Messi desmitifica a Buffon ante la Juventus
El Barcelona golea al equipo de Allegri con dos tantos del argentino después de una actuación muy seria en un encendido Camp Nou
No quedará portero en el mundo que no haya doblado la rodilla ante Messi. Ni siquiera Buffon, inmaculado a sus 39 años en los mano a mano con el rosarino hasta anoche, cuando el 10 del Barcelona le sometió a un inclemente pim pam pum después de un estupendo ejercicio futbolístico del equipo de Valverde. El virtuosismo de Messi descerrajó a la automatizada zaga de la Juve y dejó con la boca abierta a su amigo Dybala. No hay calcio que valga cuando se le calienta la sangre al argentino del Barcelona. Los estados de ánimo y los detalles son muy importantes en los partidos que no son decisivos y, sin embargo, marcan tendencia, pocos últimamente como los duelos Barça-Juventus.
La Juventus le había perdido el respeto al Barça. Jugó de salida muy alegre, sin reparar en las ausencias, confiada en una plantilla amplia y renovada, llena de matices y dispuesta a canonizar a Dybala. Aunque ahora mismo, recién iniciada la temporada, todavía es un equipo a medio plazo, tiene una idea de juego clara y está muy bien organizada, incluso defensivamente, a pesar de la salida de Bonucci y la ausencia de Chiellini. A nivel colectivo, parecía más madura que el Barça. Pintaba mal el partido para el Camp Nou.
Los mecanismos de juego azulgrana no están todavía tan afinados como los de la Vecchia Signora. Valverde ya ha cuadrado más o menos la alineación después de la espantada de Neymar. Nadie cubrió la ausencia del brasileño, no hay jugador que se ponga de extremo izquierdo, ya sea por respeto o decisión táctica, sino que en la punta del ataque ha quedado un vacío en el puesto natural del 11. Y el 11 del PSG goleaba en Glasgow mientras sufría el Barça.
Aunque a veces se mete por el carril Jordi Alba, en ocasiones se deja caer Luis Suárez y hay momentos en que aparece Iniesta, nadie juega de Neymar. Dembélé se abre desde el costado derecho y Messi se asocia con Suárez en el asimétrico equipo de Valverde. El plan barcelonista exigía velocidad y precisión para sorprender a la bien parada Juve. Y no había manera de filtrar un pase ni forma de abrir el campo para llegar hasta Buffon. La Juve iba y venía, vestida para matar, como solo sabe hacer la Vecchia Signora.
Tuvo que recurrir el Barcelona al talento individual para sorprender a Allegri. La ofensiva quedaba reducida a la zancada y desborde de Dembélé y al regate de Iniesta porque no había manera de que entrara en juego Messi. Aislados los delanteros, los laterales, centrales y centrocampistas del Barça se batían como jabatos en defensa, animados por el saber estar del joven Semedo. El equipo se agrandó a partir del muro que levantó ante Ter Stegen después de un par de buenas transiciones de la Juventus que calentaron las manos del portero del Barcelona.
Los azulgrana aguantaron pacientemente hasta discutir futbolísticamente con la Juve. El encuentro se convirtió entonces en un excelente thriller psicológico con un desenlace tan previsible como inédito: el asesino era efectivamente Messi. El 10 había perdido reiteradamente la pelota hasta que la agarró en una preciosa contra armada por Piqué y continuada por Dembélé: el francés aceleró para el rosarino, que se apoyó en una pared con Suárez, para cruzar después deliciosamente al poste izquierdo de Buffon.
Al cuarto partido de la serie Barcelona - Juventus, Messi se soltó la camisa de fuerza puesta por los italianos y batió al famoso meta, que ni siquiera se tiró, consciente de que el tiro del 10 no tenía respuesta después de salvar las piernas de Benatia y Sturaro. El gol serenó el juego del Barça. Los azulgrana se juntaron muy bien alrededor de su excelente línea de medios (Iniesta-Busquets-Rakitic) y a partir de la posesión dominaron el partido hasta sacar de la cancha a los bianconeri después que errara un remate sencillo Dybala.
Apareció entonces la mejor versión de Messi. Messi remató al palo derecho de Buffon. Messi vio la tarjeta amarilla por reclamar y tocar el hombro del árbitro Skomina. Messi disparó a gol cuando se interpuso el pie de Sturaro y el rechace lo aprovechó Rakitic para poner el 2-0. Y Messi culminó un vertiginoso despliegue azulgrana nacido en la bota de Alba. La jugada fue tan primorosa que ya no hubo partido desde el 3-0. La hinchada, encendida por Messi, exquisito cuando se trata de marcar las diferencias, se pasó el último cuarto de hora con la mirada puesta en la Juve, finalmente, desmitificada con su capitán Buffon, vencido y largamente abrazado a Messi. El 10 está desatado con Valverde.
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