Diego Costa no perdona
El Chelsea, pilotado por una excepcional actuación de su delantero, remonta y gana en casa de un Manchester City que dejó pasar la sentencia
Mientras la Premier, y por extensión todo el orbe futbolístico, aguarda por el nuevo paradigma que pueda aportar Pep Guardiola en su experiencia con el Manchester City otros emprenden revoluciones más calladas. Hace un año el Chelsea era un equipo roto, campeón vigente entonces del fútbol inglés, pero en una imparable cuesta abajo hacia las catacumbas balompédicas. A mediados de diciembre Abrahamovic dijo basta, Jose Mourinho tomó la maleta y se inició un interregno con Guus Hiddink que desembocó en una apuesta por Antonio Conte y el modelo que había experimentado con éxito en la selección italiana y sobre todo en la Juventus. Hoy el Chelsea es el indiscutido líder de la Premier, a la que ha dado un golpe de efecto con un triunfo (1-3) en el Etihad, el feudo del Manchester City. El equipo londinense apenas sumó un punto en los tres partidos de liga que jugó en septiembre, pero desde entonces disputó ocho y los ganó todos, un exuberante pleno para un estilo refrendado en la casa de Guardiola, que perdió su primer partido en Manchester como local.
El Chelsea ganó por muchos detalles, pero sobre todo porque no perdonó tanto como su rival. Y ahí, entre tanta dádiva, emergió Diego Costa, un delantero que desconoce la compasión. Puede que no sea el más fino ni el más sutil de los futbolistas, pero es una joya para un equipo y más para los que hacen un arte del repliegue y la explosión ofensiva. Costa decantó el partido justo cuando el City iba en ventaja en el marcador y no cesaba de perdonar en sus opciones para situarse dos arriba, no dejó de desnudar con su pujanza a los sobrevalorados centrales que tenía enfrente. Marcó un gol bellísimo, tras bajar un pase que Fàbregas le puso desde cincuenta metros atrás en el pecho, y activó el segundo para Willian con un movimiento genial sobre Otamendi. Se fue agotado antes de la sentencia de Hazard, acalambrado por un esfuerzo tan titánico como decisivo.
Costa contrapuso su rendimiento al de Agüero, que personificó el fracaso del City. En el duelo entre los máximos realizadores del campeonato palideció el argentino, que estuvo acelerado hasta que sobre el final se salió del carril con una salvaje entrada sobre David Luiz . El árbitro le mandó a la caseta y estará en la grada sancionado unas cuantas semanas. El Kun pagó por su frustración, estuvo ante la sentencia y la dejó pasar, la tuvo también dos veces De Bruyne, en especial en un remate que estrelló en el larguero sin que hubiese portero bajo palos. Todos esos desastres ocurrieron cuando el City mandaba en el marcador tras gol en propia puerta de Cahill al filo del descanso. Vio el triunfo tan de cara el equipo de Guardiola que esa incapacidad para llevarse el partido convierte la derrota, si cabe, en más dolorosa.
Por el camino quedaron los matices tácticos de un partido rico en ellos, el primer duelo como técnicos entre Conte y Guardiola. Este atacó con dos hombres muy abiertos y una constante búsqueda de superioridades por los costados. Las explotó en el perfil derecho cuando Silva auxilió a Navas, ambos muy activos. Por ahí sufrió el Chelsea, lo hizo cuando perdió la pelota y debía transitar hacia su portería porque una vez replegado apenas si le hicieron cosquillas. En cuanto se cuadraba con una línea de cinco y otra de cuatro por delante al City se le apagaba la luz y solo Silva llegaba a atisbar el interruptor, pocas veces sin compañía porque De Bruyne y Gundogan transitaron irrelevantes en la circulación de la pelota.
Ganó el Chelsea porque impuso su partitura y tuvo un solista por encima de interprétes propios y ajenos. Pero el partido además de la exhibición de Diego Costa sirvió para que Fàbregas se reivindicase. El centrocampista catalán, casi inédito esta temporada y que hace unas semanas llegó a alinearse incluso con el equipo reserva, entró por sorpresa en el once por una lesión de Matic y fue de menos a más, no escamoteó un esfuerzo en las coberturas y creció con balón hasta que resultó esencial en la fabricación del gol de Costa. En evidencia quedaron también los problemas del City para interpretar la salida de la pelota desde atrás, las carencias de John Stones para hacerlo.
Guardiola marca un camino y semeja un excitante recorrido. El City es un excelente equipo y pinta un magnífico proyecto, pero el Chelsea también tiene una ruta, seguramente no tan iluminada, sin que suscite tanta expectación, pero que le vale para regresar a la cima y con la base sobre la que hace un año existían tantas dudas, Conte ha armado un colectivo al que es complicado hincarle el diente, una pesada digestión para cualquier rival, en el Etihad además con un once inicial que albergaba cinco jugadores elegibles por Lopetegui para integrar la selección española. Con todo, nada ha terminado en la Premier. Parece que solo Liverpool y Arsenal podrán acechar a City y Chelsea en la disputa por el título, pero justo son dos alternativas cuya consistencia está por demostrar. Conte y Guardiola pilotan a dos entidades que han ganado entre ambas cuatro de las últimas siete, en todas menos en la pasada edición al menos una de los dos equipos acabó al menos entre los dos primeros clasificados. Continuará.
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