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El derbi de Messi

El argentino firma una actuación extraordinaria ante un disminuido Espanyol. Iniesta dirigió al equipo azulgrana y Luis Suárez ratificó su buen momento con dos goles mientras los blanquiazules perdieron por lesión a Diego López

Ramon Besa
Messi festeja el tanto ante el Espanyol.
Messi festeja el tanto ante el Espanyol.David Ramos (Getty Images)

Al Espanyol le pierde la ambición cuando desafía al Barça. Había anunciado un derbi en el Camp Nou y resultó ser un partido sin tensión ni riña, gobernado por un futbolista angelical, el único que seguramente se lleva bien con los dos equipos, el manchego Iniesta, y firmado por un hombre de paz de nombre Leo Messi. No hubo más equipo que el Barcelona, que completó un encuentro estupendo, serio e irreprochable futbolísticamente, muy por encima del desnortado Espanyol. Los blanquiazules lucieron más en el palco por la presencia de Marañón y Tamudo, anunciados como presagio de la victoria, que en la cancha, abatidos después de nueve jornadas invictos en la Liga. Las últimas gestas del Espanyol se dieron por sorpresa, desde la humildad y la precariedad, o si se quiere desde la adversidad, difícilmente desde la bonanza, por más que ahora tengan un buen entrenador como Quique Sánchez Flores.

Individual y colectivamente, la actuación del Barça fue rotunda, rematada por un delicioso Messi. El virtuosismo del 10 completó la excelente actuación coral de un equipo comandado por Iniesta. Los azulgrana empezaron ganando a la carrera y acabaron goleando en ataque estático, prueba de su madurez, recursos y buen momento, muy superiores a un contrario cuya excitación se acabó con la cháchara y empezó a correr el cuero por el Camp Nou.

Luis Enrique afiló la alineación con Denis Suárez, un volante más sutil y ofensivo que André Gomes y, por el contrario, sin el despliegue físico de Rakitic. Aspiraba a que su equipo fuera muy fino y jugara rápido, dos virtudes capitales para enfrentar a un rival muy solido y bien armado, muy buen contragolpeador, temido en sus salidas de Cornellà. Ayer no se intimidó precisamente en su visita al Camp Nou. Apretó muy arriba nada más salir al estadio y el partido se jugó sorprendentemente en cancha del Barça.

El atrevimiento blanquiazul habilitó las transiciones azulgrana, uno de sus mejores recursos desde que Luis Enrique juntó a Neymar, Suárez y Messi. El argentino perdonó un gol que le dio hecho el brasileño después de una carrera del uruguayo y poco más tarde Suárez culminó un pase profundo magistral de Iniesta (1-0). Una jugada de tres toques —el robo de Mascherano, el control y asistencia del manchego y la salida y el tiro del 9— expresó la comodidad con la que se disparaba el Barça a campo abierto y la dificultad del Espanyol para atacar y para defender las contras de los muchachos de Luis Enrique.

La lesión de Diego López

Las faltas tácticas de los blanquiazules se sucedían tanto como las llegadas de los barcelonistas, que perdonaron el segundo en una carrera mal resuelta nuevamente por Messi cuando David López yacía en el área azulgrana después de un bloqueo y un manotazo de Busquets. Tocaba en corto y en largo Iniesta, indetectable para un Espanyol solidario y fiable con la defensa parada y vulnerable cuando se estiraba, y propiciaba la presión, la recuperación y la verticalidad del Barcelona. A los azulgrana les bastó con Mascherano, oportuno en la anticipación, para reducir al Espanyol.

El encuentro empeoró todavía más para el Espanyol cuando se lesionó Diego López. El portero tapó un remate de Luis Suárez, habilitado por Messi, y su rodilla derecha salió malparada en su choque con el 9 del Barça. Ya disminuidos por las lesiones de Leo Baptistao, Víctor Sánchez y Hernán Pérez, los españolistas se entregaron a un sufrido ejercicio futbolístico, personificado en la débil marca de Javi López a Neymar, mejor en el desequilibrio que en el disparo, negado también ante el suplente Roberto.

Quizá no fue casualidad que la retirada de Diego López coincidiera con la irrupción de Messi. El derbi, al fin y al cabo, se había anunciado como un litigio entre el portero del Espanyol y el 10 del Barça. Y Messi se marcó una actuación sublime que redondeó con la rúbrica del 4-1. La jugada del 2-0 fue primorosa por la tenacidad y habilidad de Iniesta y después por el catálogo de regates, sotanas y fintas de Messi, que se fue de uno, de dos, de tres y de cuatro rivales para sentar a tres más y puntear al cuerpo de Roberto. El estadio se quedó mudo, asombrado por una jugada mayúscula sintetizada en un espacio y tiempo minúsculos, como si fuera un resumen del gol maradoniano que le metió en su día al Getafe. La acción pedía gol y el rechazo del meta lo recogió Luis Suárez. Igualmente incontenible se vio a Messi en una irrupción por el costado que culminó Jordi Alba. Y, finalmente, el argentino se apoyó en Luis Suárez para poner el 4-1 antes de que la pelota botara en el suelo y pudiera reaccionar el sorprendido Roberto.

Al Espanyol, que se conformó con marcar el gol del honor, le quedó el consuelo de remitirse a Messi para justificar su actuación en el Camp Nou. Nunca fue rival para una de las mejores versiones del Barcelona. Los azulgrana recuperaron la gracia que le otorgan futbolistas únicos como Iniesta y Messi y la voracidad que le dan Luis Suárez y Neymar, y contó una goleada, fácil y sencilla, cuando se presumía un partido difícil y complicado por la marcha del Espanyol. No hubo derbi sino una exhibición del Barcelona de Messi y de Iniesta.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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