Teixeira, el socio de Sandro Rosell que convirtió el fútbol brasileño en un feudo
Aliado del expresidente del Barcelona, que fue padrino de su segunda boda, el exdirigente de la CBF vive encerrado en su mansión y medita una confesión a la justicia

Uno de los objetivos del FBI por sospechas de corrupción, Ricardo Teixeira, adopta una rutina discreta y aislada desde que dejó el poder de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) en 2012. Tras ser elevado a la presidencia por su suegro, João Havelange, en 1989, permaneció durante más de 20 años al frente de la entidad. Presumía de haber cerrado acuerdos millonarios de patrocinio a lo largo de su gestión y de las dos Copas del Mundo que la selección brasileña conquistó bajo su mando. También estaba orgulloso de las finanzas de la CBF, que aumentaba su facturación año tras año. Según el FBI, parte de eses ingresos fue desviada como sobornos.
Después de separarse de la hija de Havelange, Teixeira se casó con Ana Carolina Wigand, 30 años más joven que él. Su padrino en el segundo matrimonio fue justamente Sandro Rosell, a quien conoció en Río de Janeiro, donde el expresidente del Barcelona vivía y era responsable de negociar los contratos de Nike con la CBF. La amistad sobrevivió a la distancia y los escándalos de corrupción. Rosell estuvo en el Mundial de 2006, en Alemania, invitado por Teixeira, que volvió a encontrarse con su amigo durante un viaje por Europa antes de la última Copa del Mundo. El dirigente brasileño siempre decía que fue el mayor responsable de llevar el Mundial a Brasil, pero se mantuvo distante del evento a causa del fuerte rechazo a su figura en el país.
El Congreso Brasileño llegó a abrir una comisión parlamentaria de investigación para desentrañar las relaciones entre la selección brasileña y Nike, pero, usando su influencia política, Teixeira consiguió impedir las investigaciones. Durante su administración, trabajó para engordar la llamada “bancada da bola”, compuesta por parlamentarios alineados con los intereses de la CBF y frecuentemente agasajados con regalías, como viajes para seguir los partidos de la selección en el exterior. Su mayor detractor, sin embargo, eras Romário. Actualmente senador, el exbarcelonista intenta por todos los medios llevar adelante las investigaciones contra Teixeira. Romário asegura que el dirigente le prometió que sería convocado por Luiz Felipe Scolari para la Copa de 2002, pero el técnico lo acabó dejando fuera de la lista. Desde entonces, el exdelantero ahora metido a político considera a Teixeira un traidor y dedica parte de su trabajo parlamentario a atacar a la CBF. “Cabrón” y “ladrón” son palabras comúnmente usadas por Romário para referirse al exdirigente.
Hace dos años, José Maria Marin, nombre escogido por Teixeira para sucederlo en la presidencia, fue detenido en Suiza. Marin aguarda juicio en arresto domiciliario en Nueva York. Su puesto lo asumió Marco Polo Del Nero, también ligado a Teixeira e igualmente acusado por el FBI en el escándalo de corrupción de la FIFA. Aunque sea presidente de la CBF, no viaja fuera del país ni siquiera para acompañar a la selección brasileña en competiciones oficiales por miedo a ser detenido. Con una política semejante a la de Teixeira, mantiene el círculo de poder en la Confederación y socava la participación de los clubes en el proceso electoral de la entidad. Antes da CBF, presidió la Federación Paulista de Fútbol durante casi una década.
Después de ceder el trono a Del Nero, Teixeira se mudó a Miami. Pasada a Copa de 2014, decidió volver a Brasil y vendió sus dos casas en Estados Unidos. Actualmente, el dirigente, que cumple 70 años en junio, ya no tiene el vigor de otras épocas, sobre todo después de separarse de Wigand y sufrir un trasplante de riñón, en 2013. Vive básicamente encerrado en su mansión de Río. Abogados de Teixeira estudian la posibilidad de negociar una confesión premiada para que se entregue a la justicia de Estados Unidos y, de paso, al contrario de Marin y Rosell, evitar una prisión repentina en Brasil.
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