Jon Rahm: “Quiero llevar el golf a otro nivel”
El jugador de Barrika (Bizkaia) recoge la bandera de Ballesteros y Olazabal y despierta las más grandes expectativas en el circuito de la PGA estadounidense
Cuando José María Olazabal ganó su primer Masters, en abril de 1994, Jon Rahm, aún no había nacido, ni tampoco ha tenido edad para ver jugar a Seve Ballesteros en persona o por la tele en directo. Ello no ha obstado para que Rahm (Barrika, Bizkaia, 10 de noviembre de 1994) asuma con decisión y entusiasmo su bandera de grandeza, y su mirada sobre el golf. En Estados Unidos, donde estudió cuatro años, donde fue dos años el mejor amateur del mundo, donde hasta batió un récord del joven Jack Nicklaus y dio el gran salto a la PGA hace unos meses, ya le han incluido en la lista de los jóvenes que llegan y dejarán huella; en España, mucho más exigente, los que atienden a estos fenómenos ya dan por seguro que, rompiendo la bola como la rompe, con su actitud y su ambición, revolucionará el deporte, no solo el golf. A los amigos que le preguntan, Olazabal les dice que sí, que Rahm es muy bueno, y que también, que Rahm ganará un Masters de Augusta. Quizás entonces podrá afirmarse: “1994 fue un gran año para el golf español. Nació Jon Rahm”.“Quiero llevar al golf a un nuevo nivel, como hizo Seve”, dice él —1,88 metros, más músculo que grasa y andares de John Wayne, y su mirada—, citando también a Palmer, Nicklaus y Tiger, tras jugar un ProAm benéfico para la Fundación Ramón Sota en el campo de Pedreña (Cantabria, con vistas a la bahía de Santander), donde se hizo golfista Ballesteros.
Pregunta. ¿Sobrevuela este campo, como dicen, el espíritu de Seve Ballesteros?
Respuesta. Se respira algo especial. Ramón Sota [tío de Ballesteros, golfista español ya fallecido que en los años 60 quedó sexto en el masters y séptimo en el Open de EE UU] y Seve han dejado su huella aquí. Cada vez que doy un golpe en este campo me gusta pensar que Seve ha pisado ahí. ¡Y desde ahí, él y Sota adónde han llevado el golf a ser!
P. ¿Comparte con Seve el atrevimiento que le ha permitido jugar sin miedo en la PGA?
R. Intento no pasar miedo jugando al golf, que es un deporte divertido. Miedo hay que tener si alguien te persigue o cosas así. Miedo no paso, pero igual vértigo a veces, sí, pero no mucho. Me divierte tanto jugar al golf que cuando lo hago llego a abstraerme del mundo. He estudiado mucho a Seve y visto lo que él ha conseguido, lograr que le digan que eran imposibles cosas que él había hecho, ganar el British, ser el primer europeo que ganó un Masters siendo un chaval... Si alguien como él consiguió hacer eso, no hay ninguna razón para que yo no consiga lo que yo me proponga, y me gusta pensar así. Me gusta ser confiado. No llegar a ser arrogante como el de Bilbao pero sí que me gusta tener confianza en mí mismo.
P. ¿Con su manager, Tim Mickelson, ha amoldado esa actitud al gusto americano?
R. Esta actitud la he tenido siempre, sí. Con Tim estoy por la confianza que tengo en él después de cuatro años en la universidad. Me conoce muy bien como jugador y sabe quién soy mejor que nadie. Sabe qué campos son mejores para mí, tiene mucha experiencia, entre otras cosas gracias a su hermano Phil [uno de los mejores jugadores del mundo en lo que va de siglo], y, digámoslo así, es una vía cercana para pasar más tiempo con su hermano. Es una gran idea tenerlo a mi lado. Con mi confianza, atrevimiento y ambición es buena mezcla.
P. En Tempe, en la universidad de Arizona, ¿Tim domesticó la impulsividad con la que llegó desde Barrika?
R. Digamos que hay veces que la agresividad pasa ya a estupidez. Hice ciertas cosas que eran estúpidas. Y eso se vio en mi carrera. Yo he sido siempre uno que hacía muchos birdies pero los últimos dos años lo que he hecho es hacer menos bogeys. Eso no era cuestión de golf, de pegarle mejor o peor, era simplemente mental. Él me ayudó en esa estrategia. Y creo que gran parte de la razón de conseguirlo es la madurez. Haber estudiado en Estados Unidos y sacarme una carrera me ayudó mucho a madurar, a crecer como persona y a jugar al golf.
P. Con usted llega también un nuevo estilo. Hizo un gran US Open, donde fue el mejor amateur, debutó en el Congressional, donde tuvo unos Rahmmaniacs...
R. Qué divertido fue aquello. Fue muy bonito tener como un pequeño club de fans. Pero, bueno, estuve todo el año preparándome para eso. Esa es una de las razones por las que me quedé un año más en la universidad, prepararme para el cambio a profesional. Lo ejecuté a la perfección y sin pensar en ello mientras sucedía. Estaba en mi propio mundo. No podía haber imaginado un comienzo mejor. Se notó que tenía algo de inexperiencia, cometí algún error, pero jugué un golf muy bueno, quizás el mejor de mi vida cuatro días seguidos... me lo pasé tan bien que entré en el British Open a la primera. Saqué de mi primer torneo profesional mucho más de lo que esperaba.
P. Como Seve o como Olazabal, ¿piensa usted también que son los grandes los torneos que dan sentido a una carrera?
R. Eso creo que es un concepto erróneo. Ganar un grande, sí, le da una estrella a un jugador, pero hay muchos jugadores que han ganado un grande y no han llegado a la mitad de la grandeza de Sergio García o Colin Montgomery. Lo que han hecho es mucho más difícil que ganar un grande. Hay tantas cosas grandes que se pueden hacer en golf, que no ganar un grande no le roba grandeza a un jugador. Pero, claro, ganar un grande le da un plus a tu carrera hayas ganado lo que hayas ganado. Por algo hay grandes y todo el mundo quiere ganarlos.
P. ¿La vara de medir son Ballesteros y Olazabal, los únicos españoles que han ganado grandes?
R. Es bonito que, no sé si un país entero, pero casi un deporte, una cultura, tenga tanta positividad y esperanzas puestas en mí. Sería malo que no las hubiese. Si no lo creyesen es cuando habría que preocuparse. Espero que algún día pueda darle ese ansiado grande a España, pero sigo diciendo que Sergio ganará uno y lo hará antes que yo.
P. Antes hablaba de madurez. ¿La práctica de golf al más alto nivel ayuda a madurar antes, a dejar de ser niño?
R. Hay un poco de todo. La educación también ha influido. Son 16 años de formación... Cada uno tiene diferente manera de procesar la información que le viene del mundo exterior y de las experiencias que vive. Hay diferentes maneras de pensar. Doy gracia a Dios de que no me ha llevado por el camino malo.
“El dinero no me guía”
P. Y encima, en un deporte tan dominado por los anagramas comerciales, su lado sentimental puede exhibir el escudo de su Athletic siempre a la vista.
R. Soy una persona fiel. Es una característica vasca. Muy fiel al Athletic de toda la vida. Pero las marcas... Siempre he sido fiel a la gente que me ha dado una oportunidad. A mis padres, a la federación española, a la Blume, a la federación vasca, a todos los profesores, a la universidad, a Taylor Made, que tanto confía... El aspecto económico no es por lo que yo he llegado a esto. He sido igual de feliz antes y después del tema económico. Nunca ha sido un determinante. Estoy en el deporte por amor al deporte y porque quiero ganar torneos y quiero llevar al golf a un nuevo nivel como consiguió hacer gente como Severiano. Gracias a él, juego al golf y siendo fiel a él no debo pero sí quiero llevar el golf a nuevos niveles, y a más partes, y hacer el golf más grande de lo que es ahora.
P. ¿Siempre piensa en grande?
R. Sí, sí... Los grandes jugadores como Arnold Palmer extendieron el golf en todo el mundo, Tiger, Jack Nicklaus... Eso es importante. Estamos aquí para ganar torneos pero creo que es importante extender el golf.
P. ¿Piensa en Augusta, el primer grande del año?
R. Quiero estar. Es un objetivo. Voy contrarreloj, pero ya estoy acostumbrándome a hacer todo contrarreloj, aunque ya me gustaría estar antes dentro. Tengo unos torneos para conseguirlo [es ahora 137 del mundo, tiene que estar entre los 50 primeros]. Iré torneo a torneo y poco a poco...
P. Poco a poco no cuadra con su personalidad...
R. Bueno, semana a semana. Que quede claro que está en mi cabeza y que espero estar ahí. El día que sepa oficialmente que estoy clasificado, iré de cabeza a conocer el campo. No perderé el tiempo.
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