El Leganés vuelve al triunfo ante un Deportivo que se desploma
El cuadro madrileño gana un partido tres meses después de su última victoria y sentencia a Gaizka Garitano al frente de los coruñeses, que han sumado tres puntos de los últimos 21 en juego
Tres meses después regresó a la victoria el Leganés. Lo hizo con suficiencia para superar a un Deportivo roto que cambiará de entrenador en las próximas horas. Se le ha agotado el crédito a Gaizka Garitano. Durante bastantes semanas su equipo jugaba bien y no ganaba, ahora juega mal y pierde, alterado y desordenado, sin respuestas para solucionar sus problemas. Después de sumar tres puntos en las últimas siete jornadas, cada vez más cerca el descenso, superado incluso en la clasificación y el golaverage por el Leganés, el Deportivo deberá reiniciarse una vez más.
El partido fue una pesadilla para el equipo gallego, al que todo lo que le podía salir mal le salió peor. Se sintió perjudicado, seguramente con razón, por la tibieza arbitral ante un equipo que defiende a base de faltas, apartado en el que es de largo el más sancionado del campeonato. Y acabó coleccionando amonestaciones y hasta una expulsión, en una lamentable acción de Albentosa, superado y desquiciado. El Leganés fue más maduro, supo jugar el partido según lo requería, cargó sus armas y las empleó en su beneficio. Aguantó de inicio el apretón del rival. Pudo marcar Kakuta, tan fino como frío en sus evoluciones. Un testarazo suyo pudo abrir el marcador, pero le faltó contundencia en un remate que parecía franco. Pocos minutos después pudo ver en la meta contraria como se deben finalizar ese tipo de acciones.
Porque el Leganés ganó con goles que delataron su hambre, una llegada al área de Szymanowski en la que supo perfilarse para rematar de forma inverosímil, un remate de cabeza de Mantovani que cabe calificar de salvaje, por lo indómito y bravío y una rúbrica final de dos hombres que salieron de refresco, Unai López y Alberto Bueno, para aunar galope y clase. Todos también estuvieron acompañados de errores de futbolistas del Deportivo. En el primero, Albentosa se perfiló mal, en el segundo le faltó contundencia a Sidnei para hacerse valer en donde debe mandar un zaguero, el tercero y el cuarto retrataron a un equipo muerto, que en una situación límite no supo mostrar ni capacidad futbolística ni dureza mental, sepultado por una losa ante la que su respuesta consistió en obviar sus fortalezas. El Deportivo es un equipo construido para bajar el balón al piso y crecer con él, seguramente con un entrenador que no acaba de creer o de encontrarse cómodo en ese dictado, pero que lo abrazó tras ver la materia con la que trabajaba. En una cita clave como la de Leganés, el plan fue dar un volantazo, esconder de inicio a Andone en el banquillo y buscar el balón en largo hacia Joselu. Lo que resultó fue un penoso híbrido, un quiero y no puedo que retrata a un equipo que no pudo ganar en los partidos en los que expuso su fútbol y que no supo ganar cuando quiso jugar a lo que no sabe.
El Leganés se gustó. Aprovechó con solvencia sus oportunidades, lo cual también le separa de actuaciones pasadas. Y maduró el partido para soportar las acometidas del Deportivo, que al menos al inicio de la segunda parte quiso empujar siquiera a base de casta. Todo murió cuando Albentosa le dio un infame codazo a Guerrero y enfiló con merecimiento la caseta. Ahí el Leganés se vio ganador y ya solo tuvo que gestionar tiempos y superioridades para firmar una goleada, su mayor triunfo de la temporada.
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