Mientras Plaza sea presidente...
Una sucesión de presuntas compras arbitrales sacudió el mundo del fútbol en los setenta
El 11 de febrero de 1973, el Barça recibía al Betis. Arbitraba el asturiano Medina Iglesias. Antes del partido, cuando pisaba el césped, aún de paisano, se le acercó un directivo del Barça, Xavier Amat, y le hizo una pregunta sorprendente:
-¿Le hizo llegar Don Antonio Camacho unas cortadoras?
Antonio Camacho era árbitro también, del colegio castellano. A Medina Iglesias la pregunta le sorprendió. No, no había recibido ningunas cortadoras de Camacho ni las esperaba ni sabía a qué venía aquello. Amat le aclaró que 'cortadoras' era la clave que escondía las 100.000 pesetas que, vía Camacho, se suponía que el Barça le había entregado a Medina Iglesias por la victoria culé en Burgos el 17 de septiembre anterior.
Medina Iglesias entendió. Había arbitrado aquel Burgos-Barça, que ganó el Barça sin su ayuda. Pero él 'se había vendido' oficialmente. Camacho se habría ofrecido al Barça para 'tocarle' a cambio de 100.000 pesetas y no le dijo nada. Luego, el Barça ganó, le pagó a Camacho las 100.000 del ala y Medina no supo nada hasta ese día.
Se indignó y redactó un informe para el Comité de Árbitros.
El informe durmió el sueño de los justos durante tres años, en los que lo presidieron sucesivamente Pardo Hidalgo y Rodríguez Barroso. Pero cuando José Plaza regresó a ese puesto, que ya había ocupado desde 1967 a 1970, investigó el caso. Plaza había dimitido en 1970 en respuesta a la sanción que se le impuso a Guruceta por pitar aquel célebre penalti fuera del área en el Camp Nou a favor del Madrid. Para calmar la indignación culé, se suspendió seis meses a Guruceta 'por alteración de orden público'. A José Plaza aquello le pareció indigno y dimitió. Regresó en la 75-76, a instancias de Pablo Porta, se entiende que para combatir aquel cáncer de presuntos amaños.
El asunto se destapó en la primavera de 1976. Don Balón, revista muy seguida en la época, se ocupó extensamente del asunto en sus números 24 al 33. José María García, uno de los promotores de la revista, hizo de su programa radiofónico el gran centro de denuncias y contradenuncias. El asunto apasionó a la opinión pública.
En esencia, un grupo de árbitros se estaría vendiendo, algunos incluso sin saberlo. Al club comprador se le ofrecía el servicio. Si decía que sí, se hablaba con el árbitro si era uno de los complotados. Si no era de los complotados, se tiraba adelante igual. Luego, si el resultado no salía como esperaba al comprador, se le explicaba que a última hora el árbitro se había arrugado y se devolvía 'honradamente' el dinero. Así que algunos 'vendían' partidos sin saberlo ni cobrar. Los complotados se quedaban los beneficios.
Ni Plaza ni Porta lo contaron directamente tal cual, quizá por amortiguar el escándalo, quizá porque no había pruebas para defender las acusaciones, que en todos los casos habrían quedado palabra contra palabra, digamos en su caso la de Medina Iglesias contra las de Antonio Camacho y Amat. Pero producían filtraciones. Y se ataban cabos. Unos cuantos árbitros empezaron a ser designados para cada vez menos partidos, hasta dejar de serlo por completo. Antonio Camacho y López Samper dejaron de entrar en el bombo, lo mismo que Pérez Quintas y Pascual Tejerina, de Segunda. Y Antonio Rigo apenas arbitra. Era uno de los grandes de la época, pero tuvo frecuentes errores a favor del Barça, lo que produjo que en esa temporada estuviera recusado, además de por el Madrid (que lo hizo a partir de la final de Copa de 1968, la 'Final de las Botellas'), por Real Sociedad, Hércules, Betis, Athletic, Valencia, Las Palmas, Zaragoza y Elche.
Se conocen más casos. Victoriano Sánchez Arminio, entonces prometedor árbitro de Segunda, fue tocado para un Alavés-Depor. Ganó el Alavés en buena ley, pero él, de acuerdo con el Comité, cobró las 40.000 pesetas ofrecidas y llevó el cheque al organismo, para la pertinente investigación.
Para justificar el ostracismo de algunos árbitros, Plaza explica en Don Balón que 'tenemos ciertos informes que nos aconsejan obrar en este sentido, lo que no voy a decir es cómo los hemos conseguido'. El propio autor de la entrevista, Juan José Paradinas, da la clave en su comentario: "El Comité tiene pruebas suficientes, pero esas pruebas no son válidas, ya que los árbitros que las han aportado lo han hecho de forma secreta y personal y no están dispuestos a sostenerlas ante un juez'.
En plena tormenta, la situación de Antonio Camacho se ve más comprometida al aparecer en la portada de Don Balón una foto junto a un Mercedes recién adquirido que había pertenecido previamente al presidente del Elche, Martínez Valero. Él se defiende explicando que lo ha comprado legalmente, pero en la operación aparece un cheque raro de un conocido agente de la época, Roberto Dale. Todo muy feo
El gran ataque de Antonio Camacho llega a principios de la temporada siguiente, cuando ya está fuera del arbitraje, en una entrevista en el diario deportivo barcelonés 'Dicen' (ya desaparecido, pero de gran circulación en la época). El titular es: "Mientras Plaza sea presidente, el Barça no volverá a ser campeón". Se declaraba inocente y dice que todo era una venganza de Plaza porque no le secundó en el plante de Guruceta. Y le ataca en lo económico: dice que es extraño que un trapero haya hecho tanto dinero como tenía Plaza. Plaza, en efecto, era trapero, pero no de burrito y carromato. Se dedicaba a comprar sobrantes textiles y los vendía a la Casa de la Moneda, para fabricar billetes. Un momio. De ahí que tuviera un buen pasar.
La frase "mientras Plaza sea presidente, el Barça no volverá a ser campeón" hizo fortuna en los ámbitos barcelonistas y le acompañó el resto de su carrera. Su respaldo a Guruceta cuando fue sancionado se utilizó como prueba de madridismo. También la persecución a Rigo. Le quitó la internacionalidad en el 68, se la devolvieron sus sucesores, Pardo Hidalgo y Rodríguez Barroso (los que silenciaron las denuncias), y cuando regresó, se la volvió a quitar. Además, Rigo fue apartado al tiempo que Camacho y los demás, sin que se le relacionara nunca con la trama.
Plaza pasó a convertirse en la bestia negra del barcelonismo. Con el tiempo, hasta se deformó la declaración de Camacho, cambiándola por "Plaza me dijo que mientras él sea presidente el Barça no será campeón", lo que es un falseamiento de la frase original.
Pero no deja de ser cierto que al Madrid le fue muy bien en los años fuertes de Plaza.
En su primera época al frente del Comité, del 68 al 70, el Madrid gana dos ligas de tres. En los cinco de su ausencia, gana dos de cinco. Cundo vuelve, el Madrid gana cuatro de cinco ligas entre el 75 y el 80. Entonces, Núñez consigue de Porta que la designación de árbitros no la haga sólo Plaza, sino un trío en el que le acompañan Vara de Rey y Martínez la Fuente, y del 80 al 85 el Madrid no gana la Liga: ganan dos por cabeza la Real y el Athletic y una el Barça de Venables. El Barça sí ganó, pues, una Liga con Plaza como Presidente del Comité, pero cuando la designación se repartía. Luego, Plaza vuelve a ser designador único y ahí llegarían las cinco seguidas de la Quinta del Buitre, del 85 al 90. Con la llegada de Villar, se va Plaza y el Barça encadena las cuatro ligas del 'Dream Team'.
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