El misterio de la colección Gelman: México no sabe dónde están algunas de sus obras de arte más famosas
El tesoro de Jacques y Natasha Gelman, formado por algunos de los cuadros más importantes del siglo XX mexicano, ha estado oculto hasta que una subasta en Sotheby’s arrojó las primeras pistas casi 20 años después
En alguna parte se esconde una de las colecciones de arte mexicano más importantes del siglo XX. El tesoro está formado por cuadros de Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Izquierdo, Rufino Tamayo, Carlos Orozco, Juan Soriano y Gunther Gerszo, entre otros grandes artistas. La llaman la colección Gelman por sus creadores, Jacques y Natasha Gelman, grandes coleccionistas y mecenas que amasaron una gran fortuna durante la época del Cine de Oro mexicano. Tras la muerte del matrimonio, la colección pasó a manos de un albacea y fue expuesta por medio mundo: Londres, Nueva York, Madrid... hasta que en 2008, después de una complicada batalla legal, se le perdió el rastro. El museo donde fue expuesta cerró y nadie volvió a tener noticias de los cuadros, hasta hace unos días, cuando una subasta en Sotheby’s hizo saltar todas las alarmas.
En el catálogo de más de 30 piezas estaban Siqueiros por Siqueiros (1939), un autorretrato de David Alfaro Siqueiros; Caballos en el circo (1940) de María Izquierdo y Paisaje arcaico (1956), de Gunther Gerzso, entre otras muchas de Leonora Carrington, Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Diego Rivera, Carlos Mérida, Juan Soriano... A la venta por cientos de miles de dólares. Algunos de estos autores, sin embargo, cuentan con una declaratoria que los convierte en monumento artístico nacional y está prohibido que sus obras salgan para siempre fuera de México. Al conocer la subasta, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) bloqueó la venta del cuadro de María Izquierdo e instó a Sotheby’s a cumplir con las disposiciones legales aplicables en México y en Estados Unidos. El resto de obras del catálogo fueron vendidas. “A partir de la información publicada por Sotheby’s, se estima que parte de dicha colección se encuentra en Estados Unidos, excepto la obra Siqueiros por Siqueiros, que se ubica en México. Del resto de las piezas no se cuenta con información”, señalan desde el INBAL a este diario. Las autoridades mexicanas también reconocen que no saben dónde y en qué estado se encuentra la mayor parte de la colección de los Gelman, formada en la actualidad por unas 300 obras.
El resurgir del caso ha abierto un debate en el país sobre la protección del patrimonio de México y la pérdida cultural que representa vender por partes una colección tan valiosa, valorada hace unos años en 200 millones de dólares. “La última voluntad de Natasha y Jacques Gelman fue que las obras permanecieran en México, como parte de un discurso museográfico. Era una de las colecciones de arte moderno más importantes que teníamos en el país”, señala la periodista cultural Adriana Malvido, quien ha seguido el caso por varias décadas. “No puede entenderse el valor de la colección sin valorar el papel de Jacques Gelman como coleccionista”, explica el historiador del Arte James Oles. “Él y su esposa fueron auténticos mecenas que no solo compraron obra, también impulsaron la carrera de varios artistas. Entre ellos, Frida Kahlo y Diego Rivera”, agrega el especialista.
El legado de los Gelman
Jacques Gelman (San Petersburgo 1909 - Cuernavaca, 1986), llegó a México en 1938 huyendo de la guerra en Europa con el interés de hacer carrera en la industria cinematográfica. En París había trabajado para los estudios Pathé y en México fundó junto a un desconocido Mario Moreno, Cantinflas, la empresa POSA Films. Juntos grabaron muchas de las películas más famosas del actor mexicano lo que los catapultó en el mundo del cine. En 1941 se casó con Natasha Zahalka Krawak (1912-1998), de origen checo, que asumió el apellido de su marido. En 1943, Gelman encargó a Diego Rivera un cuadro de su esposa. El primero de muchos. El retrato de Natasha Gelman rodeada de alcatraces es considerado la primera obra que dio origen a una de las colecciones mexicanas más importante de arte del siglo XX. “Más allá del valor económico, la colección Gelman es una importante representación de la identidad artística de México”, opina en abogado Alberto Bremermann, experto en el mercado del arte.
Hablar de la colección Gelman siempre despierta el interés de coleccionistas y expertos porque no solo se dieron a la tarea de comprar obras de artistas en México. Picasso, Miró, Dalí, Renoir, Matisse, Kandinski, Modigliani, la colección también tuvo lo mejor de lo mejor del arte europeo. Actualmente la parte europea de la colección se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde puede ser admirada.
Desde la muerte de los Gelman, la colección no ha tenido un dueño como tal, aunque pasó a ser gestionada por un albacea, Robert R. Littman, comisario de la muestra en las numerosas exposiciones que ha tenido en el extranjero. Tras la muerte de Jacques Gelman, Natasha prestó por primera vez la colección mexicana en 1992 para ser mostrada en el Centro Cultural Arte Contemporáneo de Televisa, donde Littman era el director. La señora Gelman prefirió que los cuadros fueran custodiados por el centro privado antes que por el Estado mexicano. Después de la muerte de Natasha Gelman y el cierre del centro cultural de Televisa en 1998, varios museos se ofrecieron a albergar la colección. “Hubo ofertas para que la colección fuera expuesta en el Munal, el Museo Dolores Olmedo, el Franz Mayer... pero no acabó en ninguno de esos”, cuenta Malvido.
La colección estuvo viajando por más de 20 países durante los siguientes cuatro años, lo que generó ingresos para que Littman siguiera agrandándola. En las obras subastadas hace unos días en Sotheby’s aparece la Fundación Vergel como propietaria de los cuadros. Dicha fundación fue creada por Littman tras la muerte de Natasha Gelman, con el fin de administrar las obras y moverlas alrededor del mundo. La exposición itinerante permitió generar suficientes fondos para comprar obra nueva entre la que destacan piezas de Francisco Toledo, Graciela Iturbide o Manuel Álvarez Bravo. Este diario buscó una entrevista con Robert R. Littman, quien declinó la propuesta.
Una dura batalla judicial, un medio hermano y el hijo de Cantinflas
En 2004 la colección regresó a México para ser expuesta en el Centro Cultural Muros, un museo creado por las empresas Cotsco y Comercial Mexicana en Cuernavaca, Morelos. El idilio duraría poco. La colección solo estuvo ahí cuatro años antes de desaparecer. “Me acuerdo que muchos de nosotros fuimos a visitar la colección como quien va en peregrinación”, dice la historiadora del Arte María Minera. En 2006, varias demandas impuestas contra Littman por parte del hijo adoptivo de Cantinflas, Mario Moreno Ivanova, hicieron saltar todo por los aires. Moreno Ivanova denunciaba que una parte de las obras habían sido a través de la empresa que fundaron su padre y Gelman y reclamaba la titularidad como heredero de Cantinflas. Aunque un juez desestimó la demanda, nuevos actores entraron en escena. Primos lejanos y medios hermanos de Natasha Gelman también reclamaban ser los legítimos herederos del matrimonio.
En 2007, el abogado Fuentes León y su hijo, Enrique Fuentes Olvera, compraron la cesión de derechos testamentarios a un medio hermano de Natasha, Mario Sebastián Krawak, por 20.000 dólares poco antes de morir, y demandaron sus derechos sobre las obras. Aunque una jueza les concedió la titularidad, la decisión fue tumbada en los tribunales tras una batalla judicial de años. A esta demanda se sumó la de un primo lejano de Natasha Gelman, Jerry Jung, que también reclamó la herencia en un tribunal de Estados Unidos y atacó a Littman. El albacea decidió dejar de exhibir los cuadros y poner la colección a buen recaudo hasta ahora. La causa tardó años en avanzar y acabó muriendo en los tribunales.
Dueños privados, pero patrimonio de la nación
En total, la Colección Gelman cuenta con varios cuadros de Frida Kahlo. Diego en mi pensamiento (1943), Autorretrato con monos (1943), La novia que se espanta de ver la vida abierta, (1943) y El abrazo de amor del universo, la tierra (México), yo, Diego y el Señor Xólotl (1949), son algunos de los más importantes. De Diego Rivera destacan las obras Vendedoras de alcatraces (1943), Modesta (1937) y Paisaje con Cactus (1931). Diego Rivera cuenta con una declaratoria de Monumento Artístico desde 1954 que impide sacar sus obras permanentemente del país.
Lo mismo sucede con la obra de Frida, declarada monumento artístico desde 1984; Siqueiros desde 1980 y María Izquierdo, con la declaratoria desde 2003. Eso significa que existen muy pocos cuadros de estos autores circulando de manera legal en el mercado, lo que los convierte en raros y muy valiosos. “Hay muy poca obra de Frida en el mercado, eso y su historia de vida, la convierte en una de las artistas más cotizadas”, apunta James Oles. Solo pueden ser vendidas las obras que ya se encontraban en el extranjero antes de la declaratoria. Sotheby’s puso esta semana a la venta creaciones de Kahlo que no pertenecen a la colección semilla de los Gelman y que fueron adquiridas después por Littman. Los dibujos son Carma III (1946), The Miscarriage (1932), Máscaras (Carma I) (1946), Dibujo con pie (1946) y Collage con dos moscas (1953).
La ley no impide que un coleccionista privado sea el dueño de las obras, pero les obliga a que estas permanezcan en México y a dar parte a las autoridades de los movimientos que hagan. Las autoridades explican a este diario que desconocen el estado en el que se encuentran las obras de la colección ya que “no tiene por qué realizarse una verificación física de todas las obras que son Monumento Artístico, a menos que así lo solicite el interesado. No obstante, las que han sido exhibidas en distintos museos del mundo, sí han sido dictaminadas por los especialistas del INBAL y todas ellas se encuentran en buen estado”, señalan desde Instituto.
La historiadora del Arte María Minera considera, sin embargo, que se trata de un “descuido lamentable” por parte de las autoridades y critica que las autoridades no estén más “vigilantes de dónde están las obras”. “Por ejemplo, en el sexenio anterior se vigiló mucho qué ocurría con las piezas prehispánicas, pero no tanto con el arte moderno. No sería la primera vez que obras importantes de Frida Kahlo, por ejemplo, aparecen en el extranjero”, apunta la especialista, quien considera “muy probable” que todas las obras de los Gelman, incluidas las consideradas monumentos históricos, puedan estar en el extranjero.
Durante la semana pasada también trascendió que hace algunos unos años Littman estuvo en conversaciones con el Estado mexicano para vender las obras, pero la compra nunca se concretó. “Debieron de tomarse acciones a nivel institucional y haber negociado si no la compra de todo, al menos de algunas piezas”, comenta el abogado Bremermann. Gerardo Estrada, director INBAL entre 1992 y 2000, señaló en una entrevista reciente con el diario Reforma la falta de “interés y de visión por parte del Estado” para preservar este patrimonio dentro de sus fronteras. “Las obras de la Colección Gelman forman parte del patrimonio de un particular. El INBAL continuará realizando las acciones que le competen a partir de las disposiciones normativas en la materia, tales como emitir permisos de exportación temporal, de reproducción, exhibición y proporcionar asesoría técnica en materia de conservación y restauración”, responden desde el Instituto a la pregunta sobre las acciones que tomarán a raíz de los últimos acontecimientos.
Las previsiones para Cultura en México, sin embargo, no son nada esperanzadoras. De acuerdo al Presupuesto proyectado para 2025, la cartera de Cultura contará con un 30% menos de fondos públicos y recortes para todas las dependencias, incluido el Instituto de Bellas Artes y Literatura.
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