Nadal cortocircuita a Khachanov

Después de un estreno muy apurado, contra el francés Lucas Pouille hace dos días, Rafael Nadal ofreció una versión coriácea frente el joven Karen Khachanov, al que redujo por un doble 6-3 (en 1h 28m) para citarse directamente en los cuartos del torneo de Pekín con el cañonero John Isner (6-0 y 6-3 a Leonardo Mayer), contra el que no ha perdido nunca (6-0 en los precedentes oficiales). Esta vez no hubo ni épica ni tensión, ni desde luego esa pizca de "suerte" del estreno, pero a cambio el número uno propuso un ejercicio de control absoluto y esa solidez que hace de él un Annapurna.

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Enfrente estaba el joven Khachanov, proyecto de futuro gran tenista, aunque todavía le quedan varios puntos de cocción –con 21 años, es el 41 del mundo– y por eso los pulsos con Nadal se le hacen aún excesivamente grandes y sufridos. Su derecha hace estragos, pero el tú a tú con el español invita siempre al riesgo y terminó la tarde destemplado, de forma fea –con una doble falta, de las siete que cometió– y con la sensación de haber chocado contra un muro de hormigón. Ya le ocurrió en Wimbledon, donde ofreció una digna resistencia en julio, y ahora en el tapete de Pekín.

Ni un resquicio le concedió Nadal, que esta vez empleó un interesante híbrido de contención y voracidad, porque anuló las seis opciones de rotura del moscovita y una vez defendido el territorio abordó con decisión. Cerró con 25 golpes ganadores y se aproximó a la cinta con vigor y firmeza (8/9), incluso en los instantes más delicados, muestra siempre de confianza. Desgajó a Khachanov con incisiones certeras, arrancando los dos parciales con dos breaks tempraneros –en ambas ocasiones, al tercer juego– y sosteniendo niveles muy significativos en el servicio (70% de recompensa con primeros y 68% con segundos).

Fresquísimo de piernas, dibujó tres paralelos y un par de genialidades que arrancaron el ohhh! del público chino y desembarcó en los cuartos de final, por lo que iguala la cota del curso pasado; en consecuencia, de aquí al domingo todo lo que sea ganar significará sumar, y por lo tanto ampliar la brecha con respecto a Roger Federer en la puja por el trono mundial para definir al mejor del año. Eso sí, ahora aguarda el gigantón Isner, al que no le acompaña la estadística pero que en superficies dura-indoor siempre propone peligro. Como advertencia, su triunfo contra Nadal en el encuentro de hace dos semanas en la exhibición de Praga.

Mientras, el castellonense Roberto Bautista apura sus opciones de acceder a la Copa de Maestros (del 13 al 19 de noviembre) y toda pasa por una buena actuación en la gira asiática. Mañana, el número 13 del ranking se enfrentará al búlgaro Grigor Dimitrov, talentoso donde los haya y terriblemente irregular.