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Abraham González, el mariscal del campo de Pumas

El exjugador del Espanyol vive uno de los momentos más dulces de su carrera en el fútbol de México

Diego Mancera
El futbolista español dentro del estadio Olímpico Universitario
El futbolista español dentro del estadio Olímpico UniversitarioDaniel Villa

Unos botines verdes chillantes resaltan en uno de los pasillos del estadio Olímpico Universitario, en la Ciudad de México. Por ahí caminan y evaden un charco de agua. Son las zapatillas de Abraham González (Barcelona, 1985), un mediocampista español que dejó al Espanyol para incursionar en la liga mexicana con los Pumas, el representativo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En junio pasado le anunciaron como uno de los fichajes estrella, se quedó con el dorsal número 10 y desde sus primeros minutos ha sido un mariscal en la cancha.

Héctor Moreno me habló muy bien de Pumas, luego mi agente [Rafael Anguita] conocía a mucha gente de la liga mexicana, me dijo que iba a ser una buena opción y me fie al cien por cien. No me arrepiento, estoy contento de haber venido”, asegura el centrocampista para EL PAÍS. Tras su arribo a México sólo tardó un par de semanas para aclimatarse a la capital y su nombre apareció en las convocatorias del primer equipo. El equipo universitario mantiene como tradición jugar cada quince días al mediodía, un brutal desgaste. Abraham tiene resistencia de maratonista.

La trayectoria de González se dibujó en los equipos juveniles del Barcelona, en donde convivió con Pedro Rodríguez y Sergio Busquets. Pep Guardiola le dio oportunidad de jugar sus primeros 13 minutos en la primera división. “Aún tengo esa camiseta”, afirma. Ingresó de cambio por uno de sus ídolos, Xavi. Abraham González no pudo hacerse un lugar en el primer equipo y decidió jugar en Cádiz en 2009. Jugó algunos partidos con el Gimnàstic y luego con el Ponferradina. Él era el titular. Encontró mayor estabilidad en el Alcorcón durante dos temporadas y eso le valió para llegar a Cornellà.

“Pasaron cuatro años desde que debuté en el Barça hasta que lo volví a hacer en el Espanyol. Fue un camino duro, te hace aprender mucho. El fútbol es como una montaña rusa: hay temporadas en las que te va bien y en las que no”, confiesa Abraham, quien apuntala hacia la cumbre personal. A la pregunta de si pensó en el retiro, él apunta: “no, porque el fútbol me apasiona. Cada mañana tengo muchísima ilusión por entrenar, por venir a jugar, a entrenar. La verdad que no pienso en eso y espero que falte mucho”.

Abraham en el estadio de Ciudad Universitaria de la UNAM
Abraham en el estadio de Ciudad Universitaria de la UNAMDaniel Vlla

Abraham conoció a Héctor Moreno en el 2013. Ambos eran dirigidos por el mexicano Javier Aguirre. “Es un gran entrenador, hace que sus equipos compitan. Su punto fuerte es que sabe llevar muy bien un colectivo, sabe cómo tratar al jugador y uno lo agradece”, afirma, el español que tiene una sonrisa tatuada. En el Barcelona también coincidió con Jonathan Dos Santos, el medio del Villarreal.

Abraham se siente seguro de vivir en el sur de la Ciudad de México, a pesar del clima de incertidumbre que generó el secuestro y el asesinato de su compatriota María Villar, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María del Villar. “En todas las ciudades del mundo pasan cosas, también en España donde en teoría es un país tranquilo y ahí estaba ETA. Estoy viviendo muy tranquilo aquí”.

Al mediocampista de 31 años no le asusta nada de México, ni siquiera el picante, “la comida mexicana es patrimonio de la humanidad y me encanta”, apunta y vuelve a enmarcar su sonrisa. Su estabilidad personal le ha ayudado para jugar 16 partidos como titular, anotar en cuatro ocasiones, sin tomar un respiro. La temporada ha sido “mejor de lo que esperaba. La adaptación fue muy rápida. Cuatro goles que me han sorprendido porque nunca había metido más de tres en una temporada. El equipo está con muy buenas sensaciones, ojalá clasifiquemos”, dice en referencia a la liguilla del fútbol mexicano que la juegan los primeros ocho equipos. Los Pumas marchan en el séptimo lugar, aún sin su boleto asegurado.

En el pasado partido de liga contra Monarcas, Abraham cometió un desliz de coraje, en el que se ganó dos tarjetas amarillas en un par de minutos. Eso le impedirá jugar la última fecha del campeonato contra Puebla, un partido en el que los Pumas buscan afianzar su pase a liguilla. El español lo verá desde la tribuna. “Se pasa muchísimo peor en la grada que en el campo”, comenta. En este momento, González no quiere caer en picada de la montaña rusa.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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