¿Y cómo se le gana a Froome?
El británico afronta una nueva fase de la Vuelta en la que los puertos son más largos y menos explosivos
Puede ser por el pie. Hace dos años Froome traía la Vuelta preparada al dedillo, calculada como el británico mide sus posibilidades y estruja sus opciones bajo la atenta mirada de su preparador personal. Todo calculado, bajo control, salo las caídas, siempre inoportunas, inesperadas, como la que sufrió en Andorra que le afectó a los huesos el pie. A los 3 kilómetros se estampó contra la pared y tras ser revisado en el Hospital, se fue a su casa. Era la Vuelta, hasta la actual, que mejor había preparado para cumplir su deseo de no ser “un ciclista que solo gana el Tour”. La Vuelta la ganó Fabio Aru, pero era la Vuelta de Froome. Lo suyo fue un traspié.
Puede ser por el equipo. En la pasada edición, el Sky se desarboló en la etapa de Formigal. Ni Froome la había preparado con minuciosidad ni el equipo que trajo fue el mejor. El británico, cabreado, aseguró en la jornada de descanso que lo lógico hubiera sido que la carrera española no repescase a los ciclistas que llegaron fuera de control, entre ellos todos sus compañeros, y que hubiera dejado la ronda española con unos 70 ciclistas en disputa. Ese día, por los errores del Sky, el equipo milimétrico, Nairo Quintana ganó la Vuelta, con la ayuda de Contador, el incendiario de la carrera.
Puede ser por las circunstancias. Tras su manifiesto poderío, Froome aventaja al colombiano Chaves en solo 36 segundos, después de 36 horas de carrera. O sea, cada hora perdía un segundo. Tampoco tanto. A partir del tercero, Nicholas Roche, la desventaja ya supera el minuto y a partir del décimo, los dos minutos. Pero nadie ha conseguido soltar a Froome, que es el único de la decena de primeros clasificados que ha conseguido ganar una etapa. “Es el escenario soñado”, afirmaba ayer Froome en su hotel de Elche, aunque “en la Vuelta todos los días se lucha por la general” y por eso se sentía “realmente feliz por el inicio de Vuelta”.
Las circunstancias de la Vuelta cambian tras el primer descanso en Alicante. Hasta ahora las etapas han sido made in Vuelta: puertos cortos y explosivos, rampas duras e intensas. A partir de ahora, hasta el segundo descanso en Logroño, recuperan el perfume made in Tour, con puertos más largos, más tendidos, que van desde los 7,5 kilómetros del collado Bermejo en Murcia hasta los 19,3 kilómetros de Hoya de la Mora en Granada. Menos paredes en las rampas, más esfuerzo continuado. Puertos de 12, 13, 15, 16, 17 y 19 kilómetros de esfuerzo continuada. ¿Mejor o peor para batir a Froome? No se sabe, pero la mayoría del pelotón prefiere las apuestas largas que las subidas express. El propio corredor británico reconocía que hasta ahora “solo hemos subido puertos de 3 o 4 kilómetros ya ahora la cosa cambia y todos esperan ganar con el cambio. Porque la Vuelta es “una carrera agresiva”. Pero Froome siente fuerte y seguro. Fuerte “tras 3.500 kilómetros en el Tour y2.000 de entrenamiento”. Esta Vuelta la ha preparado a conciencia, corriendo apenas dos criteriums en verano para llegar a España en las mejores condiciones, aunque significara renunciar a contratos económicos. Cierto es que podría no haber venido tras ganar el Tour “y estar con mi familia y con los pies en alto esperando al Tour del año que viene”. Pero quiere ganar y los demás calculan la manera de evitarlo.
Ahora mismo su rival es el colombiano Chaves, ero su rival anímico es Contador, con la indigestión de Andorra en los tuétanos de su rabia. Está demasiado lejos en la general pro insiste en que “luchar por una etapa y por la general no son asuntos incompatibles”. Tiene difícil ambas cosas. Aún a más de tres minutos es un tallo al que no le dejan salir del corral, aunque no descarta colaborar con Froome para conseguir alguno de sus objetivos. Y pensar que todo comenzó con Juanjo Cobo, el Bisonte cuando le ganó la Vuelta de 2011, sobreviviendo segundo a segundo...
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