Real Madrid - Barcelona: mucho más que un clásico
El Madrid atisba un cambio de ciclo ante un Barça sometido al que puede ser su juicio final y el origen de una profunda renovación
Mucho Messi para el Real Madrid en la victoria del Barcelona
Si todo clásico es la bomba, el de este domingo en Chamartín (20.45, Movistar Partidazo), el 234º de la historia, puede ser nuclear. Para el Madrid porque le acercaría a un doblete de Liga y Copa de Europa que no alza desde 1958 y porque el torneo doméstico se le resiste, con un título de los últimos ocho. Para el Barça el reto es mayor: no solo se dirime su hegemonía reciente en el campeonato, sino que está en juego el calado de su inmediata regeneración.
En el cuadro madridista abundan los recursos deportivos y el pulso con el Bayern ha propiciado un chute de optimismo. Al Madrid una victoria le dejaría con seis puntos de ventaja, el favor en caso de un empate final a puntos y con un duelo en Vigo pendiente. O lo que es lo mismo, la Liga a un dedo, un soplo de aire para centrarse en el derbi europeo con el Atlético y la confirmación del modelo cristianos-asensios en el que se ha potenciado de forma sobresaliente la clase media. El Madrid nunca la tuvo mejor.
La plantilla azulgrana ha tenido muy poco recorrido, se conoce la caducidad del técnico y está en el aire la perpetuidad de Messi e Iniesta. Cerrar el curso con una simple Copa remitiría a aquel club precruyffista de llantos y raquíticos consuelos coperos y recoperos. Para el Barça de los últimos 30 años, al que sacudieron los victimismos Johan, Ronaldinho, Guardiola y Messi, sería acercarse a los infiernos del pasado. Con el rosarino solo ha descorchado una de las últimas seis Champions. La Liga ha sido su sostén. Sin ella y con un Leo peor arropado que nunca, ¿fin de ciclo?
Al contrario que Zidane, Luis Enrique no dudó ayer en dar al duelo un carácter decisivo. Bien que lo saben todos los estamentos institucionales. Por algo el club ha forzado hasta el último segundo la posibilidad de un indulto burocrático para Neymar, sancionado. Como resultado, un enredo jurídico-deportivo del que el Barça salió advertido del riesgo que corre si alista al brasileño. Mientras, su entrenador deslizó estar concienciado para jugar con y sin él. Futbolistas como Neymar nunca sobran, pero más en este conjunto azulgrana mal remendado. Esa es su gran brecha con el Real.
Sin el concurso de Neymar, salvo experimento, Luis Enrique puede decantarse con el 4-3-3 con Paco Alcácer como extremo postizo o envidar con un 3-5-2. Tan irregular como ha sido el Barça, el entrenador no ha dado con el sistema fetén, con un equipo solo encauzado a hombros de sus tres delanteros. En el Madrid las respuestas desde el banquillo han sido mucho mejores, fuera la pizarra que fuera. El juego tampoco ha sido deslumbrante, pero sí el rendimiento coral. Como muestra el caso Bale. Zidane anunció el regreso del británico, pero no su estado de revista exacto, lo que entre el madridismo no dispara las alarmas como ocurre en Barcelona con Neymar. Sin el galés, el preparador galo tiene de todo.
En el plano individual las sensaciones también son contrarias. Con los astros no hay certidumbres, no siempre es lo que parece. Pero Cristiano y Messi aparentan estar en un cruce de caminos, pese a que el siete lleva 17 tantos menos que el diez en lo que va de temporada. Sin embargo, el luso ha despegado como un trueno tras sus cinco estacazos al Bayern. El argentino, máximo goleador en la historia de los clásicos, no ha marcado en sus seis últimos y se quedó seco frente a la Juventus. En el Madrid el gol no es exclusiva de CR, está muy repartido, así como sus variantes. Han tenido puntería 19 jugadores diferentes. Un dato abrumador a favor de los blancos es que han hecho bingo con la cabeza en 25 ocasiones, por solo nueve los barcelonistas. Eso sí, por vía aérea encajan los mismos (seis por bando). En el Barça el gol no es tan gremial, con solo 14 futbolistas que lo hayan celebrado. Y hoy le faltarán dos de sus cuatro mejores anotadores: Neymar y Rafinha.
En la zaga los números son más parejos. El Madrid ha recibido tres goles más y eso que le han rematado a portería 21 veces menos. Les distancia la aportación ofensiva de los laterales, más notable la de Carvajal y Marcelo frente al maquillado Sergi Roberto y las intermitencias de Alba. Es en el eje del campo, sustento azulgrana en sus tiempos en el paraíso, donde el Madrid claramente le ha remontado al Barça, irreconocible en la zona de tránsito.
Pero llegado el clásico de todos los clásicos de cada curso, nada cuenta hasta que pitado el final todo se amplifique durante días y días. No hay mayor eco.
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