El Real Madrid refrenda su hegemonía ante el Barcelona
Los blancos pasan por encima de un rival desfigurado como nunca que vio cómo expulsaban a Bartzokas antes del descanso tras perder los nervios con los árbitros
El Madrid se dio un festín ante el Barça rumbo a los cuartos de final de la Euroliga. Los blancos aseguraron el factor cancha para la eliminatoria y firmaron otro golpe de cincel en su actual supremacía ante los azulgrana, un rival sin alma, sin opciones desde la víspera, sin entrenador desde la expulsión de Bartzokas antes del descanso y desfigurado como nunca hasta el 85-69 final. Desde el comienzo de siglo hasta la llegada de Pablo Laso al banquillo del Madrid, la contabilidad entre los dos grandes del baloncesto español reflejaba un aplastante dominio del Barcelona con un balance de 15 títulos de los azulgrana (cinco Ligas, cinco Copas, tres Supercopas y dos Euroligas) por tres del Real Madrid (la Liga del triple de Herreros y el doblete de Liga y Uleb con Plaza). En el verano de 2011, el Madrid llevaba cuatro temporadas sin abrir las vitrinas, 16 sin jugar una final de la Euroliga y 18 sin ganar la Copa. Pero, en cinco temporadas y media, Laso ha dado la vuelta a la historia. Los blancos suman 13 títulos por tan solo cinco de su eterno rival. Y si reducimos el encuadre de la fotografía a los tres últimos cursos la goleada es de 8-0. El cambio de dinastía le costó el cargo a Xavi Pascual y con Bartzokas, lejos de equilibrarse el pulso, se ha acentuado la distancia.
Se corroboró en el clásico número 50 de la era Laso. La estadística refleja 21 victorias azulgrana por 29 de los madridistas, que alzaron nueve trofeos en enfrentamientos directos ante el Barça. En duelos de entreguerras, algunos zarandeos tan demoledores como el 63-102 en el Palau en la primera vuelta de la presente Euroliga. Después de aquel devastador resultado, los de Bartzokas fueron incapaces de levantar cabeza, con 12 derrotas en 18 partidos hasta llegar a la eliminación en la víspera de su visita al Wizink Center. En esta ocasión, la diferencia se quedó en 16 puntos por la pobre estadística del Madrid desde el triple (11 de 34). De poco le sirvió al Barça su 14 de 25. Si acaso para mitigar la tormenta.
Con mejor actitud pero igual desatino que su rival, el Madrid comenzó a hacer camino a base de arrebatos individuales. Primero Llull, con su primera ráfaga de puntos y un tapón voraz sobre Diagné; y después Randolph, con un trepidante final de cuarto, permitieron al conjunto de Laso marcar territorio ante un Barça destemplado que sobrevivía con los bingos episódicos de Koponen y Perperoglou (21-11, m. 9). Con dos faltas en los dos primeros minutos, Oleson marchó al banquillo y dejó a su equipo sin la cuota de rigor defensivo necesaria para afrontar la misión y, con el paso de los minutos, las primeras grietas se convirtieron en un abismo.
El Madrid circulaba mejor el balón, mostraba más deseo en el rebote y presentaba mejor equilibrio en el balance de recuperaciones y pérdidas, pero el Barça se agarraba al perímetro como a un clavo ardiendo. Tres triples consecutivos de Renfroe, Vezenkov y Rice dieron aire a los de Bartzokas. Duró poco. Ni el parcial de 1-9 con el que comenzó el segundo cuarto, ni el regreso de Navarro al clásico fueron alicientes suficientes para evitar los efectos del cruce de caminos de dos equipos con vidas opuestas.
Restaba 1m 48s para el descanso cuando, después de un dos más uno de Ayón ante Diagné, Bartzokas recibió la primera técnica por protestar reiteradamente la labor arbitral. Una canasta de Thompkins otorgó después al Madrid los 12 puntos de ventaja y la frustración del entrenador azulgrana creció hasta cotas insospechadas. El griego perdió su duelo con el baqueteado Luigi Lamonica y recibió la segunda técnica. Sabiéndose descalificado, Bartzokas entró en ebullición, abandonó toda compostura y saltó a la pista para encararse con el árbitro italiano. La imagen se prolongó en un retrato de descontrol e impotencia, con un tenso y esperpéntico saludo entre el técnico y el colegiado y el posterior paseíllo de Bartzokas entre la pitada monumental de la afición madridista.
Los demoledores efectos que tuvo el sainete para el Barça se completaron con un triple de Llull desde media pista tras una controvertida jugada con posible campo atrás que, en esta ocasión, ejerciendo de entrenador y emblema se dedicó a protestar Navarro antes del viaje a la caseta (41-27). Cautiva y desarmada, la tropa azulgrana quedó en manos de Christos Pappas para afrontar 20 minutos de suplicio. Las 13 pérdidas de balón al descanso y la desairada espantada de Bartzokas fueron la fotografía de un equipo atribulado y descompuesto; con margen para el rearme con una sola competición por delante, pero abocado igualmente a la reconstrucción tras una temporada tortuosa. Un antideportivo codazo de Tomic a Carroll coronó el desquicie azulgrana.
Solo el desenfoque del Madrid desde el 6,75 evitó que el partido se descosiera hasta guarismos similares a los registrados en el duelo de la primera vuelta en el Palau, pero la constancia del martillo madridista fue haciendo mella en un Barça sin orden ni concierto. Unas veces Ayón, otras Thompkins y muchas Llull certificaron la hegemonía del Madrid de Laso ante el Barça, que antes de la llegada del técnico vitoriano al banquillo madridista celebraba con asiduidad banquetes similares ante su eterno enemigo. En 2011 cambió la historia.
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