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Jonny: “Desde el minuto uno tuvieron más huevos”

Frustración en el vestuario y la afición celtista por la oportunidad perdida. “Hay que hacer el luto”, pide el central Gustavo Cabral

El celtista Daniel Wass se lamenta tras una oportunidad perdida en el partido contra el Alavés.
El celtista Daniel Wass se lamenta tras una oportunidad perdida en el partido contra el Alavés.ANDER GILLENEA (AFP)

El Celta más irreconocible en mucho tiempo se fundió en Mendizorroza en un instante decisivo que viró en lágrimas. Lloró el vestuario y lloró el celtismo, los 700 aficionados que se desplazaron a Vitoria, seguramente muchos de los que vivieron el partido por televisión y dejaron las calles de Vigo, también de media Galicia, desiertas a la hora del partido. Campó la frustración porque la ilusión era máxima. “Desde el minuto uno tuvieron más huevos que nosotros”, zanjó el lateral Jonny.

En el duelo celeste hubo quien lloró en silencio y quien trató de buscar explicaciones. Jonny fue de los que se desahogó con la palabra: “Nos pasaron por encima. No fue miedo. Nos superaron porque fueron a por el partido y consiguieron hacer su juego”. Su entrenador quiso ser más comedido. “No tengo nada que reprochar a mis futbolistas. La pelota apenas estuvo en juego, fue un partido de rebotes. Aprenderemos”, apuntó Berizzo. Pero el Celta tiene prisa por ganar. Necesita alzar un título y el magnífico equipo que ha armado el técnico argentino se siente o le hacen sentir en cierto modo depositario de una deuda que no le corresponde, una mochila heredada que quizás pese bastante.

El alavesista Deyverson saluda a la afición del Celta tras el partido.
El alavesista Deyverson saluda a la afición del Celta tras el partido.Alvaro Barrientos (AP)

El Celta no llegó a la gloria con la mejor plantilla de su historia, la que dirigió Víctor Fernández en el cambio de siglo, justo cuando además su eterno rival, el Deportivo, acaparaba focos y ganaba títulos. El Celta, como su vecino, llegó entonces a cimas que jamás había alcanzado, pero no logró nutrir su vitrina. Algo se rompió en aquella final perdida en junio de 2001 contra el Zaragoza. Y en Vigo ha costado recoger los pedazos y volverlos a pegar. De acariciar un título y viajar por Europa a pelear por no bajar a Segunda B; de la opulencia al proceso concursal, de cantar la Rianxeira a los graderíos desnudos; de equipos plagados de internacionales a firmar mediocridades y finalmente entregarse a una gran generación de exponentes de una magnífica cantera que tomaron el volante para conducir al club el año pasado a las puertas de una final de Copa. Y esta campaña otra vez hasta el mismo punto. “Es duro volver a quedarse ahí porque hemos eliminado a rivales muy duros”, reconocía al final Sergio Álvarez. “La noche va a ser larga”, barruntó.

“Hay que hacer el luto. El vestuario está mal porque la derrota nos ha pegado muy fuerte. Contra el Sevilla el año pasado fue distinto”, distinguió el zaguero argentino Gustavo Cabral. Sus palabras se escuchaban con el telón de fondo de la afición alavesista. “Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid”. En llanto, la celtiña alzó la cabeza para aplaudir al ganador e incluso abrazarse al delantero local Deyverson, que acudió al graderío que ocupaban a consolarles. Pocos pudieron mantener la entereza, pero sobró dignidad y en la derrota. Bajo palos, Sergio Álvarez despejó cualquier duda sobre el futuro del equipo. “Si tenemos algo es garra y corazón. Nos vamos a levantar y seguiremos dando alegrías a nuestra gente”. El domingo les espera un desplazamiento al campo del Atlético y el jueves de la próxima semana el Shakhtar Donetsk estará en Balaídos para jugar la ida de los dieciseisavos de final de la Europa League.

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