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El Borussia de Liverpool

Los 'reds' se mantienen segundos en la Premier tras superar al Stoke City con una nueva demostración del frenético estilo que promueve Jürgen Klopp

Roberto Firmino se lamenta tras fallar una ocasión en el partido del Liverpool contra el Stoke.
Roberto Firmino se lamenta tras fallar una ocasión en el partido del Liverpool contra el Stoke.PAUL ELLIS (AFP)

Habían ganado todos sus rivales directos en el Boxing Day y el Liverpool no podía fallar. No lo hizo ante el Stoke City en Anfield, al que derrotó en un partido de los que agradece el espectador (4-1). El equipo que prepara Jürgen Klopp es segundo en la Premier League a seis puntos del líder Chelsea, tres sobre el Arsenal y uno sobre el Manchester City, al que recibe la tarde de fin de año.

Pep Guardiola tomó nota en la grada de un partido vibrante. Nada resulta aburrido cuando Jürgen Klopp está al frente de un equipo. Con él al volante el Liverpool transita por una carretera plena de cambios de rasante, una excitante aventura para un club que estaba instalado en la molicie futbolística. Necesitada de encontrar sensaciones alentadoras, la gente en Anfield ya traza paralelismos entre su equipo y el Borussia Dortmund que pilotó durante siete años el técnico alemán. “No sé si es bueno establecer comparaciones, pero estamos en una situación que tiene alguna similitud”, concede Klopp. Cuando llegó a Dortmund tomó las riendas de un equipo que venía de terminar decimotercero en la Bundesliga. Se tomó dos años en los que acabó sexto y quinto para construir un equipo campeón los dos siguientes campeonatos. “Ahora ya conozco a todo el mundo en Liverpool y las cosas empiezan a ser parecidas”, advierte.

Un año después de la llegada de Klopp, el Liverpool es un equipo en el que se reconoce su escuela de codiciosas transiciones y un frenesí con un punto de precipitación. Un grupo de futbolistas con problemas para taparse. Ocurrió una vez más contra el Stoke City, que se adelantó en el marcador a los once minutos con un remate de cabeza de Walters en el primer palo y pudo aumentar su ventaja pocos minutos después en una doble acción de dos exjugadores del Liverpool, Joe Allen y Peter Crouch. Antes de la media hora de partido el gigantesco delantero del Stoke ya había sacado un remate bajo los palos de su propia portería. El Liverpool ya se había lanzado y su afición entonaba su versión de The Fields of Athenry, la que dice que “la gloria rondará de nuevo Anfield”.

En esas anda el Liverpool con un fútbol, el de Klopp, que sale de las tripas y apela al sentimiento. Y ahí pocos pueden ofrecer tanto como los reds. “No somos el club que más paga, pero podemos pagar lo bastante para satisfacer a quien quiera estar con nosotros”, explica ante los avatares de un mercado a punto de abrirse y en el que ya se le ha escapado Julian Draxler, que ha preferido al París Saint-Germain. “No queremos a un jugador como él. En el Liverpool se puede ganar mucho dinero, pero no vamos a cometer locuras”, advierte.

Klopp quiere progresar de manera sostenible, sin peajes. “No me importan los últimos 25 años sin ganar la Premier. Es nuestro trabajo y es ahora. Vamos a intentarlo, somos buenos y estamos en un club muy grande”. Quiere la pelota, quiere atacar y llegar con muchos futbolistas al área. Así remontó el partido frente al Stoke antes del descanso, primero con una irrupción de Lallana para aprovechar un mal rechace del rival y luego con un remate de Firmino tras frenética combinación cuando el Liverpool ya era un torrente ofensivo. En la segunda parte redondearon el marcador con un gol en propia meta de Imbula y otro de Sturridge para mostrar al mundo que el Liverpool también se construye desde su fortaleza de Anfield, donde no ha caído en sus últimos 16 partidos en la Premier League.

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