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Madrid y Barça lo tienen crudo en la Champions

Los blancos se medirán al Bayern de Ancelotti y Xabi Alonso y los azulgrana, al Juventus de Dani Alves. La ruleta cruza al Atlético con el Leicester, el rival al que todos querían

José Sámano
Zidane y Ancelotti, en la final de la Champions de 2014.
Zidane y Ancelotti, en la final de la Champions de 2014.Denis Doyle (Getty)

Con sorna y cierta mala baba sostuvo Diego Pablo Simeone tras el último choque copero con el Barça que al Atlético le resultaría más fácil ganar la Champions que la Liga doméstica. De momento, en el sorteo de los cuartos de final, gol del Aleti. Los rojiblancos no solo esquivaron a los cinco campeones que había en los bombos —cuatro de los cuales se retarán entre sí—, sino que también al otro único finalista (Mónaco). Por el Vicente Calderón desfilará el 12 de abril el Leicester, el amigo al que todos querían en la quiniela.

Con conspiranoica ironía algunos cainitas ya daban por hecho que al Real Madrid, afortunado en algunas ruletas precedentes, le tocarían los cenicientos ingleses de Shakespeare. Esta vez, ni bolas frías ni calientes. Ni otras zarandajas. El mismo día que el campeón de la Premier desfile por el Manzanares, Zidane y sus muchachos visitarán en la capital bávara a sus viejos amigos Ancelotti y Xabi Alonso. Guiños del destino: Chamartín pudiera ser la despedida del guipuzcoano de la Champions. Pero en el eterno Bayern, por encima de su nómina, hay un poso más inquietante, el de un hidalgo club que quizá sea el gran demonio madridista en el torneo.

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Si entre Real y Bayern suman 16 títulos, la rifa de la UEFA dejó otro cruce de campeonato, el Juventus-Barça, con siete tronos entre ambos. De paso, el regreso al Camp Nou de Alves. El mismo que tras ocho temporadas como barcelonista se despachó a gusto hace un mes: “Irme gratis del Barcelona fue una hostia con clase”. Morbo y numerosas cuentas pendientes en los pulsos de blancos y azulgrana con los gobernadores de la Bundesliga y el calcio. Dos citas de solera, propias de cualquier cartel finalista. Al otro equipo entronizado alguna vez en la Copa de Europa, el Borussia Dortmund (1997), le correspondió el jovial e impactante Mónaco, subcampeón en 2004.

Bayern de Múnich-Real Madrid

Si algún adversario resulta fóbico para la institución con más apego épico a la Copa de Europa ese es el Bayern. Ambos han novelado muchas de las mejores batallas del torneo, siempre incandescentes. Nadie ha disputado más partidos (405 el Madrid y 319 el Bayern) ni cosechado más victorias (241 por 183). En esta edición, de nuevo la esgrima se presagia emotiva. Zidane contra su primer tutor en los banquillos, Ancelotti. Los dos han levantado la Orejona de pantalón corto y como técnicos. Si el francés hizo bingo a la primera como entrenador, el italiano es todo un catedrático. En esta pasarela se mueve en pantuflas tras sus éxitos con el Milan (2003 y 2007) y Madrid (2014).

Como es costumbre, el Bayern transita por su liga con puño de hierro. No deleita, pero no ha perdido un ápice de su genética capacidad de intimidación. Con Ancelotti, menos dogmático que Guardiola, su predecesor, el Bayern se perfila como un conjunto más de jugadores que de laboratorio. Alonso, Thiago y el ubicuo Arturo Vidal son los coroneles en medio campo, mientras que hay cañones por todos los lados: Lewandowski, Müller, Robben, Ribéry, Douglas Costa... Pese al eco de futbolistas de la graduación de Neuer, Javi Martínez, Boateng y Hummels, en ocasiones concede más de la cuenta en la retaguardia. Y al dar carrete al juego desde la trinchera tiene mejor salida con los laterales, Lahm —otro de retirada— y Alaba, que por el pasillo central.

En definitiva, el Bayern, aun con su irregularidad, tiene abundancia en todas las líneas. Bien lo sabe Kroos, de vuelta a casa para una eliminatoria de aúpa y mucho más.

Juventus-Barcelona

Quién sabe si el próximo 11 de abril Luis Suárez y Giorgio Chiellini se verán sobre un campo tras el mordisco más universal en la historia del fútbol. Con su enfrentamiento en estos cuartos de final será irremediable rebobinar a aquella dentellada del uruguayo al italiano en el Mundial de Brasil 2014. El central de la Juve fue baja en la final de 2015, cuando el Barça enganchó la quinta. Aquella escuadra italiana atemoriza tanto como la actual, al menos por su paso firme en la Serie A y en Europa. De los 14 que disputaron la final de Berlín hace solo dos cursos, por Turín ya no se alistan Evra, Pirlo, Pogba, Vidal, Morata, Pereyra, Llorente y Coman.

Massimiliano Allegri, que se mantiene como entrenador, ha mudado al equipo en ataque con gente contrastada como Higuaín y Mandzukic —al que sorprendentemente fuerza a jugar por el costado izquierdo—. No es Pirlo, pero Pjanic no es un tuercebotas a balón parado; y no es Pogba, pero el colombiano Juan Cuadrado tiene cilindros. Por delante de los centrocampistas, como hilo del ataque, Paulo Dybala. A sus 23 años, la última gran aparición argentina. Un jugador muy hábil, ingenioso y picante.

Si un sector no ha cambiado es el defensivo, el gran amarre del equipo. Desde hace varias vidas se perpetúan Buffon, Barzagli, Bonucci y Chiellini. Allegri suele alternar la zaga de tres centrales con cuatro defensores en línea, pero en los partidos de enjundia tira de sus tres pretorianos en la cueva. Al Barça le espera un muro. Y también el club que más finales europeas ha perdido, pero un jerarca que siempre vuelve.

Atlético de Madrid-Leicester

Por mentira que parezca, en el fútbol también hay diplomacia. Por ello no brotaron voces entre los siete posibles rivales del Leicester que le señalaran como el gran deseado. Nadie lo verbalizó, pero los latidos eran otros. Este equipo de hadas y pulgarcitos, ganador de una Premier desde el camión escoba, se ha colado en la Copa de Europa con el mismo descaro y asombro general con el que conquistó un entorchado con el que jamás soñó el más ingenuo habitante de Leicester. Pero ahí está y en Inglaterra ya desempolvan otro hito mágico, el del Nottingham Forest. Fútbol de celuloide: ascendió en 1977, ganó su primera liga en 1978 y encadenó dos Copas de Europa en su estreno en el tinglado (1979 y 1980).

Aquel Nottingham Forest del hiperbólico Brian Clough es el espejo de este Leicester, por más que este tenga un fútbol mucho más rudimentario que aquel. Pero suficiente para haber desterrado al Sevilla poco después de haber provocado el exilio de Claudio Ranieri, que no podrá regresar al Calderón que una vez le acogió. Con el equipo agonizando a un paso del descenso, Craig Shakespeare, que era auxiliar del preparador italiano, ha reflotado al conjunto con un regreso al reciente y exitoso pasado. El nuevo técnico ha recuperado las raíces, opta por los mismos que alzaron la Premier y el mismo trazo: centrales rígidos, la pelota por los aires, todos a chocar y Vardy a correr a por el gol. Schmeichel, su portero, de evocador apellido, está iluminado de nuevo tras parar dos penaltis al Sevilla.

Borussia Dortmund-Mónaco

Un duelo entre dos de los mejores viveros del fútbol. Dos equipos frescos, atractivos, dinámicos. Es la hora de dos de las mayores promesas francesas: Dembélé (Borussia) y Mbappé (Mónaco). Una eliminatoria con mucho director deportivo con la billetera a cuestas.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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