Djokovic, el controlador de la zona límite

Novak Djokovic no atraviesa por su mejor momento. Ayer batió al impetuoso Dominic Thiem (6-7, 6-0 y 6-2, en 2h 02m) y comenzó con buen pie su andadura en la Copa de Maestros, pero en los últimos tiempos se ha desfigurado. Ya no es ese patrón que gobernaba a voces y con puño de acero, y en sus comparecencias a lo largo de todo este año se adivina un punto extra de tensión, cuyo origen todo el mundo desconoce, a excepción del propio Djokovic.

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Ayer, en su puesta de largo en Londres, se cogió tal enfado después de ceder el primer set que perdió los estribos. Después de que Thiem le arrebatase el parcial inicial en el tie break, Nole soltó un pelotazo en dirección a su banquillo, desde donde observaban sus dos técnicos, el alemán Boris Becker y el esloveno Marian Vajda. De camino, la pelota rebotó en el lugar equivocado y salió disparada hacia el público londinense.

En el turno con los periodistas, un reportero le preguntó por su reacción: “Si llega a golpear a algún espectador, podía haber ocurrido algo serio. ¿No estás preocupado con tu mentalidad?”. Y Nole, irascible, contrarrestó con ironía y genio. "Podía haberlo sido, sí. Y también podría haber nevado aquí, sobre el O2, pero no ha sido así“, se arrancó. "¿Acaso soy el único jugador que muestra su frustración sobre la pista? ¿Es eso lo que usted está diciendo? No es un problema para mí, no es la primera vez que lo hago”, expresó el de Belgrado, que hace dos semanas, en París-Bercy, cedió el número uno en favor de Andy Murray, después de 122 semanas consecutivas de reinado.

Djokovic, al que últimamente no se le percibe nada cómodo, recibió una reprimenda por parte del juez Carlos Bernardes. No es la primera de esta temporada. En la final del Masters 1.000 de Roma (contra Murray) y París (en los cuartos, con Berdych) ya protagonizó un par de episodios feos; en uno rompió su raqueta y en el otro, en un desaire fruto del nerviosismo, la herramienta salió disparada y pasó muy cerca de uno de los asistentes de pista. En el caso de haberle golpeado, hubiera sido expulsado y no hubiera levantado su primer trofeo de Roland Garros.

Una secuencia abrumadora: 19 triunfos en 20 partidos

Busca ahora su sexta corona maestra, la que igualaría el histórico registro de Roger Federer. Para empezar resolvió su estreno con un arreón de furia. Thiem, talento por los cuatro costados, pagó su osadía y entregó los dos siguientes sets (uno de ellos en blanco) en tan solo 55 minutos. Djokovic (29 años) se adjudicó 12 de los 14 últimos juegos del partido y a pesar de sus malos modos demostró que si alguien sabe desenvolverse bien en los momentos complicados es él, el hombre que encadena 19 victorias en los 20 pulsos que ha disputado como maestro desde 2012. Nadie como él actúa con tanto acierto en las situaciones críticas y así lo refleja la estadística de la ATP.

Nole, otra vez nervioso, volvió a tener otro borrón con un pelotazo que pudo golpear a un espectador

Esta campaña, Nole es el jugador que mejores datos promedia en los instantes de presión, por delante de Murray y el japonés Kei Nishikori, otros dos expertos ante circunstancias delicadas. El serbio materializa el 42,4% de las opciones de break que dispone, defiende el 67,9% de las tiene en contra y se impone casi siempre (73,9%) en las muertes súbitas. En los sets definitivos tampoco suele fallar: con un 87,5% de tino, es el integrante del top-10 que mejor se mueve en esa dificultosa parcela que suele suponer el cierre de los encuentros. Así que, sumando los cuatro apartados (baremo que establece el sistema de la ATP), Djokovic tiene una efectividad de 271,7, por 257,5 de Murray y 257 de Nishikori. El español Rafael Nadal cae hasta el 28º peldaño (con 211,3) y el suizo Roger Federer (210,5) hasta el 30º.

Ahora, en Londres, él y Murray se juegan sellar 2016 en lo más alto y arrancar 2017 con un plus de crédito. Y, para lograrlo, sabe Nole que no hay mejor vía que la de la templanza y el autocontrol. Ni los raquetazos ni los pelotazos. Precisión y mesura para recuperar la gloria perdida.

LA REPÚBLICA CHECA, OTRA VEZ

La República Checa se proclamó campeona de la Copa Federación al imponerse en la final a la Francia de Amélie Mauresmo (3-2). Para ello tuvo que remontar un 2-1 adverso en la jornada final, en la que Barbora Strycora se convirtió en la gran protagonista: primero niveló la serie con su triunfo contra Alizé Cornet (6-2 y 7-6)  ydespués, en dúo con Karolina Pliskova, derrotaron (doble 7-5) a la pareja formada por Caroline Garcia y Kristina Mladenovic.

De esta forma, la República Checa (primer rival de España en 2017) elevó su sexto título en los seis últimos años y se confirmó como la primera potencia mundial, con 10 coronas. En Francia, mientras, una gran decepción. De poco le sirvió finalmente al cuadro de Mauresmo jugar en casa (Estrasburgo).