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Nadal resiste al suplicio de Fognini

Jugando “no mal, sino muy mal”, el balear resuelve un incómodo estreno en Madrid ante 'Il Bello', que le exigió durante tres horas. En los octavos (20.00, Teledeporte), otro examen bipolar: Nick Kyrgios

Alejandro Ciriza
Nadal devuelve la pelota contra Fognini.
Nadal devuelve la pelota contra Fognini.Clive Rose (Getty)

"No es que haya jugado mal, sino muy mal". El diagnóstico lo trazaba el propio Rafael Nadal, que encontró este miércoles en Fabio Fognini el rival más exigente hasta ahora en la gira de tierra batida. No jugó nada bien el de Manacor, pero solventó uno de esos pulsos enrevesados y exigentes, el que le propuso el italiano para comenzar su andadura en Madrid. Fognini casi siempre le plantea guerra y esta vez no fue una excepción, aunque al final terminó inclinándose por 7-6, 3-6 y 6-4 (2h 57m). El de Manacor resolvió un partido sumamente incómodo, casi tres horas de suplicio que una vez superadas le condujeron hacia el australiano Nick Kyrgios, el escollo de este jueves (no antes de las 20.00, Teledeporte) en los octavos.

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En el inicio Fognini lidió con su propio ego, con la cara B, con ese otro Fognini que abre la jaula y deja que se escapen todos sus fantasmas y se apoderen de su juego, porque el italiano es un tenista excepcional, sí, pero también uno de los reyes de los cortocircuito. Él dominaba, él tenía la sartén por el mango. Él le estaba infligiendo un daño mayor a Nadal con un espectacular abanico de reveses planos y duros, deliciosos. Se estaba procurando una bola de break tras otra en el primer parcial, pero al ver que su rival anulaba la mayoría de ellas abrió de par en par la puerta y los demonios camparon a su libre albedrío.

Desde entonces, el espectáculo: mucho ademán, mucho aspaviento, un raquetazo contra la arena y unos chiflidos, los primeros, porque cuando Nadal fue poco a poco decantando la balanza de su lado, con esa habilidad única y portentosa que tiene para desactivar las situaciones de máxima alerta, hubo todavía más pitos y abucheos, muchos más. Desde entonces, el otro Fognini, el Fabio desencadenado, pulgar arriba frente a la reprimenda del público de Madrid –“¡Chulo!”, se escuchó un buen número de veces– y cada vez más caliente, más colérico, más en esa versión que le impide hacerse mucho más grande.

Hasta ahí, una sugerente propuesta y algunos problemas para Nadal, al que le suele costar entrar en calor en la Caja Mágica. Además, la tarde tampoco acompañaba en exceso, porque el sol se hizo de rogar y se escabulló rápido, y además hacía fresquito, y por la pista central deambulaban algunas masas de aire que condicionaban mucho los golpeos. Así que al de Manacor, mucho más cómodo en circunstancias de calor y menos altura, le costó cogerle el punto al partido. No estuvo cómodo ni le dejó Fognini, el competidor de segunda línea que le encontró las cosquillas hace dos años en Río, Barcelona y Nueva York.

Raquetazos, silbidos y oficio

A veces no se sabe a qué juega Il Bello, si le interesa la historia o no, si toca el día bueno o el día malo. Anda como si se acabase de levantar y caminase hacia el frigorífico, con indiferencia, por encima de todo y todos. Tipo Gran Lebowski. Y a la que se calentó y comenzó a maltratar su raqueta, se disolvió. Había llevado la iniciativa, pero Nadal aprovechó el trance y le corneó a pesar de empezar mal el tie-break, con una doble falta y a remolque. Pero al final, 7-3. Fognini por debajo y descentrado. Un panorama ideal, en teoría, pero solo en teoría, porque en contra de lo que imaginaba todo el personal, el de San Remo no desatendió el duelo.

Al revés. Se templó y se creció. Percutió con el reverso e incorporó veneno a su derecha. Cuanto más en contra se puso el aficionado, mejor actuó. "Silbadme, silbadme". Y Nadal, poco inspirado, retrocedió algunos pasos y se dedicó más a repeler que a atacar. No era la pauta más adecuada para una jornada que invitaba al riesgo y la agresividad, al cuerpo a cuerpo, así que Fognini se adjudicó el segundo set con suficiencia y mantuvo la amenaza en el definitivo, hasta que le pudo la ansiedad y tuvo demasiada prisa. Así se enredó el italiano, más bien solo, discutiendo consigo mismo y con el árbitro.

Y sacó partido Nadal, consciente de que la victoria dependía de meter una marcha más. Ganó pista y comenzó a encontrar los ángulos que anteriormente se le negaban. Astuto, leyó bien la situación, compadreó con los fantasmas de su adversario y dio una primera estocada en el sexto juego de la resolución. Rotura y determinación. Fognini, en teoría, solo en teoría, a un paso de claudicar. Pero no, porque devolvió el break, pero luego fue víctima de su propia genialidad. En la fase crítica, un revés cruzado extraordinario... y una doble falta. ¿Incomprensible? No en su caso. Ahora sí, game over. Nadal, en su salsa: en el terreno de las mentes fuertes, no falló.

En consecuencia, un careo con Kyrgios, otro examen de bipolaridad.

RESULTADOS. MIÉRCOLES 10

Cuadro masculino: Feliciano López, 6-3, 3-6 y 7-6 a Gilles Simon; David Ferrer (abandono de Jo-Wilfred Tsonga); Novak Djokovic, 6-1, 4-6 y 7-5 a Nicolás Almagro; Benoit Paire, 7-5, 4-6 y 6-2 a Stan Wawrinka; Nick Kyrgios, doble 6-3 a Ryan Harrison; Tomas Berdych, 7-6 y 6-3 a Robin Haase; Milos Raonic, doble 6-4 a Gilles Müller; Grigor Dimitrov, 6-3 y 7-5 a Ivo Karlovic.

Cuadro femenino: Anastasija Sevastova, 7-5 y 6-2 a Lara Arruabarrena; Coco Vandeweghe, 5-7, 6-4 y 7-5 a Carla Suárez. Eugenie Bouchard, 6-3 y 5-0 (retirada) a Angelique Kerber; Svetlana Kuznetsova, 6-4 y 7-5 a Qiang Wang; Simona Halep, 6-4, 4-6 y 6-4 a Samantha Stosur.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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