Las voces del pasado, cuatro anécdotas del América-Pumas
Daniel Brailovsky, Mario Carrillo, Alejandro Castro y Jesús Ramírez repasan para EL PAÍS sus memorias sobre el clásico de la Ciudad de México
“Una vez nos tocó llegar al estadio en camionetas blindadas”, recuerda Jesús Chucho Ramírez cuando le tocó dirigir al América cuando se enfrentó a Pumas en el Azteca. Era 2009. Los grupos de animación entre ambos equipos mantenían un férreo enfrentamiento. El América - Pumas se trata de una de las mayores enemistades en el fútbol mexicano. En EL PAÍS presentamos cuatro anécdotas de jugadores y entrenadores de este antagonismo.
La época dorada del Ruso
Cuando llegó el argentino Daniel Brailovsky al América le habían dicho que el mayor derbi era contra las Chivas de Guadalajara. “Iba surgiendo un clásico desde las divisiones inferiores. Era el clásico capitalino contra los Pumas. El hecho de enfrentarse al equipo de la Universidad significaba algo muy importante para los jóvenes nacidos en fuerzas básicas y a uno como extranjero se lo hacían sentir”, menciona el jugador apodado como el Ruso.
En las tres temporadas en las que jugó Brailovsky ganó tres títulos de liga. En su segundo año le tocó jugar la final contra los Pumas. “Aquella vez fue contra jugadores felinos que recién comenzaban, pero que terminaron como figuras: Miguel España, García Aspe… Nosotros teníamos mucho más experiencia que ellos”, relata. Esa serie tuvo que definirse en un tercer partido tras dos empates seguidos. El tercer encuentro se jugó en una cancha neutral, en el Estado de Querétaro. Esa vez las águilas ganaron 3-1, con un doblete de Brailovsky.
“Entendíamos que el América representaba a un equipo que tenía dinero y jugaba contra la universidad más importante de México. La gente te lo hacía sentir en la calle. Iba a comer unos tacos o iba con mi mujer al super mercado y cualquiera te mencionaba que este partido era esencial”, relata el Ruso.
El atacante argentino, quien jugó en el Peñarol de Uruguay y en el Independiente de Avellaneda, se convirtió en 2007 en el entrenador del equipo americanista. Duró en el cargo un año. A su cargo le tocó ganarle a los Pumas 2-0. “Eran 24 horas en que eras querido por la gente del América y odiado por los demás”.
-¿Hubiese aceptado jugar por Pumas o los dirigiría?
-De jugador no se dio esa posibilidad. La misma directiva de las águilas no lo hubiese permitido. De técnico… No. Ni con Pumas ni con Chivas, por un tema de respeto. El americanista me hizo sentir un hijo pródigo, alguien muy querido.
El abolengo felino
Desde los trece años, Hugo Sánchez y Jesús Chucho Ramírez eran los mejores cómplices en Pumas. Ambos crecieron en el mismo barrio del Jardín Balbuena en la Ciudad de México. “Nos íbamos juntos a entrenar, jugar y a soñar. Éramos compañeros de habitación”, menciona uno de los técnicos más apreciados en México por liderar a la generación de Giovani Dos Santos y Carlos Vela a ganar un campeonato del mundo sub-17.
“Cuando yo estaba en fuerzas básicas, mi papá murió cuando tenía 14 años. Empecé a trabajar y faltaba los días de entrenamiento. Un día me presenté a jugar, me metió a jugar Pedro Ortíz y, afortunadamente, el técnico del primer equipo, Carlos Peters, me vio. Cuando acabó el partido me dijeron que me habían citado para jugar con el primer equipo”, cuenta Ramírez.
Uno de sus goles más apreciados fue uno que le hizo al arquero argentino Héctor Miguel Zelada. Era uno de los fichajes de gala del América y Chucho Ramírez le dio la bienvenida con una anotación. “Sí había un enfrentamiento simbólico entre el equipo de Televisa y nosotros, el estudiantado. Siempre hay esa distancia entre ideologías”, comenta.
-Cuando le nombraron entrenador del América (2009-10), ¿el hincha de Pumas le reprochó esa decisión?
-Sí porque ellos creían que yo le iba al América o que dejé de ser de Pumas. Pero en el fondo la gente me identifica más con Pumas. Estuve año y medio como entrenador. Luego regresé con Miguel Herrera (2011) para dirigir las fuerzas básicas. Lo cierto es que el América fue el único club que he dirigido.
El último rugido en el Azteca
Fue en diciembre de 2015 cuando los Pumas ganaron por última vez al América. Lo hicieron a lo grande. Una victoria de visita por 0-3. Eran la ida de las semifinales de la liga. “Fue un partido redondo para nosotros. Fuimos más certeros y supimos aprovechar las oportunidades que tuvimos”, comenta el exjugador universitario Alejandro Castro, quien ingresó de cambio para fortalecer el mediocampo de los suyos.
Sin embargo, en la vuelta las águilas fueron estoicas. “Me acuerdo que nos fuimos al medio tiempo perdiendo 0-2. Nos hicieron sufrir mucho. Son partidos de angustia”, recuerda Castro. El partido fue de alta tensión luego de que dos jugadores del América fueron expulsados, Paolo Goltz y Rubens Sambueza. Luego llegó el 1-2 de Javier Cortés para darle un respiro a Pumas. Aunque a cuatro minutos del final, Andrade de las águilas marcó el 1-3. El final fue cardiaco. “Me acuerdo que ese torneo los dirigió Ambríz y a él le gustaba el juego vertical. En ese partido de vuelta no tenía qué perder”. Los felinos clasificaron a la final que luego perderían por una voltereta frente a Tigres.
“Me tocó estar dos años en Pumas. Disfruté mucho los clásicos contra el América. Me encantó ver el estadio lleno. Me gustó ver el estadio Azteca lleno de toda la gente de Pumas. Escuchar los gritos de Goya…. Los Goyas se escuchaban durísimo”, comparte Castro, ahora jugador del Atlético de San Luis.
Una derrota, un despido
“Cuando era entrenador del América me tocaba jugar contra los Pumas en Ciudad Universitaria. Su director técnico era Hugo Sánchez. Ese día tuve que alinear a mi segundo equipo porque jugaba tres días después la Copa Libertadores contra Vélez Sarsfield. Con el segundo equipo le ganamos a los Pumas, ¡a los de Hugo!”, menciona Mario Carrillo, un estratega que logró darle al América un título de liga en 2005.
En 2012 el acérrimo rival le contrató para que fuera su entrenador. Su proyecto solo duró ocho partidos. Una derrota contra el América significó su despido. “El técnico del América era Miguel Herrera. Mi equipo les hizo una jugada de gol clarísima: se fue solo Martín Bravo y la chutó afuera. El América se echó para atrás y nos jugó al contragolpe. Y nos ganaron 1-0”, recuerda Carrillo. “Bajó el licenciado Borja [presidente del patronato de Pumas] y me dijo ‘usted está cesado. No tiene derecho a decir nada a la prensa’. No les gustó perder contra el América”.
El momento que marcó la tensión entre Carrillo y los Pumas fue en una final para definir al campeón absoluto de México. En 2005, cuando dirigía al América, se encaró con la porra de Pumas en el estadio Olímpico Universitario. “Los volteé a ver, levanté los brazos y les dije ‘aquí estoy’. En el Azteca mi equipo ganó 2-0”, menciona quien tenía bajo su mandato a Cuauhtémoc Blanco.
Ese episodio lo recordaron los aficionados de Pumas cuando anunciaron la contratación de Mario Carrillo para su equipo. “Fue hostil mi recibimiento. Desde el primer día no me querían ahí. Tenía que ganar lo antes posible. Todo el estadio gritaba que no quería que yo estuviera allí”, recuerda. Desde ese 2012, Carrillo no ha dirigido otro club. Pasó cuatro años en Europa para aprender nuevos métodos, desterrado de su fútbol.
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