También la eterna Ruth Beitia necesita un respiro
Aquejada de varias molestias físicas, la campeona olímpica renuncia unas semanas a seguir compitiendo para preparar el Mundial de agosto
La federación española de atletismo ha anunciado el equipo que disputará el próximo fin de semana en Lille el Campeonato de Europa por selecciones, y en él no estará la eterna Ruth Beitia, que ha decidido retirarse temporalmente de la competición víctima de pequeños achaques que se multiplican y no le permiten rendir a gran nivel.
“No estará físicamente y compitiendo, y será una gran baja”, dice Ramón Cid, director técnico nacional. “Pero por su valor como capitana le he pedido que venga con nosotros a Francia para las reuniones de equipo, las cenas, la convivencia en el hotel, aunque no salte, o que por lo menos nos envíe un vídeo de motivación”. La campeona olímpica, de 38 años, aún no ha respondido.
Después de saltar 1,92m en la Diamond League de Eugene, a finales de mayo, Beitia sintió una molestia en la cadera que se trasladó a la pierna y al hombro. En sus siguientes competiciones no llegó a saltar ni 1,90m, una marca de rutina. En Roma, hace una semana, se quedó en 1,80m, y en Hengelo (Holanda), pocos días después, llegó a 1,85m. En esta competición, la rusa Mariya Lasitskene (de soltera, Kuchina, campeona del mundo en 2015, y subcampeona de Europa, tras Beitia, en 2014) saltó 2,04m, una marca que ninguna saltadora había alcanzado desde hace cuatro años. Lasitskene, que no pudo competir en 2016 por la prohibición al atletismo ruso por su dopaje generalizado, compite como apátrida, autorizada por la federación internacional.
Al estilo de los grandes del tenis, Federer, Djokovic, o Nadal, Beitia decidió entonces hacer un break. En lugar de seguir compitiendo en malas condiciones en los grandes mítines, y aunque se pierda la parte de la temporada que más ingresos genera, Beitia anunció a Cid que se iba a encerrar en sus “palacios de invierno”, a enclaustrarse, a aislarse, para tratar de recuperar la forma. Será unos de los escasos parones en la larga carrera de la saltadora de Santander, que consiguió su primera medalla internacional en 2005. Siempre que se le pregunta por la longevidad y la escasez de lesiones de su pupila en una especialidad cuyas estrellas (masculinas y femeninas) no suelen encadenar ni dos temporadas seguidas al máximo nivel, su entrenador, Ramón Torralbo, explica el gran trabajo de prevención que hace la saltadora, cómo se cuida, con que minuciosidad tiene en cuenta todos los detalles.
En Santander, con Torralbo, preparará el gran desafío del a año, el Mundial de atletismo. Será en agosto. Será en Londres, el lugar, el estadio, en el que en 2012 nació la nueva Ruth Beitia. Fue allí, después de terminar cuarta los Juegos Olímpicos, donde Beitia, que tenía entonces 33 años, anunció que se retiraba. Pocos meses después había purgado sus miseria y liberado su espíritu, y regresó a la competición para llegar en agosto pasado al momento más alto de su carrera y el de cualquier mujer atleta en España, el oro de Río.
Después de un invierno cargado de actos, homenajes y celebraciones que no pudo rehusar, en pista cubierta cargó bien su calendario. Saltó 1,98m en febrero y en marzo logró la plata en los Europeos de Belgrado. La Beitia inoxidable en pleno apogeo. Sin embargo, los cambios en sus rutinas habituales, las perturbaciones en el llamado entrenamiento oculto (el reposo y el sueño) provocada por viajes múltiples y actos varios, han exigido su alto precio en junio. La intención de la saltadora es volver a competir en los campeonatos de España (estadio Serrahima de Barcelona, 22 y 23 de julio). Como ganadora de la Diamond League de 2016, la invitación al Mundial la tiene asegurada.
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