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El Atlético de Madrid resiste ante el Leicester y sigue en la élite

El equipo de Simeone disputará sus terceras semifinales en las cuatro últimas temporadas tras empatar con un cabezazo de Saúl

Saúl cabecea para marcar el gol del Atlético en Leicester.Vídeo: Carl Recine REUTERS / EFE
l. j. moñino

En un estadio de clásica atmósfera británica, contra el único superviviente de la Premier y quizá su más genuino representante, el Atlético certificó su pase a semifinales, la sexta en la historia del club. La tercera en las cuatro participaciones de la era Simeone. El registro es histórico. Una palada de prestigio más en el asentamiento del club entre la aristocracia del fútbol europeo en este último lustro. Nunca ha estado el Atlético tanto tiempo instalado entre los mejores equipos del continente. Su técnico y sus jugadores parecen mantener un idilio especial con la competición en el que solo les falta la conquista. De nuevo, están a tres partidos de alcanzar ese logro que terminaría de rociar de gloria a ellos y a la entidad.

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Tuvo que sudar y sufrir en la última media hora con el gol de Vardy. Ahí emergió con fuerza esa mezcla de ataque en oleadas, de balones colgados y entusiasmo de la grada que revivieron el costumbrismo de cualquier coliseo inglés. Cumplido el minuto 90, con la desesperación y la certeza de que ya no habría otro milagro, la hinchada se puso en pie para despedir a su equipo. Hasta aquí llegó el Leicester, el equipo que firmó la temporada pasada una de las grandes historias para recordar. Más allá de la rudeza de su estilo, cayó como un campeón.

La histriónica parafernalia acústica ya había abierto un partido trabado. Un combate de segundas jugadas plagado de imprecisiones en uno y otro equipo. El Leicester salió a jugar ese partido de retales y migajas: un saque de banda per aquí, un rechace por allá, un pelotazo largo a la búsqueda de Vardy o un saque de esquina jaleado como un gol. Todo muy british. A ello trató de contestar primero el Atlético desde la alienación. Finalmente Simeone eligió a Giménez para blindar el centro del campo junto a Gabi, con Koke y Saúl en los costados y Griezmann y Carrasco en punta. De nuevo, la fórmula de los cuatro mediocentros, la misma alquimia con la que la temporada pasada se coló en la final tras deshacerse del Bayern de Múnich.

El planteamiento le dio a Simeone para igualar la intensa lucha de trincheras en el medio del campo, pero no le generó juego. Hasta que Koke, Saúl, Carrasco y Griezmann empezaron a jugar con cierto criterio por abajo. Un par de combinaciones rápidas sacaron los colores y los kilos de Wes Morgan y Benalouana y la falta de velocidad de Fuchs y Simpson. En ese crecimiento del Atlético, empezó a imponerse a Saúl. Su gobierno durante un buen tramo del primer tiempo comenzó con un par de controles de espaldas apareciendo por la mediapunta. Siguió con un par de arrancadas antes de aparecer por el área de Schmeichel para poner distancia en la eliminatoria. Su cabezazo a la media hora de juego fue magistral. Un frentazo teledirigido a la base del poste.

Balones aéreos

El tanto apagó el King Power y le dio al Atlético una superioridad anímica que le llevó a tratar de controlar el partido desde la posesión. Cosió varias jugadas de mucho toque ante un rival muy tocado que apenas amagó con un disparo de Mahrez. Tanta pelota sin terminar las jugadas desesperaba a Simeone. En ese tramo de dominio absoluto, dio la sensación de que el Atlético podía aumentar su cuenta. No lo hizo y le dio vida al Leicester para el segundo tiempo.

Salió encendido el equipo de Shakespeare, consciente de que solo al toque de corneta podía lograr la proeza de hacerle tres goles al Atlético. Por fin emergió Mahrez, Albrighton empezó a perforar la banda de Juanfran, y Ulloa, que entró por Okazaki, y Vardy aparecieron más para incomodar a Godín y a Savic. Fue Vardy el que recogió esa migaja que tanto esperaba el Leicester. Tras un barullo en el área y varios despejes sacó un remate con el tobillo que superó a Oblak.

Vardy marca el gol del empate del Leicester.
Vardy marca el gol del empate del Leicester.Carl Recine (REUTERS)

Con el 1-1 el King Power se conectó y el Leicester subió aún más sus revoluciones. La lesión de Juanfran obligó a Simeone a dar entrada a Lucas y recolocar a Savic de lateral. Media hora por jugar y una carga de balones laterales aéreos que defender. Savic evitó el 2-1 en otro barullo en el área de Oblak. De haber entrado ese remate, lo hubiera pasado muy mal el Atlético en los 10 minutos que restaban. A la tensión rojiblanca por el acoso local se unió también la lesión de Filipe Luis.

La entrada de Torres y Correa le dio aire en ataque y piernas para tratar de sentenciar a la contra. Pudo hacerlo en un par de ellas, pero las ejecutó mal. Sobre todo una de Griezmann en la que el francés pecó de individualista cuando tenía a Torres solo a su derecha. Ahí, Griezmann jugó más pensando en el prestigio que le hubiera dado culminar esa jugada que en el equipo. Y esa nunca fue ni su tónica ni la que pregona su entrenador. Ni lo que ha llevado al Atlético a jugar tres semifinales en cuatro años.

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Sobre la firma

l. j. moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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