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El Bayern Múnich despide a Carlo Ancelotti tras perder 3-0 con el PSG

Willy Sagnol se hará cargo del equipo de manera interina hasta que se decida el sustituto

Diego Torres
Carlo Ancelotti durante el partido del Bayern ante el PSG.
Carlo Ancelotti durante el partido del Bayern ante el PSG.Alexander Hassenstein (Bongarts/Getty Images)

El Bayern Múnich ha despedido a Carlo Ancelotti este jueves al mediodía, tras la derrota del equipo a manos del PSG el miércoles en el Parque de los Príncipes (3-0). Se trata de una medida muy drástica para los parámetros del club alemán. El último técnico que despidió la institución que preside Karl-Heinz Rummenigge con la temporada inacabada fue Louis van Gaal, en abril de 2011.

Ancelotti se lo esperaba, a juzgar por su actitud tras la derrota. Cuando en la sala de conferencias de París le preguntaron por qué había dejado en el banquillo a Ribéry, Robben y Hummels, tres veteranos de muchísimo peso en el vestuario, mostró una ligera sonrisa y pronunció una confesión como un epitafio: “Je ne regrette rien”. No se arrepentía de nada, dijo, en francés. No se sabe si la paráfrasis de Edith Piaff fue casual o deliberada.

Bajo sus pies se hundía el Bayern, torpedeado por las jugadas de Kylian Mbappé, el joven de 18 que cada vez que pisa el campo lo hace como si estuviera destinado a convertirse en la bandera del PSG y en el futbolista más desequilibrante del planeta. Según fuentes del club bávaro, el  Bayern estudia colocar a Willy Sagnol como interino mientras negocia la contratación del sucesor. El primero en la lista de candidatos es Thomas Tuchel, en el paro desde junio, cuando fue despedido por el Borussia Dortmund.

La tarea de Ancelotti no fue sencilla. Le contrataron en el verano de 2016 para gestionar la descompresión que sucedió a la marcha de Pep Guardiola. La plantilla estaba envejecida y exhausta después de cinco años de éxitos continuados en todos los frentes. Los tres últimos, caracterizados por la máxima presión, a las órdenes del técnico catalán, célebre en Alemania por un método de trabajo que llevaba a los jugadores al límite físico y psíquico. Ancelotti consiguió mantener el nivel de juego durante meses rebajando la intensidad de las rutinas. Pero el material humano tenía serias limitaciones. La marcha de Lahm y Alonso el verano pasado despojó al grupo de dos figuras con un elevado sentido de la responsabilidad. Algunos de los veteranos más influyentes que permanecieron en el club ya no gozan del mismo fervor por su oficio que en temporadas anteriores. Los analistas profesionales de la Bundesliga aseguran que el mejor momento en las carreras de Ribéry, Hummels, Robben, Lewandowski, Müller o Arturo Vidal permanece en el pasado.  

Después de mostrarse muy próximo a la vieja guardia, Ancelotti dio un giro a lo largo del último mes. Advirtió a varios de los jugadores que sentían que tenían el puesto asegurado que se equivocaban. Repentinamente, los testigos señalan que el clima en la sede de Säbener Strasse se volvió más denso. El empate (2-2) ante el Wolfsburgo en el Allianz Arena, el viernes pasado, tras ir ganando 2-0, reveló una apatía autodestructiva. En París, ante el duelo más trascendental de lo que va de curso, el italiano jugó su última carta. Tras considerar que los veteranos le habían fallado, los relevó y apostó por una renovación drástica. James, Coman, Tolisso y Süle fueron los elegidos en detrimento de Robben, Ribéry y Hummels. Si el Bayern se imponía al PSG, los mayores pasarían a la segunda línea definitivamente. Si no, Ancelotti sabría que ya no podría apoyarse tampoco en los jóvenes. El 1-0 cuando no se habían disputado ni dos minutos, resulta elocuente. El 3-0 dejó al entrenador expuesto. Müller, titular ante el PSG, fue todo lo explícito que le permitió su condición de de empleado, tras el partido: "Hemos hecho lo mejor que hemos podido lo que nos ordenó el entrenador".

"Los grandes equipos", dijo Ancelotti antes de salir del campo, "deben acostumbrarse a tener grandes jugadores en su banquillo. Esto es normal".

La cena de la expedición del Bayern en el Hotel du Collectionneur, en París, fue la antesala de la destitución. La liturgia de estas cenas, que el Bayern organiza en cada viaje para que sus aficionados y sus dirigentes se mezclen con la plantilla tras los partidos, estuvo marcada por los menajes tajantes. Ancelotti tuvo la certeza de que sería destituido antes de sentarse a la mesa. En su discurso ante los concurrentes, Rummenigge anunció que el 3-0 tendría consecuencias graves pues obligaba al club a "examinar la situación" y a "adoptar decisiones claras".

Rummenigge firmó el comunicado oficial del despido, este jueves: "El rendimiento desde principios de temporada no se corresponde con nuestras expectativas. El resultado de París demuestra tenemos que asumir las consecuencias. Esto es lo que le comunicamos yo y Hasan Salihamidzic [director deportivo] a Carlo en la conversación abierta y seria en la que le dijimos nuestra decisión. Quiero darle las gracias a Carlo por su cooperación. Lamentamos el desarrollo de los acontencimeintos. Carlo es mi amigo y seguirá siéndolo. Hemos tenido que tomar un decisión profesional velando por los intereses del Bayern".

Junto con Ancelotti fueron despedidos su hijo Davide, que es entrenador y oficiaba de segundo; y su cuerpo de apoyo, Giovani Mauri, Francesco Mauri y Mino Fulco.

Carlo Ancelotti tiene un récord: nadie en la historia del fútbol ha ganado dos Champions como jugador y otras tres como entrenador. Nadie ha ganado títulos importantes con tantos equipos relevantes de las cinco Ligas más fuertes del continente: Milan, Real Madrid, Chelsea, PSG y Bayern.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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