Garbiñe Muguruza, ante el espejo
La española, que jugará las semifinales de Londres frente a Rybarikova, debate consigo misma para sortear la presión y tomar el mando del tenis femenino. "Soy una jugadora emocional", reconoce
Garbiñe Muguruza siempre ha sido especial. Cuenta su padre José Antonio que el primer día que la llevó al colegio, lejos de enrabietarse y lloriquear, como lo hacen la mayoría de los niños, ella le despidió con la siguiente frase: “¡Pero vete ya, papá!”. Relata también que cuando su hija salía a la calle para jugar a las canicas, “se iba con una y volvía con un saco lleno”, y que en la escuela “era la líder y controlaba a todos los chicos de la clase”. Garbiñe, 23 años ahora, siempre fue una chica precoz. Con cinco meses ya caminaba y cuando era una adolescente ya les daba sopas con honda a sus hermanos, Asier e Igor, jugando al tenis. “Crecer con ellos la hizo más fuerte”, precisa el progenitor.
Tan bien se desempeñaba esa chica con la raqueta que hoy día no está demasiado lejos de ser lo que siempre soñó ser: la mejor tenista del mundo. “Con calma, con calma”, relativizan estos días desde su equipo, intentado rebajar una atmósfera optimista que con el triunfo de ayer en los cuartos de final de Wimbledon, ante la veterana Svetlana Kuznetsova (6-4 y 6-4, en 1h 15m), va camino de dispararse. “No debo estar eufórica”, atenuaba también la protagonista; “de hecho, todavía tengo que jugar las semifinales [a las 14.00, contra la eslovaca eslovaca Magdalena Rybarikova], que suelen ser los partidos más difíciles porque todo el mundo se pone más nervioso”.
Le preguntaban a Muguruza si Garbiñe ha vuelto a ser Garbiñe, porque en las dos últimas semanas ha vuelto a recordar a la jugadora que deslumbró hace dos años en el major británico y el curso pasado en París. “¿Te gusta ese titular?”, la inquirió un periodista. “No, la verdad es que no me gusta nada. No me gusta porque yo siempre he sido Garbiñe y nunca he dejado de serlo”, respondió la número 15 del mundo, que con su última victoria se aseguró competir por tercera vez en las semifinales de un Grand Slam y volver a figurar a partir del próximo lunes en el top-10 del circuito, como mínimo.
Desde hace tiempo, a Muguruza se la ve como una potencial número uno. Se dice que está predestinada a ocupar el hueco que más temprano que tarde dejará la colosal Serena Williams, a la que ninguna otra rival como Garbiñe le ha buscado tanto las cosquillas. Aunque otras jugadoras aprietan –Simona Halep (25), Karolina Pliskova (25) o Johana Konta (26)– y algunas jóvenes llegan con fuerza –Jelena Ostapenko (20), Elina Svitolina (22), Madison Keys (22) o Kristina Mladenovic (24)–, ella es la gran señalada. Tiene el talento, el potencial y el físico, esencial para el juego moderno. Lo tiene todo.
Una tenista con más registros
Sin embargo, Muguruza también tiene una personalidad compleja. “Soy una jugadora emocional, que siente mucho en la pista, y eso a veces me hace distraerme o no ver claramente”, explicaba ayer, de forma atemperada, con el mismo mensaje cauteloso de las últimas fechas. “Intento estar más calmada. Una vez que acabe el torneo ya analizaré, pero ahora quiero mantenerme tranquila, porque creo que me ayuda”, agregaba después de lograr una victoria sobria contra Kuznetsova, quien conoce muy bien a Garbiñe porque ha entrenado con ella muchos años en Barcelona y envió un mensaje: “Si sigue jugando como hoy, tiene todas las opciones de ganar este torneo”.
De momento, Muguruza no quiere oír no hablar de favoritismos, aunque la posición le agrade. “Solo quiero simplificar”, comenta. Pero el caso es que en Londres ha ofrecido signos de mayor concentración y su juego es menos oscilante. Ha ampliado registros y hasta ahora ha logrado dejar de lado el debate interior que la oprime desde que triunfase en París, hace más de un año. “Llevo tiempo preparándome para estar lista para todo esto... Supongo que todo eso me ayudó. Me gustaría estar otra vez en esa situación, ojalá me sienta así otra vez la temporada que viene”, indica.
Concentración, intensidad y actitud
“La presión y la tensión a veces te puede pesar mucho”, recuerda Conchita Martínez, que la asesora en esta edición de Wimbledon, en una fórmula que está dando excelentes resultados a tenor de lo visto. “Puede hacer todo tipo de juego. Poco a poco va mejorando. El otro día le ganó a la número uno subiendo a la red, con determinación… Ayer se supo defender, pero agresivamente, que es la clave aquí. La veo muy centrada y muy concentrada, jugando con mucha intensidad todos los puntos. Tiene buena actitud... Nos está enseñando una bonita cara”, señala la preparadora.
A solo dos peldaños de alcanzar por segunda vez la gloria de un Grand Slam, da la sensación de que la mayor adversaria de Muguruza sigue siendo la propia Muguruza. Es decir, Garbiñe contra Garbiñe. “Estoy tratando de no pensar demasiado, solo intento jugar y no pensar”, aducía con el billete para las semifinales en la mano. “Soy completamente diferente a la jugadora que llegó aquí a la final hace dos años. He cambiado”, concluía Garbiñe.
Ella, ante el espejo.
PLISKOVA, NUEVA NÚMERO UNO
Por primer día este año, la lluvia condicionó la jornada en el All England Tennis Club. Hubo parones y retrasos, aunque la cubierta de la central evitó que hubiera una interrupción. Allí, Novak Djokovic despachó sin mayor complicación a Adrian Mannarino (6-2, 7-6 y 6-4) y la rumana Simona Halep cedió frente a la heroína local, Johana Konta, quien con su 6-7, 7-6 y 6-4 propició un cambio de orden en el circuito femenino.
Tras la eliminación de Kerber en los octavos, Halep y Karolina Pliskova aspiraban a ocupar el trono que había dejado vacía la alemana. La rumana perdió, de modo que automáticamente la checa se hizo con el mando de la WTA. Pliskova será la primera tenista de su nacionalidad que alcanza el número uno, porque cuando Martina Navratilova lo cosiguió, en 1978, jugaba ya bajo bandera estadounidense.
El público inglés disfrutó de lo lindo, porque su protegida, Konta, accedió a las semifinales y se convirtió en la primera británica en hacerlo desde 1978. Mañana se medirá a la estadounidense Venus Williams, quien superó a la joven Jelena Ostapenko en dos sets: 6-3 y 7-5.
Hoy, el día ofrece los cuartos del cuadro masculino, con Andy Murray, Djokovic y Federer en el escenario.
* Los resultados y los cuadros de Wimbledon 2017
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