Arévalo, un colombiano de 24 años, muestra el camino a la marcha española
La nueva generación de marchadores españoles acaba entre el octavo y el 13º en el Mall de Londres
Desaparecida Rusia del mapa, aunque no del todo, la marcha se ha convertido en una especialidad global. Un colombiano, un ruso sin bandera y un brasileño comparten el podio masculino de los 20 kilómetros un par de horas después de que una china, una mexicana y una italiana ocuparan el de las mujeres. Ningún español ni española entre ellos, la vieja potencia dominadora. Eider Arévalo, de Pitalito (Huila), al sur de Colombia, se impuso a Serguéi Shirobokov y a Caio Bonfim; Jiayu Yang ganó por delante de Guadalupe González y Antonella Palmisano.
Álvaro Martín, el mejor de todos los españoles, quedó octavo, un puesto que quiere que le llene, aunque en su interior, como piensa su entrenador, José Antonio Quintana, seguramente estará enfadado. “Lo podía haber hecho un poquito mejor”, reconoce el marchador extremeño, que mientras habla, de pie tras una valla, tiene que agacharse para mitigar el dolor de las piernas, inundadas de ácido láctico tras el sprint que necesitó para defender su octava plaza, el tercer finalista del atletismo español en Londres, del ataque del compatriota Alberto Amezcua. Miguel Ángel López, que confesó que la cabeza le falló y que sufrió una falta de confianza en sus posibilidades, terminó décimo y el más joven, Diego García Carrera, 13º, quien como Amezcua, hizo mejor marca personal. “He estado en mi marca personal”, continúa Álvaro Martín, quien hasta el kilómetro 12 peleó con los mejores. “Pero me da rabia, así que me quito el sombrero ante los medallistas, pero me da rabia, porque los he tenido muy cerca. Estoy seguro de que en pocos años, ya ganaremos medallas”.
Las jovencísimas Laura García Caro, de 22 años y de Lepe (Huelva), y María Pérez, de 21 y de Orce (Granada), y entrenada, como Amezcua, uno de Guadix, por Jacinto Garzón, terminaron novena y décima. Reclaman su puesto en el equipo español. Piden paso. García Caro lo hace más pausada, a ritmo regular; María Pérez, que es dinamita y no se aguanta las ganas de salir siempre a tope hasta reventar –“si no tengo nada que perder, ¿por qué me voy a reservar?”, pregunta la granadina, con la lógica de los campeones--, a toda velocidad, sin cálculos.
La marcha española se rejuvenece al ritmo de la mundial, que presenta sus nuevos sorprendentes protagonistas. Campeón mundial júnior en 2012, el año que disputó los Juegos de Londres, Eider Arévalo, el segundo colombiano campeón tras Luis Fernando López, oro en Daegu tras la descalificación posterior por dopaje de los rusos Borchin y Kanaykin, tiene 24 años, se entrena en Bogotá, que está al doble de altitud, 2.600m de Pitalito, y afinó puesta a punto con su equipo en Pontevedra en julio, donde buscaron un clima inglés y un idioma con el que se entendieran bien a nivel del mar. “Somos los herederos de Jefferson Pérez”, dice recordando al ecuatoriano varias veces campeón olímpico y mundial y reivindicando el poder andino.
Guadalupe López, la mexicana de plata que compite con una cinta blanca en el pelo como amuleto, fue boxeadora de peso paja hasta los 15 años. “Pero peleaba con las de categoría pluma, más pesadas, y me daban”, dice. “Me lesioné, además, de una rodilla y me pasé a la marcha”.
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