Todos al ataque en los Pirineos
Contador y Nairo buscarán fuerzas para sumarse hoy al festivalque prevén los rivales de Froome
La sala de prensa del Tour, se supone, es un reflejo de la sociedad. Se derrumba de aplausos cuando Bardet (estamos en Francia) gana la etapa en el terrible muro del aeródromo. La épica sin victoria no es de su gusto, sin embargo. Al ataque fugaz de Alberto Contador en su Balès (el puerto en el que atacó en 2010 al Andy Schleck averiado para ganar un Tour que luego perdería por su clembuterol) reacciona con aplausos irónicos y risas de la tribu francesa y anglosajona, mayoritaria, que rio de nuevo cuando poco después volvió al redil de Kwiatkowski, el tirón de los Sky entonces; el desfallecimiento de Nairo Quintana al comienzo del Peyresourde se recibe con silencio, y su magnífica reacción para no hundirse, y con estupefacción el sprint con el que Mikel Landa adelanta por la izquierda, entre las vallas, a Chris Froome sin cadencia y una boca desencajada, y las babas del esfuerzo bailando en su barbilla. Y todos recuerdan que en lo que va de año, el inglés impecable no ha conseguido aún ninguna victoria.
Lo que hace Landa, el mejor escalador del Tour (séptimo en la general, a 2m 55s de Aru pese a haber trabajado para Froome sin cesar) no le gusta a su director, Nico Portal, que se lo dice a la cara y en público. Hay imágenes de Eurosport que muestran la reacción del técnico francés cuando el alavés llega al autobús para desfatigarse en la bici estática. Son mudas, pero se ve que hay bronca. La razón exacta se desconoce: ¿tiró demasiado fuerte de su líder en el sprint?, ¿le dejó en ridículo al adelantarle sin siquiera mirarle?
La etapa de hoy es tan corta (solo 101 kilómetros) e intensa, y Froome tan vulnerable parece, que ha abierto el apetito de los rivales cercanos, ciclistas ya sin miedo. ¿Cómo reaccionará el Sky? ¿Dejará a Landa protegiendo a su líder o le enviará por delante, como stopper de los presuntos atacantes, corriendo el riesgo de no volver a verlo?
La etapa de los 100 Km
Contador y Nairo nunca le han tenido miedo a Froome. Si no lo han atacado ha sido por falta de fuerzas, como repiten todos los días. Contador, dolorido, partió ayer, bajo la lluvia tan triste en Pau a veces, tan quejica por sus dolores en todo el cuerpo, que parecía más cerca del abandono o del hundimiento que de la hazaña. Y nada más salir, se paró a orinar él solo, y cuando volvía al pelotón, sin compañeros, un paso a nivel cerrado le frenó. Tardó en reincorporarse al pelotón, y lo hizo sin gran esfuerzo, pero no parecía el mejor inicio. Luego atacó en Balès. Gastó sus mínimas fuerzas, y después se descolgó, en el Peyresourde. En el muro de Peyragudes le cazó Nairo, quien se había descolgado antes y supo regular y recuperare, con su director querido, José Luis Arrieta, dándole ánimos y agua desde el coche. Y un día más, sus destinos y sus soledades no queridas, por detrás de su grandeza, unió a los dos viejos rivales.
La etapa de los 100 kilómetros les atrajo a los dos desde que el Tour se presentó, en octubre pasado. Sus posiciones en la general (Nairo, octavo, a 4m 1s de un Aru que puede recordar que el último no inglés que ganó el Tour fue otro italiano insular, el siciliano Nibali, en 2014, y que también llevaba el maillot tricolor y las letras de Astana en él; Contador, 11º, a 7m 14s) deberían permitirles lanzarse sin miedo a perder todo, que no es nada. De su voluntad, no se duda. De sus fuerzas, sí.
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