del estruendo que produce dolor auditivo, en torno a los 140 decibelios. Poco más que el ruido que es capaz de hacer la afición del Westfalenstadion, la más bullanguera de Alemania, que ha alcanzado hasta los 130 decibelios. La histórica pitada a Figo en el Camp Nou, en 2000 cuando jugó con el Madrid, llegó a los 111.
Sometido a exploración médica, Werner se perdió el partido contra el Colonia y la última convocatoria de la selección de Alemania, con la que aspira a ir al Mundial. El club lo sometió al dictamen de Kurt Mosetter, un traumatólogo alemán que prestó sus servicios a la selección de EE UU durante el Mundial de Brasil. La explicación de Mosetter fue sorprendente: la culpa del mal de Werner la podía tener el defensa chileno Gonzalo Jara. Solo había que rastrear en el historial de traumatismos del nueve de 21 años. Hasta la final de la Copa Confederaciones, el 2 de julio.
Había transcurrido una hora de la final. Alemania se imponía a Chile por 1-0 después de que Werner sorprendiese a Díaz, le robara la pelota, driblara a Bravo, y dejase a Stindl solo ante la línea de gol. Chile sufría cuando Wender encaró a Jara y el central le cerró el paso propinándole un codazo en la mandíbula. El delantero quedó tendido en la hierba. El árbitro consultó el VAR y mostró amarilla a Jara. A los diez minutos, Werner fue sustituido por Can. Aparentemente, estaba sano.
Tres meses después, tras un examen minucioso, Kurt Mosetter sugirió una hipótesis mecánica del aturdimiento. Para el médico, el “bloqueo” de los músculos que se conectan con la columna cervical y la descolocación de la “articulación temporomandibular” pueden tener su origen traumático en el golpe de Jara y su consecuencia sería la hipersensibilidad auditiva.
Mónica Solana, profesora de la Universidad Ramón Llull y una de las fisioterapeutas más valoradas en el ámbito del deporte olímpico español, sostiene que no es la primera vez que un golpe produce este tipo de alteraciones. “Un golpe en la mandíbula”, explica, “puede hacer palanca y desplazar las vértebras. Al desplazarse, las vértebras presionan la arteria que irriga los órganos del oído: el martillo y el aparato vestibular. Esto puede provocar que haya una distorsión entre el estímulo que recibe el oído y la señal que transmite al cerebro. Es normal que se haya manifestado después de tres meses porque la descompensación que puede desencadenar un traumatismo así en la musculatura del cuello tiene efectos acumulativos. Va a peor y estos músculos acaban comprimiendo más la arteria que irriga el oído, provocando mareos, vértigo, y náuseas”.
Dice Solana que, si es su problema, Werner precisará que le reacomoden las vértebras y le compensen la musculatura. No parece una lesión grave, pero es extraña y tiene en vilo al fútbol alemán. Con Werner suplente, el Leipzig ganó 2-3 al Borussia.
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